

El Cacereño declara el estado de máxima felicidad en la ciudad
La afición vibró con sus héroes en la Plaza Mayor tras una jornada llena de actos de celebración por el ansiado ascenso
M. Gª Garrido
Badajoz
Lunes, 2 de junio 2025
En Cáceres se ha declarado el estado de máxima felicidad. No es para menos. Atrás quedan años de ilusiones ahogadas en la orilla, de ... lágrimas sumergidas en el océano de una decepción caprichosa y pertinaz que mecía la ilusión del ascenso para luego sepultarla con virulencia. Aquellas cicatrices serigrafiadas en una fina piel de la memoria ayudan a recordar el camino, a valorar la dificultad y a exprimir cada gota del sabroso elixir de la felicidad. Esa ambrosía cuya receta ha perfeccionado el Cacereño a fuego lento, sazonada con un mix de especias en la que se perciben los matices de la perseverancia, el esfuerzo y una competitividad con la firma del chef Julio Cobos.
En su chaquetilla porta una estrella de bronce especial, ansiada y merecida. «Nos debía una el fútbol», sostenía con convicción el técnico extremeño, que se presentó en la sala de prensa sereno, contenido, pero con sonrisas intermitentes que delataban una satisfacción desbordante imposible de disimular. Sin salirse del redil de la discreción, siempre correcto, dribló al protocolo para poner en el foco a su equipo de trabajo, que le custodió en su comparecencia más grata. «Yo soy el que aparezco, pero detrás de mí hay mucha gente trabajando». Un detalle más de elegancia, de compostura y coherencia, de esos que dejan al descubierto los anclajes que sustentan el éxito, que pocas veces es fruto de la casualidad. «Se han hecho las cosas bien durante todos estos años», resumía el preparador de Valdehornillos, que a los dos minutos era interrumpido por una turba procedente del vestuario, que jaleaba sin descanso en los primeros compases de una fiesta que se ha prolongado durante horas. Y lo que quedaba.
Este lunes, la agenda estaba trufada de actos para conmemorar el gran hito. La primera parada fue sobre las once de la mañana en el salón de plenos del Ayuntamiento, donde la plantilla y el cuerpo técnico fueron recibidos por el alcalde, Rafa Mateos: «lo que conseguisteis el sábado ha sido devolver la ilusión y hacer justicia con la ciudad y sobre todo con el club», espetaba el edil, que aprovechó la ocasión para anunciar que el Consistorio aportará 200.000 euros para acometer mejoras en el estadio de la carretera de Salamanca de cara a la próxima temporada. Una cantidad que, según especifican desde la corporación municipal, es independiente de la subvención que se aporta cada temporada y que este curso ha sido de 65.000 euros. «Vais a ser más embajadores que nunca de nuestra ciudad, lleváis el nombre de Cáceres fuera de aquí», añadía Mateos.

También tomó la palabra el presidente del Cacereño, Carlos Ordóñez, emocionado al echar la vista atrás, y enfatizó en la importancia del apoyo institucional para afrontar la nueva etapa y afianzarse en una categoría que exige presupuestos elevados. Admitió haber recibido alguna oferta de compra del club, pero en caso de venta asegura que él querría permanecer en la directiva. No se pronunció sobre la continuidad de un Cobos que sí se mostró receptivo a esa posibilidad. En cuanto a la plantilla, el director deportivo, Francis Bordallo, asegura que interesa la renovación de varios jugadores, que deberán decidirse en los próximos días.
El siguiente enclave programado en el itinerario, tras recuperar fuerzas comiendo en Mastropiero, era el santuario de la Virgen de la Montaña, para visitar, sobre las 20.00, a la patrona de la ciudad para realizar la tradicional ofrenda floral. Allí acudieron también los canteranos que han participado con el primer equipo y los recogepelotas.
Después, la 'Dragoneta' se dirigiría hacia el centro neurálgico de la celebración, la Plaza Mayor. Altavoz en mano, con 'La morocha' a tope de decibelios, los jugadores botaban y se zarandeaban entre sí, poseídos por un ritmo desacompasado orquestado por el frenesí. Ya a pie, la comitiva inició el camino hacia el ayuntamiento a través de un pasillo de seguidores que se agolpaban para tocar a sus ídolos y mezclarse con ellos mientras se sucedían los cánticos. Palmas al aire, bufandas y banderas al cielo y los corazones en carne viva. Fueron instantes cargados de emotividad y de alborozo desatado pese al cansancio acumulado tras días de poco sueño y mucha resaca. Tras pasar por el balcón del consistorio, subieron al escenario habilitado, con el speaker del club y DJ Bobo encargados de amenizar una velada que ya es eterna para los verdiblancos.
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