Sin secuela de la superproducción copera del Badajoz
El Badajoz aspiraba a reeditar las noches históricas del año pasado en el Nuevo Vivero, pero no pudo salvar el primer escollo en Navalcarnero
No habrá esta temporada secuela de la brillante superproducción copera que protagonizó el Badajoz el curso pasado. Con otro director al frente y un elenco de actores que mezclaba a viejos conocidos con debutantes, el guion se truncó con un desenlace indeseado. Y no fue por falta de interés plasmado en una espiral de rotaciones que desfigurasen el rostro reconocible del conjunto blanquinegro. «De probar poco, porque si caemos nos vamos para casa. Vamos a competir», advertía el técnico Fernando Estévez el miércoles.
De inicio salieron pocos teóricos suplentes. Se podría clasificar dentro de esa categoría a Pascual, David Concha, Forgas y, quizás, Otegui, pero casi todos ellos han gozado de su cuota de titularidades en el campeonato liguero durante el inicio de campaña y, en todo caso, han sido habituales revulsivos en las segundas partes.
Además, los que entraron de recambio fueron otros de los pilares hasta el momento, como es el caso de Dani Fernández (que solo se ha perdido siete minutos en liga), Aquino (pichichi del equipo), Alayeto y Gorka, todos futbolistas sobradamente contrastados y que han sido claves para comandar el subgrupo 5B de Segunda B.
Por tanto, no se le puede achacar al preparador granadino el cliché de tirar la Copa del Rey dando minutos a futbolistas sin rodaje. Y habría sido lícito atendiendo al desgaste físico que acusó la plantilla en febrero y marzo de este año tras su anterior participación y, sin ir más lejos, porque hacía apenas cuatro días que habían disputado un duro derbi ante el Mérida.
Pero precisamente por el varapalo de la derrota en el Romano José Fouto era necesario tratar de cerrar el año con otra dinámica y despejar las dudas que pudieran surgir por un resultado doloroso pero con muchas aristas, porque el Badajoz tuvo opciones para sumar.
Además, el conjunto pacense aspiraba a prolongar el idilio con la Copa que tanta notoriedad mediática le otorgó y que le permitió brindar noches únicas a una entregada afición que jamás olvidará la edición de 2019/20. Con el precedente de esa mística tan vigorosa aún en la retina, devolver al remozado Nuevo Vivero esos envites a vida o muerte era un auténtico regalo para sus fieles, pese a que la pandemia ha deslucido uno de los atractivos del torneo e impediría que se repitieran estampas de llenos hasta la bandera.
La parroquia blanquinegra tendrá que esperar al año que viene para paladear la dulce incertidumbre y los nervios previos del viernes de sorteo. Un escenario que dejaba entrañables postales con los jugadores como pueriles alumnos inquietos en sus pupitres en la sala de prensa pendientes de cada bola que iba alumbrando los emparejamientos.
Por aquel entonces, el Badajoz se concedió el derecho a codearse con la élite tras dejar en la cuneta con apuros al Amorebieta, merced a un gol de Fobi. Aunque la recompensa no fue la esperada, ya que el nombre del Badajoz emergió del bombo cuando los 'Primeras' ya habían quedado encuadrados, y les tocó verse las caras con Las Palmas, de Segunda. Luego fue el turno de la velada de vino y rosas dando una auténtica exhibición ante el Eibar y, más tarde, del gol de Caballero al Granada que forzaba una prórroga infinita de la que nunca despertarán los corazones blanquinegros.
Pero ante el Navalcarnero tocó la cruz. En esta ocasión no se medían en primera ronda a un equipo de Tercera, sino al cuarto clasificado del grupo 5A de la categoría de bronce. Los pacenses se toparon de nuevo con una realidad recurrente en las últimas jornadas, les cuesta hincar el diente a equipos rocosos, compactos y que no dejan espacios. Ocurrió con el Villanovense, teniendo que sudar sangre para lograr doblegar a un conjunto serón milimétricamente trabajado y que no dejaba un segundo de respiro a su adversario.
Rivales rocosos
El Mérida fue otro claro ejemplo, pese a que gozaron de oportunidades, los blanquinegros terminaron enmarañándose en la tela de araña que con oficio tejió el máximo rival. Y el Navalcarnero planteó un guion parecido, juntar líneas, arroparse y salir a la contra buscando algún descuido. Es cierto que el tanto de Juan Esnáider, que a la postre fue definitivo, parece precedido de una falta sobre Pascual, y así lo manifestó el técnico andaluz en la rueda de prensa tras la eliminatoria. Estévez también interpretó que no había nada punible en la acción del gol anulado a Gorka Santamaría, donde el trencilla consideró que el delantero vasco se llevó el balón en falta por un plantillazo. Pero los factores arbitrales forman parte del complejo entramado futbolístico.
El Badajoz mereció por dominio territorial y acercamientos sacar algo más, pero no fue el día en el que exhibieron mayor profundidad, verticalidad y capacidad de reacción para remontar el tanto rival de la primera parte. No hubo la claridad ni la frescura de otras ocasiones y en el torneo del KO no hay segundas oportunidades.