Un tiempo crucial
El libro no es solo fruto de un testigo de aquellos años, Juan Antonio Díaz-Ambrona, sino de quien estuvo en los fogones de la UCD, y apagó la luz y echó el candado del partido tras el desastre
FELICIANO CORREA
Sábado, 30 de enero 2021, 14:01
Las generaciones que hoy viven en España son herederas de un trance histórico con el cual nuestra nación asombró al mundo. Aquel tiempo crucial al ... que me refiero, fue duro, de agrios debates, lleno de incertidumbres que podrían haber dado al traste con el propósito. Pasar de una dictadura de cuatro décadas a una democracia no era fácil. Sin embargo, triunfó el espíritu de concordia y el afán de conciliación, costumbre bastante desconocida en nuestro discurrir. Las referencias del siglo XIX nos hicieron saber que fuimos campeones en los enfrentamientos, con 130 gobiernos, 9 constituciones, 5 guerras civiles, decenas de regímenes provisionales y casi 2.000 revoluciones. Así que lo sucedido en el posfranquismo resultó sorprendente por el acuerdo entre gente de tan diferente pelaje ideológico. Ante aquella realidad que ya está en los libros es oportuno preguntarse ¿Cómo fue posible que sucediera tal cosa en un país tan dado a las reyertas? ¿Cómo se explica que aquella dudosa travesía fuera pilotada por un joven político que había jurado de rodillas y ante la cruz, servir las leyes franquistas? ¿Qué sucedió para que una oposición clandestina, incluyendo el PCE, creyese que lo conveniente no era entonces la apuesta por la república sino tomar parte en los pactos reformistas bajo una monarquía parlamentaria?
'Las Transiciones de UCD (1978-1983)'
JUAN ANTONIO DÍAZ-AMBRONA
Editorial: Galaxia Gütemberg. 448 páginas. Precio: 23,50 euros
Las respuestas a estas preguntas servirán para entender el hecho paradigmático que llevó la contraria a la trayectoria de un pueblo que sembró su existencia más de grescas que de pactos. Todo ello y otros aspectos que llevaron a la Constitución del 78, pueden hallar explicación en la obra que Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona acaba de publicar bajo el sugerente título de 'Las Transiciones de UCD (1978-1983)'. En este periódico me ocupé de glosar su anterior libro, 'Memorial de Transiciones (1939-1978)', el día 18 de junio de 2015. Esta de ahora es más cercana a nosotros, abordando ciertos pormenores de lo que se llamó «el conflicto extremeño».
Gregorio Peces-Barba, que fue presidente del Congreso, presentó Ortega a Juan Luis Cebrián, y en ese momento apuntó Peces-Barba: «Juan Antonio era el más inteligente de todos», según ha recordado recientemente Cebrián en El País. Pero no puedo pararme ahora en los méritos del personaje, uno de los más brillantes redactores de Tácito, porque voy a su nuevo libro. Y destaco que lo escrito no es solo fruto de un testigo de aquellos años, sino de quien estuvo en los fogones de la UCD, y apagó la luz y echó el candado del partido tras el desastre.
Qué pasó en Unión de Centro Democrático para que en casi cinco años pasara del triunfo a la desaparición. La respuesta, pormenorizadamente descrita en prosa tan cuidada como lejana al ajuste de cuentas, se contiene en estas páginas. Desaparecidos aquellos remeros principales del centro político, es Ortega el mejor testigo vivo que puede describir los años decisivos que fueron la raíz del desarrollo económico y social que hemos disfrutado. El diseño de la construcción jurídica del nuevo Estado, el modelo de la España autonómica, rubricada por los padres de la Constitución, propició el mejor periodo de paz y de progreso.
Los nombres que el lector tiene en su cabeza, Felipe González, Guerra, Calvo Sotelo, y otros extremeños como Sánchez de León, Alberto Oliart, Rodríguez Ibarra, Rovira Tarazona, Pérez de Acevedo, Masa Godoy, Suárez Generelo, Ramallo, Hernández Sito, etc. quedan recogidos, e incluso algunos «retratados», en un texto de madurez, en cuyas letras Ortega regala mucha más comprensión que látigo.
Sí, lo sucedido en la Transición política ha sido causa y razón que explica no pocas claves de la vida presente. En este trabajo se palpa el sentido de Estado que tuvieron sus protagonistas, frente al aprovechamiento y los abusos desvergonzados de los políticos mandamases que ahora soportamos.
Nadie puede huir de la sombra con que nos arropa la historia; entonces se logró hacer lo más difícil: asentar la piedra constitucional, y liquidar los odios ancestrales de aquella España de Machado que helaba el corazón.
Por ello resulta tan penoso comprobar lo poco que se ha aprendido, al ver a separatistas, cómplices de terroristas, comunistas y otros, bajo el amparo relamido del sanchismo, al que no le importa llevarnos, otra vez, a una época negra.
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