El Mérida despierta tarde y mal

Porque sabemos que este Mérida, lejos del Romano, es un equipo diésel. Va de menos a más. Pero es que en Ceuta arrancó tarde. Muy tarde. Cuando lo hizo, de hecho, ya iba perdiendo. Pero no porque entrase apático o relajado al partido, sino porque lo hizo regalando. Y de qué manera. Al equipo más en racha del grupo y al delantero con mejor promedio goleador del fútbol español no se le puede agasajar con los espacios y el tiempo que concedió el Mérida a los siete minutos de partido: centró Ñito solo tras repensárselo y repensárselo mucho, se aprovechó Rodri de todos los metros que le regalaron en defensa y Palomares se convirtió en estatua en un disparo tan flojito como centrado.

Recalcó Juanma Barrero en la previa que la relajación no existía en este equipo y el equipo decidió contradecir a su entrenador. Hasta pasado los 20 minutos de juego el Mérida no se activó. Hasta entonces, presión alta del Ceuta, que salió muy enchufado al partido, y el Mérida intentando salir desde atrás con el balón controlado sin éxito, con Luis Acosta incrustándose entre los dos centrales. Cuando empezó a desperezarse, tras el primer parón en el juego por la lesión del local Juan Gutiérrez a los veinte minutos, ya iba remando cuesta arriba.

Eso sí, empezó el Mérida a ser él mismo pero sin ninguna ocasión que llevarse a la boca. Adelantó la presión, empezó a dominar en campo contrario, alejó el peligro de las inmediaciones de Palomares… pero no finalizó nada de nada. Sandoval se venía a veces a la derecha, Larrubia (que entró en el once por Nando Copete) se iba al centro, Dani Lorenzo se dejaba caer por la izquierda… pero nunca se encontraron ni a ellos ni a Carlos Cinta.

Y eso, unido a la actuación arbitral, empezó a sacarle poco a poco del partido. Tras cuatro faltas en la primera parte, el Mérida se fue al descanso con cuatro amarillas: Cintas, Bonaque, Erik y Álvaro Ramón. Así que tuvo que tirar de precaución Juanma Barrero y, tras el paso por los vestuarios, sacar a Álvaro Ramón para meter a Diego Parras en el lateral izquierdo y David Larrubia por Nando Copete.

El balón y el dominio pasó a ser por completo del conjunto emeritense, pero seguía espeso y desacertado en fase ofensiva. Controlaba, combinaba, llegaba bien a las inmediaciones del área… pero le faltó el último pase y el remate. El primer peligro del Mérida en todo el partido llegó tras un cabezazo que se marchó por encima del larguero de Dani Lorenzo en el 54' y el único disparo entre los tres palos también fue de Dani Lorenzo desde la frontal pero ya en el tiempo de añadido.

El Ceuta se parapetó atrás y empezó a jugar con la ansiedad emeritense. De hecho, cuando robaba y salía, aparecían las mejores ocasiones del partido, a veces desbaratadas por su desacierto, otras veces por la intervención de Juan Palomares. Pero cuando empezó a aparecer el guardameta emeritense, sus compañeros ya estaban fuera del partido.

Los sacó el colegiado andaluz Morales Moreno. No influyó en el resultado, pero sí en el desarrollo del juego. Bonaque fue bien expulsado, pero midió muy desigual al Mérida en todas las acciones del partido. En el 87', por ejemplo, hubo una falta clarísima a Nando Copete en el borde del área que ignoró y en la contra se comió un claro fuera de juego de Rodri Ríos que acabó en mano a mano con Palomares que desbarató el portero emeritense. Por ejemplo.

Intentó Juanma cambiarle la terrible cara al encuentro con las entradas de Chuma y Lolo Pla por Carlos Cinta y Sandoval, pero el Mérida nunca se encontró en fase ofensiva. Nunca el Ceuta, salvo en el tramo final, cuando el Mérida pobló su área e hizo subir en un córner a Palomares, sufrió acoso y tembleque ninguno en su área. Al menos, el equipo salió del Alfonso Murube con el goal-average a su favor, dato vital ante un Ceuta que suma su duodécimo partido sin perder y se acerca a la salvación.