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Pasan 15 años desde que se incoó el expediente para la declaración como Bien de Interés Cultural (BIC) del poblado minero y se van a cumplir 14 desde que en mayo de 2011 se publicó en el DOE. Allí vivieron cacereños que tuvieron agua potable y luz incluso antes que quienes residían en el centro, casas con jardín esplendorosas para los profesionales del negocio minero, una actividad floreciente que trajo a Cáceres el ferrocarril. Poco o nada queda ya allí de aquello. El abandono llena el poblado minero, que se presenta como «prototipo de barrio sostenible» en la llamada Agenda Urbana de Cáceres.
Su revitalización se plantea en consonancia con el Plan Especial de Reforma Interior (PERI). Aprobado de forma definitiva en pleno en 2016, tampoco ha supuesto ningún avance. «El objetivo de esta visita no ha sido solo el de conocer el estado en el que se encuentra el poblado, sino también establecer un calendario de trabajo con la Asociación Minas de Aldea Moret para poner encima de la mesa actuaciones que tiendan a recuperar el poblado», se comprometió en julio pasado el alcalde. En enero, el PP apoyó una moción de Vox para instar a la Junta de Extremadura a actuar.
El concejal de Cultura, Jorge Suárez, ya avanzó entonces la posibilidad de optar a alguna convocatoria de fondos europeos. Ese es el paso que finalmente se ha dado como punto de partida.
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