«Es la primera Navidad fuera de Ucrania y pienso en mi familia y en mi país»
Los refugiados ucranianos como Alyna Klymenko y su familia viven las primeras Pascuas en Extremadura a salvo de la guerra
Alyna Klymenko salió con sus dos hijos de 9 y 15 años de la ciudad de Sribne, en el norte de Ucrania, pocos días después ... del inicio de los bombardeos rusos y llegó a Cáceres en marzo. «En cuanto hubo posibilidades de salir sin ser fusilados por el camino lo hicimos» cuenta a través del traductor de Google esta mujer de 37 años que trabajaba como cajera de banca antes de que su vida diera una vuelta de campana tras el inicio de los ataques de Rusia el 24 de febrero de 2022. Cáceres ha sido la primera y la única ciudad en la que ha residido en España, y donde permanece a salvo de la situación en su país, en donde se quedaron sus padres y sus hermanos. Está divorciada del padre de sus hijos.
Cuando se le pregunta que es lo que más echa de menos en esta Navidad lo tiene muy claro: «a mi familia». Este año todo va a ser diferente. De entrada, las fechas, ya que Ucrania, un país en el que la religión mayoritaria es el cristianismo ortodoxo celebra su fiesta grande en la noche del 6 al 7 de enero. Pero tal y como explica Alyna, en los últimos años «también se ha celebrado el día 25». Ucrania ha vivido su particular debate sobre la conveniencia de alejar su identidad de la órbita rusa y acercarse a occidente concentrando sus celebraciones el 25. España tiene la particularidad de celebrar de una forma muy especial la Nochebuena, algo que no sucede en otros países europeos, que se centran en el propio día de Navidad y es en ese momento cuando lo celebran todo.
Esta mujer participó en Nochebuena en la cena solidaria que organizan colectivos ciudadanos de Cáceres y la parroquia de San Juan Bautista y que tuvo lugar en la asociación de vecinos de la Madrila. 95 personas, no solamente procedentes de Ucrania, sino también de otros muchos puntos del planeta, se sentaron juntos en una noche que tienen muchos significados, entre ellos la fraternidad y la paz. La colaboración de diferentes instituciones y de voluntarios ha permitido que migrantes y refugiados hayan degustado un menú con platos típicos de estas fechas. Típicos de esta zona del planeta, claro.
En su país Alyna participaba en la noche del 6 al 7 de enero en una comida en la que se preparan 12 platos que son degustados por la familia. Uno de los platos más típico es la kutia, se trata de un plato dulce elaborado con granos de trigo cocidos, semillas de amapola, miel, fruta deshidratada y frutos secos, tal y como describe la propia Alyuna. Además de en Ucrania es típico en Bielorrusia, Ucrania, Polonia y Rusia. También es una costumbre de su país que en la mañana de Navidad la gente vaya disfrazada «a las casas de otras personas para cantar villancicos».
Esta mujer, una de las cerca de un millar de personas que han solicitado protección internacional en Extremadura en lo que va de año, asume que uno los principales problemas para la integración ha sido el idioma. Accem, la oenegé que trabaja bajo el mandato del Ministerio de Migraciones, ofrece cursos de español a los ucranianos, pero el proceso es lento. El hecho de ser un idioma de raíz eslava lo hace muy diferente al castellano.
Tampoco ayuda al aprendizaje las facilidades que brinda el traductor de Google ni el hecho, totalmente natural, de que se relacionen entre ellos para buscar ese calor de los compatriotas. Esto hace que el trabajo, la integración laboral, se haya convertido en un reto, a pesar de que tienen facilidades legales para ello, porque Europa ha ofrecido permiso de trabajo a todos estos refugiados. «Nos han dicho que cuando aprendamos más español podremos trabajar», señala Alyna. Accem ha gestionado vivienda y manutención para estos migrantes. Esta mujer vive con sus dos hijos en un apartamento y pasó por el hotel Ara de Cáceres, con quien Accem tiene convenio para alojar a los refugiados en su primera fase.
«Celebramos la Navidad del 6 al 7 de enero, nos reunimos en familia y degustamos 12 platos como la kutia, un dulce de trigo y amapola»
«Nos hemos enamorado de España y de su amabilidad, si tenemos una oportunidad intentaremos quedarnos»
Ella no es optimista sobre el fin de la guerra. «No sé lo que va a pasar», indica lacónica y a continuación añade que aunque el conflicto termine el país va a quedar en unas condiciones poco esperanzadoras. Así que no está claro que quieran regresar. «No sé si quiero irme a casa, si hay una oportunidad de quedarnos aquí nos quedaremos, será muy difícil vivir en Ucrania ahora y en el futuro», señala Alyna junto a su hijo Antón, con quien intercambia frases en ucraniano. Antón también está llevando a cabo su particular proceso de adaptación en la escuela. Acude desde el año pasado al colegio Prácticas y este año está en cuarto de Primaria.
Lo que sí siente Alyna es agradecimiento hacia los españoles y los extremeños. «Son gente muy amable y muy simpática, y nos hemos sentido muy acogidos», expone. «Nos hemos enamorado de España».
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