María Ángeles López Amado, la arquitecta humanista
María Ángeles López Amado Arquitecta, directora general de la Junta de Extremadura
Habla de la arquitectura como el medio para mejorar la calidad de vida de las personas. No hace alusión a diseños, volúmenes ni materiales cuando se refiere a su profesión sino a espacios y ciudades habitables proyectados por y para las personas. María Ángeles López Amado nació en Puebla de la Reina, donde sus apenas 900 habitantes llevan a gala que su topónimo se lo diese la mismísima Isabel la Católica en reconocimiento por su hospitalidad.
Es arquitecta y funcionaria de carrera, dos facetas que le permiten desarrollar su profesión como le enseñaron y como la sigue defendiendo hoy: con vocación pública y función social. Hace dos años se convirtió en la primera mujer que ha sido nombrada en Extremadura como directora general de Arquitectura.
ALGUNOS DATOS
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Biográficos Nació en 1969 en Puebla de la Reina (Badajoz, 872 habitantes). Es la pequeña de tres hermanas e hija de una ama de casa y un conductor de autobús. Ahora vive en Mérida y tiene pareja, un extremeño emigrado en el norte.
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Académicos Estudió en la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Sevilla, donde se especializó en Edificación. Tiene un máster en conservación y restauración del patrimonio arquitectónico y urbano y dos doctorados, uno de ellos en proyectos de viviendas y edificios institucionales que culmina con dos trabajos de investigación sobre los pueblos de colonización del Plan Badajoz, y otro en rehabilitación arquitectónica y urbana por la Universidad de Sevilla.
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Profesionales Es funcionaria de la Junta de Extremadura. Ha coordinado, dirigido obras y redactado proyectos en diversas Consejerías en el ámbito de la restauración, patrimonio, promoción cultural, educación y transporte, y en el campo de la gestión como jefa de servicio de obras y proyectos en la dirección general de Vivienda. En 2009 se fue a Madrid, al Ministerio de Asuntos Exteriores, donde gestionó y coordinó obras en diversas Embajadas y Consulados de España en el mundo. Actualmente es la Directora General de Arquitectura de la Junta de Extremadura.
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Aficiones Le gusta la literatura histórica, viajar y contemplar los paisajes extremeños.
A sus 48 años y con un currículum académico y profesional brillante, acaba de recibir el máximo reconocimiento de sus colegas, la medalla del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España. Su candidatura fue lanzada por el Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura, al que María Ángeles pertenece como colegiada. El próximo 29 de noviembre recogerá su galardón en Madrid, con la convicción de que recibe la medalla como un premio colectivo.
Acaba de recibir la medalla del Consejo Superior de los Colegios de Arquitectos de España por defender una arquitectura al servicio de los ciudadanos
«En realidad, la medalla para mí tiene muchos vértices. Uno de ellos es el reconocimiento colectivo a la labor de los arquitectos al servicio de la Administración. Los arquitectos funcionarios han podido impulsar políticas en beneficio de la función social que tiene la arquitectura que es hacer mejor la vida de las personas», argumenta.
Está convencida de que la calidad de una vivienda, un colegio o un centro cultural mejora la percepción del mundo. Ella misma lo experimenta cuando ve ahora el colegio de su pueblo y lo compara con la escuela donde ella estudió. «Yo no soy Rafael Moneo, pero es cierto que como arquitectos al servicio de la Administración se puede conseguir mejorar la vida de las personas».
Cree también que con su premio, se está reconociendo a la mujer arquitecta, un hecho trascendental si se piensa que hasta ahora el mundo solo ha dado renombre a los arquitectos hombres.
María Ángeles empezó a estudiar arquitectura por el empeño de Emilio, su profesor de dibujo en el instituto de Villafranca de los Barros, a donde iba a estudiar cada día desde su pueblo. Reconoce que se le daba bien el dibujo y que era buena estudiante, tanto que le otorgaron la matrícula de honor y pudo hacer el primer curso de arquitectura en Sevilla sin pagar la matrícula.
La carrera la recuerda durísima, pero el mundo que le esperaba al acabar la Universidad no iba a ser más amable. Se volvió a Extremadura y empezó a trabajar como profesional libre, allí se dio de frente con el machismo de un sector, el de la construcción, tan masculinizado que le costaba asumir que fuera una mujer la que diera las órdenes. Reconoce que el machismo también lo ha sufrido dentro ya de la Administración. «Me ha llegado a pasar de estar con gente de una formación profesional importante en una reunión y ver cómo a mí no me miraban a los ojos y si miraban a los ojos a los compañeros aparejadores que eran hombres».
Pese a todo, dice que la arquitectura tiene nombre de mujer y que la medalla que le han concedido viene a reforzar esa teoría.
Todavía le encuentra un tercer motivo a su premio, el reconocimiento a Extremadura y -dice- «muy justo porque nuestra arquitectura es un referente a nivel nacional». En mantener ese nivel es en lo que ahora está empeñada como responsable política. Precisamente, ahora que puede tomar decisiones tiene dos anhelos, el primero y dice más importante, es que todas las personas que lo necesiten tengan acceso a una vivienda en Extremadura.
El segundo, reflotar un sector, de la mano del propio colegio profesional, para seguir impulsando la arquitectura de calidad en la región. «No se nos puede olvidar como Administración que tenemos la obligación de dejar la mejor arquitectura de su tiempo a las generaciones futuras».
En esta manera de sentir su premio como reconocimiento colectivo no hay falsa modestia por parte de Mari Ángeles. Su trayectoria le delata como una mujer constante, comprometida, apasionada, valiente y, sobre todo, honesta con la forma de entender su profesión. Solo siente que le corresponde un pedacito de esa medalla y se deshace en halagos con el Colegio Oficial de Arquitectos de Extremadura por haber pensando en ella.