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Marc Márquez nada en la opulencia
Motor | Motociclismo

Marc Márquez nada en la opulencia

Victoria del líder inmaculado de MotoGP, que entró en la meta braceando sobre su moto

Miguel Sesé

Viernes, 27 de junio 2014, 15:03

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Márquez se tumbó encima de la moto y comenzó a nadar. A braza, como hacen las señoras que en las piscinas no necesitan esforzarse para completar los largos ni quieren que, al igual que al genio de Cervera, nadie se atreva a tocarles ni un pelo. La diferencia es que él lo hizo a una velocidad superior a los 100 km/h, con el suelo mojado y mientras caía sobre su montura la bandera a cuadros que señala al vencedor del Gran Premio de los Países Bajos. Marc, completamente en paralelo al suelo y bromeando con los integrantes de su box encaramados al muro, había conseguido quedarse sólo en la historia en lo referente a victorias de forma consecutiva. Ocho de ocho, nueve contando el GP de Valencia de 2013. Y lo hizo en Assen, La Catedral del motociclismo, en una prueba marcada por la lluvia y cargada de simbolismo.

MotoGP fue una ruleta rusa que se comenzó a jugar antes del semáforo verde. En unas condiciones climáticas tan inestables cualquier decisión iba a ir acompañada de riesgos. Los primeros en darse cuenta fueron Pol Espargaró y Valentino Rossi, que montaron neumáticos de seco y en la vuelta de calentamiento comenzó de nuevo a llover. Entraron a boxes, maldijeron su suerte y se encomendaron a empezar la carrera desde el pit-lane.

En la salida Aleix Espargaró, pole, patinó en su intento de retener el hambre voraz de los perseguidores. Algunos, como Iannone o Dovizioso, porque no tienen nada que perder. El otro, el de siempre, Márquez, porque ha optado por ver las cosas al revés que el resto de los humanos: él, en su inconsciencia genial, decide tirar cuando lo necesita, y lo hace también cuando no lo necesita. Tiene colchón y se lo puede permitir. Sólo una vez, cuando fue campeón de Moto2, sacó la calculadora del carenado. El resto es un ejercicio de voracidad casi sin precedentes, de pilotaje excepcional y de bulling emocional contra sus adversarios.

Márquez no deja ni las migas y ha destrozado sin compasión a su némesis Jorge Lorenzo, que bajó las orejas cuando vio agua en Assen y los brazos cuando una mala decisión estratégica le mandó a la parte trasera del grupo. Mientras que el 93 mandaba en la pista y decidía cuál era el momento óptimo para entrar a cambiar de moto -la pista ya estaba suficientemente seca-, el 99 se encontraba sin tráfico por delante. Jorge se puso como líder provisional y se derrumbó, sabedor de que no iba a conseguir por táctica lo que estaba tan lejos por pilotaje. Al verse primero supo del error. Los rivales habían entrado a la calle de garajes y cambiaban sus gomas por otras de seco, mientras que él estaba desgarrando su ya maltrecha rueda de mojado y desangrando el crono. Al volver, de nuevo en el medio de la nada, le vinieron a la mente todos los fantasmas juntos. Fue en Assen donde consiguió el milagro de competir apenas 24 horas después de operarse la clávicula, pero también fue allí donde se hizo daño de forma definitiva para el pasado Mundial. «He tenido miedo, en estas condiciones y sin poder luchar por el campeonato no tenía sentido arriesgar. En otro circuito, en otras condiciones, hay que poner un poco más de valor». Ver a Lorenzo así de hundido era una quimera hace apenas seis meses, pero el ciclón Márquez no perdona a nadie.

Sin clemencia

Tampoco tuvo clemencia con Dovizioso, que se las prometía muy felices tras el cambio de moto. Márquez había salido por delante, pero cometió un error al irse recto y bastante tuvo con mantenerse sobre la moto. Andrea se colocó en cabeza y se lanzó a por la victoria, algo que por momentos pareció accesible. Marc volvió al trazado a cuatro segundos del colín de la Ducati, y se puso de nuevo manos a la obra. Décima a décima se acercó mientras que en los garajes la actividad era frenética por la amenaza de una nueva tormenta.

Pero el único rayo, como en Montmeló, volvió a ser el inmaculado líder del Mundial. Asomaron las banderas que supo salir del barro para superar a Dovizioso y mantener su pleno de victorias.

Tras ellos, Dani Pedrosa peleaba con una Yamaha el último puesto disponible del cajón. No busquen ni a Jorge ni a Valentino, ya que los primeros diapasones eran los de Aleix Espargaró, que había sabido esperar su momento para pelear de tú a tú. Salió derrotado, pero victorioso en su moral. Hizo la pole y tiene en su mano subirse al podio.

Por delante, Márquez había alcanzado la plenitud. Y lo hizo con la tranquilidad de quien nada a braza en una piscina. Assen se había convertido en un campo de minas y lo solventó bailando sobre el agua. Pocos escenarios se auguran ya posibles para que no acabe el curso con el mismo número de carreras que de victorias. Ya sólo le falta entrar marcha atrás.

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