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Unamuno a su amigo masón en 1897: "Dime si existe Cáceres"

En 1897 Manuel Castillo dejó su trabajo en la biblioteca de la Universidad de Salamanca, para ir al Instituto de Cáceres. Su amigo Unamuno se despidió de él pidiéndole que le escribiera contando si existía Cáceres. Le respondió que sí existía, “aunque no debía existir por su vida lánguida, inútil y adormecida”. Nada más llegar, Castillo pidió el traslado; pero no se lo concedieron. Vivió en Cáceres 22 años, en los que trabajó para los más necesitados, dirigió el Instituto y un periódico en el que criticó a los caciques, también cofundó la ‘Revista de Extremadura’. Se fue con cierto pesar a Valencia y cuando llegó la Guerra Civil se exilió en Francia, de donde escapó a México huyendo de los nazis. Allí escribió sus memorias en las que habla con cariño de Cáceres y de la gente que conoció aquí, dejando estipulado en su testamento que parte de su herencia fuera para becar a estudiantes sin recursos de Cáceres y Valencia.