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Alcochete, más que un outlet
Frente a Lisboa. Los extremeños solo vamos de compras y nos perdemos una ciudad con encanto
Alcochete, compra en el outlet y vete… Podría ser un refrán chusco, pero reflejaría la realidad: los extremeños escuchan hablar de Alcochete y solo piensan ... en el outlet Freeport, un laberinto de 95 tiendas de marcas de lujo con productos rebajados. Pero Alcochete es mucho más que un outlet.
Presentemos el pueblo: 20.000 habitantes, situado frente a Lisboa, en la orilla del Tajo, justo donde el estuario es más ancho: 25 kilómetros de orilla a orilla. Alcochete tiene un agradable paseo marítimo, un muelle precioso que penetra en el estuario, una playa, mitad urbana, mitad salvaje, que llega hasta el puente Vasco de Gama y forma parte de la reserva natural del estuario, con sus salinas y sus lagunas repletas de aves, incluyendo el rosa pastel de los flamencos.
¿Se convencen ya de que Alcochete es algo más que un outlet? Los lisboetas lo saben y cruzan el Tajo para escapar del estrés de la capital en esta ciudad unida a Extremadura por dos horas de cómoda autopista. Otra gracia de la localidad es su cercanía al aeropuerto de Lisboa, situado a 20 minutos, y, pensando en el futuro, el nuevo aeropuerto de la capital estará situado en el término municipal alcochetense, aunque a 20 kilómetros del casco urbano.
En los últimos años, la cadena portuguesa Stay Upon ha abierto dos hoteles de cuatro estrellas en Alcochete, uno de ellos, el resort Praia do Sal, es un paraíso con vistas a la playa, situado a un paso de las salinas, con un spa armonioso, una piscina infinita, un jardín placentero, un restaurante italiano de alto nivel y un centenar de apartamentos. El otro, Upon Vila, regala en su terraza con cafetería y actuaciones en directo las puestas de sol más formidables de Europa. Además, una de las más importantes empresas de bacalao del país proyecta un resort de 200 habitaciones en su antigua factoría, situada a la entrada de la reserva natural.
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Los lisboetas ya saben que Alcochete es algo más que un outlet y llenan los 76 restaurantes de sus rúas blancas y estrechas, especializados en caldeiradas y con unos precios que no tienen nada que ver con los de Lisboa. Y entre lulas, anguias y robalos, un paseo en barco en el 'Bote Leão'. No puede faltar una visita a la iglesia de São João, patrón de la localidad, que preside la plaza principal. La mandó construir el rey Manuel I, que nació en Alcochete en 1469 y bajo cuyo reinado se modificó la historia de Portugal: ruta a la India, llegada a Brasil y consolidación del imperio comercial portugués. En el templo, destaca su artesonado de madera, el retablo del altar mayor, su rosetón, su torre y una imagen imponente de Nuestra Señora de la Concepción, patrona de Portugal, que fue recogida de la proa de un barco que naufragó.
En la plaza de la iglesia, las panaderías Popular y Piqueira hornean las populares fogaças de Alcochete (harina, mantequilla, agua, raspadura de limón, canela y azúcar amarillo). En el paseo marítimo, el mirador Amália Rodrigues invita a empaparse de horizonte. En el centro del pueblo, las sedes de los forcados Amadores y Berrete Verde simbolizan algo así como un Betis-Sevilla del mundo taurino. En el entorno, dos centros hípicos de nivel mundial resumen la ancestral vocación equina de esta comarca. Cuando visitamos Alcochete, había una competición internacional dominada por jinetes y caballos de Francia y Dubai. Y si tienen suerte, podrán visitar los museos privados del señor Antonio: en una casa atesora recuerdos taurinos y en otra, 500 imágenes de São João encargadas a los mejores artesanos de Portugal. Indudablemente, Alcochete es mucho más que un outlet.
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