El Mérida gana con lo mínimo

Que a lo mejor fue el partido más flojito del Mérida en estos últimos meses porque así estaba previsto y pensado, para no derrochar demasiada gasolina ni energía y tal o porque le convenía por las circunstancias del rival… pero ofensivamente ejecutó un pobre ejercicio y defensivamente dejó algunas lagunas. De hecho, porque era el colista (que prolongó una jornada más sus problemas con el gol), pero cualquier otro equipo con pólvora o pegada hubiera penalizado sin duda el partido del Mérida atrás.

Pero que eso: tres puntos. Que es lo verdaderamente importante tras la primera vuelta realizada y lo que exige este tramo final de competición. Sumar y sumar. A lo mejor el calor, mucho, también pudo afectar y condicionar al equipo de David Rocha. El Mérida salió de su cueva cuatro veces en la primera parte y fue efectivo en sus dos únicos disparos a puerta y, en la segunda, no le interesó proponer mucho y hasta el tiempo de añadido no fue capaz de disparar. Pero que qué más da: ganó. Para otras veces que lo mereció y se fue de vacío. No es momento para ponerse exquisito.

Tras un cuarto de hora inicial de dominio del Recreativo Granada, sin mucho éxito (también es cierto), la primera vez que el Mérida decidió salir de verdad fabricó el 0-1 de Sandoval. El propio extremo asturiano se cocinó la jugada desde campo propio, abrió a banda derecha a la incorporación de Busi, éste se la devolvió ya dentro del área grande y el propio Sandoval le pegó tan centrado como potente (muy propio de él) para encaminar el partido cuesta abajo. La idea era, tras robar, jugar tan vertical como rápido: con precisión en el pase, la jugada llegaba limpia; sin precisión, al equipo le costaba hilvanar.

Y en la segunda salida de verdad, ya en el tiempo de añadido de esa primera parte, Sandoval volvió a protagonizar la acción del 0-2: se fue por pura potencia de su marcador en banda izquierda, pisó línea de fondo, levantó la cabeza y se la cedió atrás a medida a Mizzian para que el delantero marroquí la empujara y cerrara el partido. Cerrara el partido porque, daba la impresión, que cada vez que apretaba el Mérida llegaba con peligro y porque por mucho que disparase el Recreativo Granada, más que botas calzaba escopetas de feria.

La segunda parte fue casi intrascendente… hasta cierto punto. Intrascendente porque el Mérida parecía no querer y el Recreativo Granada parecía no poder. Con los cambios en el descanso, Germán Crespo empezó a cerrar con línea tres, pero el guion de partido era un calco de lo que pasó en los primeros 45 minutos: balón de los locales, llegadas a las inmediaciones del área de Palomares y disparos entre fuera y flojos que no inquietaban al guardameta emeritense.

Pero hacia el ecuador de esa segunda mitad, los rojiblancos empezaron a avisar. Que si un disparo lejano en el que Palomares tuvo que meter la manopla por si acaso en el 73', que si un cabezazo desde dentro del área que obligó de nuevo a estirarse al cancerbero del Mérida en el 74' y luego el penalti de Luis Acosta en el 75'. El Mérida estaba 'mamoneando' y el fútbol le castigó por ello. Menos mal que el paradón de Palomares a lanzamiento de Juanma evitó que el partido se abriera y el Granada se volviese a meter en él.

Gracias a esa parada de Palomares, y a las piernas frescas de los cambios, el Mérida pudo navegar por los minutos finales sin sufrir, alerta pero tranquilo, respirando mientras escuchaba como perdía el Linares y el Melilla y se acordaba de que un día antes había empatado el San Fernando. La jornada no pudo ser más óptima para los emeritenses: salió de los puestos de descenso y se quedó muy a mano de los dos que le preceden en la tabla.