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Nadal funde el martillo de Khachanov
Tercera ronda

Nadal funde el martillo de Khachanov

El español se va a las cuatro horas de partido para vencer a Khachanov y meterse en octavos de final del Abiertos de los Estados Unidos, donde le espera el georgiano Nikoloz Basilashvili

Enric Gardiner

Viernes, 31 de agosto 2018

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Parecía Thor por el martillo que empuñaba en cada golpe de derecha que reventaba, pero Rafael Nadal, en una actuación de resistencia, fue capaz de fundir el metal de Karen Khachanov (5-7, 7-5 y 7-6 (7) y 7-6 (3)) y firmar su presencia en octavos de final del Abierto de los Estados Unidos en un partido que se alargó hasta las cuatro horas y 22 minutos.

Nadal salvó tres bolas de set, todas espectaculares, pero a la cuarta, el ruso conectó un saque directo y cerró una primera manga que mostró al Nadal más incómodo en mucho tiempo.

El partido era raro para el balear. Dispuso de varias oportunidades para romper, pero se perdieron. Llegaba algún aislado 0-30 y el ruso lo solventaba sin pestañear. Quizás el vendaje en la rodilla derecha que se puso en el segundo set le hizo mella en la cabeza y le distrajo del objetivo final. Pero sobre la pista, no estaba Nadal.

La iniciativa era completamente de Khachanov (acabó con 66 golpes ganadores) y al español solo le quedaba correr detrás de la bola y aguantar las embestidas. Viendo pasar palo tras palo, esperando una grieta, un despiste o un bajón en el tremendo nivel de juego del jugador entrenado en el pasado por el español Galo Blanco. Además, el marcador empezó a apretar. Khachanov también cogió ventaja en el segundo parcial, al quebrar en el tercer juego.

Tuvo que ser un 'passing shot' de los suyos, a la carrera y con casi todo perdido, el que le devolviera al partido. El certero golpe le permitió disponer de la primera bola de rotura del segundo set, la cual aprovechó para igualar a cuatro un segundo set que viró de rumbo y acabó pasado por agua y con más suspense del que hubiera gustado al español. Un nubarrón descargó sobre Nueva York y obligó a parar el partido durante unos minutos para techar la Arthur Ashe. Todo esto en un momento de máxima tensión. Nadal acababa de romper a Khachanov, que sacaba para ponerse dos sets a cero, y encaraba un saque que le acercaba a igualar la contienda. A pesar de que el juego 'indoor' beneficia más a Khachanov, al dar más velocidad aún a sus tiros planos, Nadal fue capaz de apuntarse los dos juegos que le dieron el 7-5 y el poder rugir sobre el cemento americano. Había vuelto.

Era una resurrección a fue lento. No fue volver y arrasar, tuvo un proceso de cocción que duró varios juegos y amilanó los ánimos del Moscovita. La batalla no la ganaría el que mejor jugase, sino al que mejor le aguantase la cabeza. Los misiles de Khachanov, Nadal los desvió con garra y trabajo y le sirvió para llevar el tercer set a un momento de máxima intensidad mental. El 'tie break'.

Ahí donde los nervios, a flor de piel, aparecieron para ambos lados. Khachanov se implosionó con tres dobles faltas y Nadal necesitó de cinco bolas de set, incluido un 6-3 a favor, para cerrar el parcial.

Con más de tres horas y media en el cuerpo y con el varapalo de la pérdida del tercer set, Khachanov reflejó un bajón mental que Nadal, manteniendo el nivel y sin aflojar un ápice, aprovechó para romper pronto. La rotura le aseguró el privilegio de sacar para partido, pero un Nadal dubitativo entregó su saque en blanco y permitió que el de Moscú volviese al encuentro, disponiendo, incluso, de una bola de set en el duodécimo juego.

Con el desempate del cuarto, los errores de Khachanov volvieron y Nadal amarró un partido cuyo futuro apuntó a negro, pero que acabó con el de Manacor en la siguiente ronda del último Grande de la temporada.

Su rival en octavos será el georgiano Nikoloz Basilashvili, quien venció al argentino Guido Pella, y con el que solo se ha enfrentado en una ocasión, en la que supuso la mayor paliza del balear en un Grand Slam. En Roland Garros 2017, cuando Nadal caminaba a su undécimo entorchado en París, el español se dejó solo un juego contra Basilashvili, ahora número 37 del mundo y campeón este año del ATP 500 de Hamburgo.

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