De Bilbao al espacio
Un colegio de la capital vizcaína participa en una iniciativa promovida por la Agencia Espacial Europea lanzando un satélite del tamaño de una lata de refresco
laura gonzález
Viernes, 1 de abril 2022
¿Quién no ha soñado de niño con ser astronauta y llegar a la luna construyendo su propio cohete, dejando volar la imaginación? En el colegio bilbaíno Madre de Dios un grupo de una docena de alumnos, de 4º de la ESO, han dado un paso más allá colocándose las batas de científicos y técnicos para participar en la iniciativa CanSat, promovida por la Agencia Espacial Europea. Un desafío a estudiantes de todo el continente que se han afanado desde el inicio de curso en el diseño de un satélite del tamaño de una lata de refresco que fue lanzado hace unos días a casi 1.500 metros de altitud en distintas fases regionales.
En concreto, en la que corresponde a Euskadi y Navarra, tuvo lugar en el Circuito de Los Arcos. Una prueba en la que participaron casi un centenar de chavales de 15 años. Con este centro como único representante de la capital vizcaína, junto a Munabe de Loiu, el objetivo principal era fomentar entre los jóvenes las competencias STEAM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas), con la fabricación de un artefacto a pequeña escala que contara, al igual que uno original, con la energía, los sensores y un sistema de comunicación que le permitiera cumplir una serie de misiones, con un hardware y software diseñado por ellos mismos.
Como cuestión obligatoria, además de no superar las dimensiones requeridas y el peso, todo ello similar al de una lata de bebida, debían de poder medir la presión atmosférica y la temperatura, en los pocos segundos en los que el satélite permanecían en el aire, tras ser lanzado por un cohete que alcanzaba una aceleración de 14G. «Con esta gran fuerza técnicamente los dispositivos estaban expuestos a sufrir mucho», explica José Antonio Ortega, profesor de Tecnología y líder de este proyecto, junto con el también docente Andoni Salvador, encargado de área de emprendimiento.
Esto, unido a la fuerza del viento y a la mayor cota de altura a la que fueron lanzados (el doble respecto al año pasado, en el que también participó el colegio Madre de Dios), hizo que gran parte de los prototipos, que llevaban un paracaídas incorporado para ayudar a su aterrizaje, no llegaran a tierra. «Debido al aumento de potencia, el área de dispersión también fue mayor, por lo que la mayoría de los satélites no se pudieron recuperar, como tampoco fue posible la recogida total de los datos», declaran, reconociendo que pese a todo se sienten muy satisfechos de todo el trabajo realizado. «Al final, como sucede en la carrera espacial, te encuentras con problemas técnicos y de última hora. Fue una gran oportunidad de aprendizaje, que todavía sigue, pensando en las distintas hipótesis del motivo por el que no han regresado, y en cómo lanzarlo en las próximas ocasiones». El ensayo-error previo tan común en todos los proyectos e investigaciones.
Retos propios
Este centro del barrio de San Inazio se presentó con dos satélites, el VasqueSpace y el CaVasClub. Además de la misión principal, tenían que escoger otra secundaria para cada uno de los dispositivos. Con uno pretendían rendir homenaje al 50 aniversario del lanzamiento de la Pioneer 10, la sonda espacial extrasolar que supuso el primer intento de comunicación con civilizaciones extraterrestres. «Siguiendo esa idea se nos ocurrió crear nuestro propio mensaje, reproduciendo algunas pistas del audio que se lanzó posteriormente en la Voyager 1, transmitiéndolas por FM, en onda de radio para cualquier receptor. Además coincidía con el 45 aniversario de la película 'Encuentros de la tercera fase', e intentamos reproducir su famosa sintonía de notas».
Todo un guiño al desarrollo de la carrera espacial. «Intentamos que los alumnos vieran que lo que hoy en día ellos están desarrollando tiene un pasado que igual no conocían, pero que en un futuro ellos mismos pueden ser quienes estén llevando a cabo esos planteamientos que en los años 70 u 80 se hicieron otros científicos».
El reto que escogieron para el otro dispositivo fue más tecnológico, basado en el uso del 'machine learning' (aprendizaje automático). «Utilizando los datos recogidos en la primera misión, y usando algo que está muy de moda, como la inteligencia artificial, planteamos el aprendizaje a partir de unos datos que habíamos recogido en el aeropuerto de Loiu para hacer con ellos una previsión de lluvia». A pesar de no haberse clasificado para la siguiente fase, a nivel nacional, por su trabajo recibieron una mención especial, destacando su proyecto como el de mejor difusión y comunicación. «Eso ya es un todo reconocimiento», aplauden.
Contagiar a la comunidad educativa
Después de esta experiencia, en la que en su diseño y puesta en marcha han participado alumnos también de otros niveles, dotándole de un carácter multidisciplinar, desde el colegio Madre de Dios animan a otros centros a sumarse a este tipo de iniciativas y retos STEAM, «que aportan innovación, y es donde se pueden desarrollar las competencias de los alumnos». «Queremos contagiar un poco a la comunidad educativa para en próximos años ser más equipos en Euskadi. Con ello podríamos tener una sede propia para hacer competiciones y lanzamientos», declaran, resaltando el valor añadido que aporta el trabajo en este tipo de proyectos. «Además de incentivar a los chavales, se encuentran con otros como ellos y se generan sinergias, aprendizaje entre equipos, un carácter de comunidad muy bueno».
Este centro está habituado a lanzarse a este tipo de puesta en marcha de proyectos reales, como la carrera de coches sostenibles eléctricos que se celebró el pasado mes en las inmediaciones de San Mamés. «Creemos que si como docentes hacemos el esfuerzo y vemos qué experiencias hay alrededor que son incorporables al aula, estamos contribuyendo a que el modelo educativo sea cada vez más competencial e ilusionante para el alumnado. Confiamos en despertar vocaciones suficientes para que el día de mañana sean lo que quieran ser».