Las contradictorias metáforas frías de Luis Gordillo
La muestra 'Dime quién eres Yo' reúne más de un centenar de obras creadas en el siglo XXI por el irreductible artista sevillano
Las contradicciones y las inseguridades, mucho antes que la certezas, definen la personalidad y la obra de Luis Gordillo (Sevilla, 89 años). Pintor activo desde ... hace siete décadas e hiperactivo en las dos últimas, Gordillo concibe la pintura como un juego y una reinvención constante. El cambio, la muda de piel, y el renacer están en la raíz de su labor. «Más en los últimos años», según Bea Espejo, comisaria de la muestra 'Dime quién eres Yo ' que «se adentra en su laberinto psíquico, emocional y artístico». Revisa la obra del siglo XXI de este incansable e irreductible buscador, uno de los creadores más singulares y prolíficos de su tiempo y ganador del premio Velázquez en 2007.
Es la muestra más importante dedicada desde entonces al creador sevillano y reúne un centenar de obras, la mayoría de gran formato, entre cuadros, dibujos, fotografías e instalaciones hasta el 14 de enero en la sala Alcalá 31 de Madrid. «Su mente es como una centrifugadora», dice Bea Espejo. «Cada cuadro es un resumen de logros y descubrimientos», añade la comisaria que se ha remontado a aquella gran exposición de Reina Sofía que cerraba la pieza 'Iceberg tropical'. La que ahora recibe al espectador es 'Martirologio cromático' (2006).
«Mi obra ha ido creciendo. En los 80 tuvo un momento de consagración y de maduración y ese proceso de cambio no ha parado nunca. No soy un artista que se acomoda en una manera de trabajar y se dedica a copiarse a sí mismo. Supone un gran esfuerzo cada día porque la pintura, si se toma en serio, es un trabajo muy duro. Con esta muestra mi obra está terminando», apunta Luis Gordillo, a quien una caída sin consecuencias graves impidió estar en la presentación de su exposición más importante de los últimos años. El resumen de una vida de juego creativo que no ha podido limitar ni la vejez ni la depresión.
«La idea de fragmento es fundamental en la obra de Gordillo, que se refiere a sus sus creaciones como metáforas frías, celulares, o alargadas», apunta Bea Espejo. Para ella, la obra de Gordillo es «una sucesión de preguntas sobre la esencia misma de la pintura y de la imagen». Hablar con él «es como subir a una montaña», asegura Espejo cuya muestra es « una especie de mapa que dice 'vengo de allí y voy hacia aquí' y funciona como un impulso, como quien camina dos pasos atrás para coger carrerilla, empeñado en dar cien por cien en cada cuatro, entregarse y no repetirse».
Con las tripas
Sin ligarse ni limitarse a ninguna tendencia o estilo, Gordillo se reinventa para ser fiel a sí mismo. Su obra amalgama estilos e influencias dispares: pop, expresionismo, informalismo, figuración, abstracción geométrica o, para muchos, mera abstracción, algo que saca al pintor de sus casillas. «Se enfada muchísimo cuando le dicen que es un pintor abstracto. Él replica que es muy concreto, aunque no sea plenamente figurativo», dice Espejo.
«Gordillo pinta con las tripas antes que con la cabeza o con los pinceles. Es un proceso racionalmente irracional, como diría él mismo, en el que se deja llevar por una pulsión incesante» resumen la comisaría de un muestra «que quiere trasladar lo psíquico y lo emocional del trabajo de un artista que está cómodo en su incomodidad».
Y es que contrasentidos como este están en la esencia de un creador «que trata de sacar a la luz cosas que no existen», según la comisaria que habla de «golpes secos, perspectivas alargadas y distintas maneras de sentir». «La emoción es lo que define su obra. Cada cuadro es un pulso, hasta que la pintura no lo deja en paz no para. Es cada vez más libre y después de muchas incertidumbres cabe decir que ahora se acepta más, se cuestiona menos y suelta lastre. Se mira al espejo y no se deja en paz» resume Bea espejo.
«Sin ser un 'antipintor' es un creador muy anti» añade la comisaria. «Toda su obra está marcada por una misma línea pero en los últimos 20 años está más libre y enfatiza la idea de extrañeza, y la ironía y los sarcasmos emergen en un artista incansable y dispuesto a reírse de sí mismo.
Centrado en la pintura, Gordillo concede un papel cada vez más relevante a la fotografía, el collage y el dibujo, un territorio donde la imagen en proceso define nuevas configuraciones.
Referente
Artista fundamental y un referente en las nuevas perspectivas de la imagen pictórica y fotográfica, la de Gordillo es «una de las mentes más rápidas, lúcidas y curiosas del contexto del arte», según Espejo. Con el pulso agitado y activo que transmite la energía de un artista que a los 89 años sigue en activo y con una clara influencia en nuevas generaciones,
Segundo de ocho hermanos, estudió derecho y música antes de optar por la pintura. Alumno durante dos años de la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, vivió en París entre 1958 a 1960 en un clima de libertad imposible en España, disfrutando de museos, galerías y de la cinemateca. Dejar París supuso su primera gran crisis y dejó la pintura a la que no regresó hasta 1963, con una estética pop, con su famosa serie 'Cabezas'.
En 1970 tras otra profunda crisis, empieza a pintar cuadros colorista en los que irrumpe la ironía. En los 80, su pintura se hace más abstracta y menos cromática, e incide en técnicas mecánicas como el offset, la fotografía hasta llegar más recientemente, el ordenador y la creación digital, como parte de su amplia investigación en torno a la transformación de las imágenes y los medios.
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