El Mérida llega a Ítaca
La banda de Guilló lidera la mejor temporada del club en el presente siglo, más que por los resultados obtenidos, por la personalidad mostrada durante el camino
R. P.
Mérida
Martes, 10 de junio 2025, 19:20
Desde que desapareció el Mérida CP en el verano de 2000, el Romano sólo ha visto tres fases de ascenso a Segunda A. La primera ... la jugó con Paco Miranda en el 2002 tras un pobrísimo inicio y una remontada histórica, la segunda con Fabri y Milojevic en 2008 tras un curso divertidísimo (en lo deportivo) y la última, este año con Sergi Guilló. Por ser la Primera Federación una categoría más dura y mucho más profesionalizada que la Segunda B y por partir esta última plantilla con un objetivo menos ambicioso que aquellas otras dos, es sencillo concluir que este último Mérida ha sido el mejor de todos desde el último año del club en el fútbol profesional.
Porque más allá del cuarto puesto y de cómo ha caído en el playoff de ascenso, el equipo ha batido números y récords y, encima, ha jugado muchas veces muy bien al fútbol y ha dibujado partidos entretenidísimos a lo largo de toda la temporada. De ahí que el vestuario vaya a dejar para el recuerdo de los próximos años muchos nombres en forma de mitos. Empezando por el entrenador, Sergi Guilló, siguiendo por jugadores como Juanjo, Felipe Alfonso, Ismael o Beneit y acabando por descubrimientos como Doncel, Liberto, Eslava o Saúl del Cerro.
Aunque de puertas para adentro el club siempre soñó con pelear por entrar en el playoff de ascenso, de puertas para afuera el objetivo era asentarse aún más en la categoría y pasar un curso mucho más tranquilo que el anterior. Sin embargo, con el transcurrir de las jornadas y el nivel del equipo, ambas intenciones fueron arrimándose paulatinamente. Guilló, que llegó soñando con el ascenso, empezó a revalidar cada semana que ese sueño era muy real; y la afición, que se conformaba con un equipo en mitad de la tabla con aspiraciones, empezó a convencerse mes tras mes que este grupo estaba para acabar entre los cinco primeros.
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Y todo eso pasó muy pero que muy pronto. Porque a finales ya de septiembre el equipo era segundo tras ganar a Atlético Sanluqueño, Algeciras e Ibiza, empatar en un partido que mereció golear ante el Recreativo y perder sin merecerlo en Murcia. Y a pesar de que el equipo sólo sumó una victoria en las siguientes diez jornadas, el sueño de acabar en playoff jamás se desvaneció. Porque los resultados no llegaban, pero el juego desplegado sí. Y aunque lejos del Romano le costaba un mundo ganar, en el Romano era el mejor equipo de toda la categoría.
La riqueza táctica y de variantes del cuerpo técnico lideró todo el transcurrir del curso: el equipo empezó con un sistema (4-2-3-1) y ha acabado prácticamente con otro (3-4-2-1), los que eran indiscutibles en septiembre ya no lo fueron tanto en febrero y el grupo se ha sostenido en cada tramo de la temporada con jugadores diferentes. Primero se agarró a los goles de Eslava, luego al desequilibrio de Liberto Beltrán, llegó un momento que funcionó gracias al motor de Juanjo, en ocasiones lo sostuvieron Palomares y Athuman o la constancia de Beneit y ha terminado subido al timón de Carlos Doncel.
Pero más allá de nombres y momentos, una particularidad asomaba en cada uno de los duelos: la personalidad del equipo. Personalidad para llevar los partidos a dónde creía. La mayoría de veces ganaba, pero las veces que perdía lo hacía fiel a su estilo. Ese estilo, es cierto, le llevó a grandes batacazos a domicilio, pero hasta ese vicio corrigió en el tramo final (concretamente tras la visita a Alcoy) gracias a la madurez y predisposición del grupo, ya envuelto al completo en la bandera de su entrenador. Un grupo que, además, ha dejado partidos para el recuerdo, como las victorias in extremis ante Intercity, Hércules o Alcorcón, el histerismo ante el Marbella o la oda a este juego ante el Antequera.
También se tuvo que sobreponer a inconvenientes imprevistos, como la grave lesión de Juanjo, que lo alejó cuatro meses de la competición, o la venta del lateral zurdo Mario Climent, que se marchó al Cádiz en el mercado de invierno, o el traspaso del club de las manos de Heffernan a las de Benham. Pero esta venta del club, más que despistar, fortaleció al equipo, que acabó el curso en un gran momento: a veces sabía jugar muy bien, a veces lo que hacía era competir intachablemente y, cuando hacía falta madurez, ahí que la sacaba. Lo más doloroso del año fue precisamente el final del camino, porque el equipo fue mejor que la Real Sociedad B en el playoff y porque las decisiones arbitrales le privaron de acceder a una final cuya vuelta iba a ser en el Romano.
Pero como escribió Kavafis, cuando emprendas tu viaje a Ítaca, pide que el camino sea largo, lleno de aventuras, lleno de experiencias / Ten siempre a Ítaca en tu mente, llegar allí es tu destino, más no apresures nunca el viaje, mejor que dure muchos años, y atracar, viejo ya, en la isla / Ítaca te brindó tan hermoso viaje, sin ella no habrías emprendido el camino.
El club está en su mejor momento del siglo. Y lo que es más sustancial: el club es apetecible para el que se quiera arrimar (entrenadores, jugadores, empresarios, patrocinadores, aficionados) y crecer con él.
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