Juan Margallo, grande, siempre
Una vida dedicada al arte, con una trayectoria de intensidad teatral imaginativa, atrevida y compleja que, por méritos propios, figura entre los máximos exponentes del teatro independiente de España
Juan De La Cruz
Viernes, 7 de marzo 2025, 22:53
Juan Margallo, grande, siempre, se nos ha ido. Con su adiós, echo mano a mi blog, 'Cacereñeando', en el que allá por 2015, publiqué un ... recuerdo de los lejanos años niños, en los que un Juan Margallo adolescente nos entretenía a un puñado de chiquillos del Paseo Alto, donde vivía, y de la calle Moros (Margallo), con sus juegos y trucos de magia, con sus imágenes teatrales, que llevaba tan adentro. Siempre ameno y divertido.
Una personalidad de relieve ya en aquel entonces, al que su padre llevó a la Escuela de Peritos Industriales de la localidad salmantina de Béjar, para acabar, entre sus planteamientos creativos e innovadores, en la Escuela de Arte Dramático de Madrid. Estaba claro que ese era su camino, tal cual destaca su larga y galardonada trayectoria, ahora que vemos el esplendor de su recorrido de su personalidad.
Desde su llegada a la Villa y Corte fue rompiendo moldes, porque, era, sencillamente, lo que le sugería esa vocación, ese aliento y alma teatral que le inquietaba y seducía desde su extroversión con una fuerza excepcional, desde la que siguiendo sus pasos alcanzaría los mayores logros que le hicieron triunfar en los escenarios teatrales a unos muy cualificados niveles sobre los que, pasando revista paulatinamente, nos deja constancia de su talla, de su nivel, de su personalidad, del impulso que almacenaba en sus adentros.
Un cacereño de relieve en el panorama artístico, arrancando en sus rebeldías e inquietudes, como exponentes significativos de su confianza en los proyectos por los que se dinamizaban, día a día, a lo largo de muchos años. Un cacereño que desde muy joven tenía claro que quería ser actor… Y, posteriormente, a plazo intermedio, autor, dramaturgo, director de teatro, bajo su tónica creativa y renovadora en ese ámbito tan complejo. Por lo que luchó desde siempre, a brazo partido, llegando a alcanzar esa cima, tan compleja, destinada, solo, a los más grandes. Como lo fue él, que alcanzó galones de marcado relieve profesional y alzándose como la gran voz, imagen y exponente del teatro independiente, por méritos propios.
Un día, años 80, sabiendo de su presencia, acudí desde mi mesa de trabajo en Televisión Española hasta el estudio. Creo recordar que su cita era con José María Iñigo. Un gran abrazo, recuerdos, estampas, imágenes, secuencias, sobre el panorama de nuestras vidas en el Cáceres de aquellos lejanos tiempos, cuando nos entretenía a unos cuantos muchachuelos con su imaginación, espontaneidad y creatividad que admirábamos. Luego, con sus obras, también nos encontramos otras veces en saludos y algunas conversaciones.
Su vida estuvo pilotada por su afán, su trabajo, la confianza en su horizonte y el empeño para alcanzar sus metas. Todo un mérito de grandes considerandos en aquellos enmarañados años, como para lanzarse a la comprometida aventura de su particular anhelo y sendero teatral, desde posiciones independientes, luchadoras y reivindicativas. Pero a base de constancia y de tesón, aquel cacereño iba logrando abrir su presencia al otro lado del telón oficialista. Menudo empeño el de nuestro admirado maestro en magia, truco y exhibiciones de su faceta artística.
Convencido en su fe y en sus expectativas, prefería ese otro mundo de nuevas alternativas desde un espíritu inquieto, bohemio, luchador, rebelde, en esa batalla de tanto empeño e insistencia de un Juan Margallo que se subió por primera vez a un escenario en el Gran Teatro de Cáceres, participando con el grupo 'El Retozu', con la obra 'Militares y paisanos'.
Repaso ahora, desde el dolor en su despedida, sus afanes, sus ajetreos, sus incursiones, su bonhomía, su inteligencia, su obra, sus compromisos y sus galardones. Un sendero cuajado de mucho trabajo, que jalonan a Montánchez, a Cáceres, al teatro y a las Bellas Artes y a un cacereño, todo corazón y entusiasmo.
Un personaje de largo recorrido, que se emocionaba con los aplausos, que trabajaba incansablemente, que se superaba en el reto del más allá, del más difícil todavía. Bohemio, inteligente, trabajador que fue evolucionando en su sendero entre las bambalinas y los escenarios, a golpe de una personalidad y una trayectoria que arrancaba en aquellos entretenidos pasos, con aquellas muestras ante la chiquillería cacereña que le admiraba entre el Paseo Alto y la calle Moros.
Trabajó con José Tamayo y Miguel Narros, fundó el grupo 'Tábano', que puso en marcha 'Castañuelas 70', son algunos ejemplos para rememorar estampas emocionales de un personaje que, como él, creía en sí mismo, que batalló lo indecible, y que su trayectoria no es más que un recorrido de sus propios merecimientos que él revestía de una sencillez admirable y de una charla incansable, profunda, intelectual.
Junto a una intensa cantidad de recuerdos, con sus hermanas y unos chavales vecinos, toda una trayectoria de intensidad teatral imaginativa, atrevida, compleja, que por méritos propios figura entre los máximos exponentes del teatro independiente de España.
Una vida dedicada al arte de la sensibilidad teatral, desde el rigor de su propia independencia, de numerosas adversidades, dificultades y empeños, que paseó y lució con orgullo su identidad cacereña y extremeña, por la amplitud de los escenarios del mundo teatral.
Gracias, pues, querido Juan, ahora que me envuelvo y cobijo en la ya lejana niñez, cuando nos ilustrabas con tus juegos de magia y aquellas escenas teatrales que improvisabas con los críos de tu vecindad. ¡Buen viaje por la eternidad, amigo mío!
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