Épica o plomo en el Romano

Es perfecta la trayectoria del Mérida como local, que se haya situado a un punto del playoff de ascenso y que tenga sellada la salvación virtual a principios del mes de marzo. Es imperfecto el cómo lo consigue, con tantos goles en contra, tirando siempre de épica al final de los partidos y malgastando tardes tranquilas como las de este sábado. De ahí que el público del Romano se enrojeciera de rabia tras desaprovechar una ventaja de 2-0 y pitara al equipo y de ahí que el equipo se fuera triste a casa por esa reacción de la afición en ese momento del encuentro.

El caso es que esta perfecta imperfección del Mérida es tan divertida para algunos (los que no creen en la excelencia) como desesperante para otros (lo más exigentes). Pero absolutamente todos hubieran firmado tanto los siete meses que se llevan de temporada como el triunfo, no importando el cómo, ante el Atlético Sanluqueño. Los de Guilló salieron bárbaros y se pusieron 1-0; una milésima antes del descanso se encontró sin merecerlo con un gol psicológico que parecía enterrar el partido; tras el descanso, regaló dos goles en apenas dos minutos; con la afición de uñas, tiró de épica para volver a adelantarse a diez minutos del final; y los últimos compases los tuvo que aguantar como gato panza arriba al estar con uno menos por la justa expulsión de Mizzian en el 85.

Cada partido en el Romano da para una serie de cinco temporadas mínimo. Aunque el partido fuera un tanto 'pesadete' como este último. Porque aunque el Mérida atacó más y mejor en la segunda parte, ya con el 2-2 en el marcador, estuvo más serio, ordenado y correcto en la primera mitad. Se estiró poco tras el 1-0 a los cinco minutos, aparte de por la necesidad del rival, porque salió con un sistema completamente nuevo: sólo dos defensores y el resto, centrocampistas y atacantes. Felipe Alfonso, Ismael y Saúl del Cerro formaban defensa de tres, Álvaro Juan y Liberto ocupaban los carriles, aguantaban la medular Miki, Ganet, Beneit y Doncel y apuntalaba el ataque Javi Eslava.

El problema es que, como se le atragantaba la presión de tres del Sanluqueño, jugó más en campo propio que contrario, y Álvaro Juan y Liberto corrían más para atrás que hacia adelante. Pero cuando corrieron hacia adelante llegaron las dos primeras aproximaciones peligrosas y el gol de Raúl Beneit en el 5 y, tras el 2-2 en el 57, los mejores minutos del Mérida en la segunda mitad. El cansancio de Álvaro Juan y que el equipo necesitaba una vuelta de tuerca, obligó a Guilló a situar a Nil de carrilero por la izquierda y a Mizzian a ayudar a Eslava en la presión.

Y a partir de aquí, era o épica… o plomo. Plomo porque, con un 2-0 a favor en casa, el Mérida se volvió a tirar dos tiros en el pie en apenas dos minutos. Otra falta lateral incapaz de ser despejada acabó en gol tras muchos segundos merodeando el área pequeña y una arrancada desde casi campo propio de Álex Guti acabó con un golazo de este casi en área pequeña. Y épica porque el equipo se volvió a tirar hacia arriba, con más orgullo que fútbol, y volvió a poner de cara un partido que le salva virtualmente del descenso y que lo pone a soñar por el playoff en las últimas diez jornadas de liga.

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