Borrar
Sylvia A. Earle, en el Hotel de la Reconquista. MARIO ROJAS
Premio Princesa de Asturias 2018 de la Concordia

Sylvia A. Earle, Premio Princesa de Asturias 2018 de la Concordia: «Tenemos solo diez años para revertir el cambio climático»

Sylvia A. Earle. Premio Princesa de Asturias de la Concordia ·

«Debemos abandonar rápidamente los combustibles fósiles. Es hacerlo o morir»

AZAHARA VILLACORTA

OVIEDO.

Jueves, 1 de enero 1970

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Si no supiéramos que Sylvia A. Earle (Nueva Jersey, 1935) tiene 83 años, resultaría difícil adivinarlo, porque la vitalidad que desprende la galardonada con el Premio Princesa de Asturias de la Concordia parece proceder de otro mundo, quizá subacuático. Esta mujer menuda y corajuda que se ha ganado por derecho propio el título de 'dama de las profundidades' realizó su primera inmersión en el mar con diecisiete años y aún está en activo. Bióloga marina, investigadora, gestora, empresaria, docente y divulgadora, estamos ante una 'heroína del planeta' por haber dedicado su vida a la exploración e investigación de los fondos marinos y a la conservación de los océanos. Con más de cien expediciones en todo el mundo y más de 7.000 horas de buceo, Earle es además una pionera, porque en 1970 encabezó el primer equipo de mujeres aquanautas que vivió durante dos semanas a 18 metros de profundidad en las Islas Vírgenes. Ayer contó en Oviedo que se enamoró del mar cuando una ola la tumbó en la playa. Tenía «cuatro o cinco años».

-Enhorabuena por su Premio.

-Muchas gracias. Estoy muy honrada y emocionada por tener la oportunidad de conseguir captar la atención del mundo sobre un tema muy importante, que es que necesitamos hacer las paces con la naturaleza.

-Al ritmo que vamos, ¿cree que seremos capaces de conseguirlo?

-Soy una persona optimista en todos los aspectos y siempre les digo a los niños que son muy afortunados por tener conocimientos que no existían cuando yo era pequeña y poder comunicar ese saber a alguien al otro lado del mundo con un teléfono móvil. Nunca antes se nos había dado este regalo: ser conscientes de que dependemos de los sistemas naturales y de que estamos perdiendo biodiversidad. Saber es la clave para resolver los problemas, y la ignorancia, el gran enemigo del planeta.

-Ha empezando por crear una red mundial de áreas marinas protegidas llamadas 'Hope spots' ('Puntos para la esperanza'). ¿Cree que Asturias es una buena candidata?

-Sería un sueño. Es la primera vez que estoy en el hogar del calamar gigante, con una fauna y una flora maravillosas en su mar y unas gentes estupendas. Es un lugar precioso. En España, Mallorca y el Mar de Alborán ya son 'Hope spots'. Y, si unimos todos estos puntos, impulsados por la gente de la zona, por quienes aman el mar y la naturaleza, habrá esperanza, porque ahora están en peligro. Muchas veces, nos preocupamos por la importancia de la economía, de la sanidad o la seguridad, pero todo esto no puede existir si no protegemos la vida. Si queremos respirar, tenemos que preocuparnos del planeta.

-Otra de sus decisiones, esta de carácter personal, fue dejar de comer animales. ¿Debemos reducir nuestro consumo de pescado y marisco?

-Procedo de una familia en la que íbamos a pescar y el cambio se produjo cuando empecé a percibir la vida en los océanos como algo salvaje, cuando me di cuenta de que no hacemos nada para meter esos peces en el mar. Simplemente, los sacamos. Eso me cambió. Desperté. Para mí, consumir un pez que ha tardado treinta, cuarenta o cincuenta años en crecer no tiene mucho sentido. Ni siquiera uno que ha vivido veinte. Puedo comer otras muchas cosas como verduras, que se pueden cultivar. No es algo difícil ni es una penuria. Simplemente, hace falta ser un poco creativo en la cocina. Y, si elegimos comer animales, podemos comer aquellos que tienen un impacto menor en lugar de otros que tardan tanto tiempo en crecer. Un pollo, por ejemplo, tiene un menor coste medioambiental que un atún. Yo elijo ser parte de la solución, no del problema. Y, aunque no pretendo decirle a la gente lo que tiene que comer, he llegado a entender que lo que cada persona decida de forma individual marca la diferencia. Siete mil millones de decisiones individuales son las que hacen que este mundo sea como es y quizá no deberíamos comer tanto pescado para tener un planeta mejor. Hay que tener cuidado con lo que metemos y sacamos del océano, porque tiene que seguir haciendo lo que ha hecho siempre: darnos la vida. Sin azul no hay verde.

-Hay personas como el presidente de su país, Donald Trump, que siguen negando el cambio climático.

-No discuto lo obvio. Simplemente, abro los ojos y veo todas las pruebas que tenemos a nuestro alrededor. Hasta los niños lo pueden ver. Los políticos también, pero algunos han optado por adoptar otra posición. Esto no se trata de derechas o de izquierdas: las evidencias son claras. ¿Pero tenemos la valentía para actuar de acuerdo a ellas? La economía y el medio ambiente deben ir de la mano. No se trata de elegir. Toda nuestra existencia depende de mantener la naturaleza porque el agua y el oxígeno no los fabricamos. Tenemos que proteger el medio natural como si nuestra vida dependiese de ello porque así es.

-¿El cambio de nuestros modelos productivos resulta urgente?

-Debemos modificar la energía de la que nos alimentamos. Es hacerlo o morir. Los combustibles fósiles (el carbón, el petróleo o el gas) tienen que ver con nuestro nivel de prosperidad. Hemos elevado ese nivel, hemos subido a la Luna gracias a ellos, tenemos internet y más conocimientos, pero los últimos informes de los científicos nos dicen que nos quedan diez años o incluso menos para generar ese cambio. No es mucho tiempo, aunque, si nos lo tomamos tan en serio como se merece el futuro de la humanidad, podemos ser héroes y heroínas para el resto de la Historia. Se trata de pensar de manera creativa sobre esas industrias que han permitido el actual nivel de prosperidad y conseguir que usen su poder para buscar mejoras. Ellas mejor que nadie saben lo que tienen que hacer, cómo aprovechar el sol y el viento para generar la energía que tanto necesitamos. Es una cuestión de voluntad y de que la gente apoye en conjunto este cambio. No va a pasar de la noche a la mañana, pero podemos y debemos actuar rápido.

-La definen como la 'heredera de Cousteau'. ¿Ha resultado duro ocupar su trono siendo mujer?

-La era de la exploración fue el siglo XVI y todos eran hombres, así que es un cambio muy positivo que haya tantas mujeres ascendiendo montañas y buceando. Científicas, ingenieras, exploradoras, profesoras... También soy consciente de que muchas de esas exploraciones (por ejemplo, las de Colón o Magallanes) estaban patrocinadas por reyes y reinas. Así que el hecho de que hoy los Reyes de España me permitan lanzar mi mensaje y de que continúen alentando a los líderes me parece maravilloso. La diferencia es que ahora ya no se trata de surcar océanos, sino de estar a la vanguardia del conocimiento, del arte, del deporte... Estoy muy agradecida por poder ser parte de ello.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios