El maltratado monumento que se disputaron Cáceres y Badajoz
En 2015 un muchacho de 13 años, armado con una barra, destrozó el monumento a Juan Muñoz Chaves, el famoso político y abogado. Cuando murió en 1917, se realizó una suscripción popular en toda Extremadura para hacerle un monumento. Cáceres y Badajoz lo querían y hubo que hacer un sorteo.
Hace mucho, mucho tiempo, cuando era niño y vivía en una isla lejana llamada Fernando Poo, mi padre me reñía cuando al levantarse por la ... noche me encontraba leyendo algún libro en la cama con la luz encendida. «¡Este muchacho nos va a arruinar!», le decía a su esposa, mi dulce madre que tenía escondido un revólver para defender a sus hijos cuando mi padre estaba meses embarcado en el 'Malaspina'.
Ha pasado el tiempo y ahora, en Cáceres, soy yo el que riñe a un muerto, a Sanjosé, cuando al levantarme me lo encuentro en el estudio con la luz encendida, en donde ha estado leyendo sabe Dios cuántas horas. «¡Me vas a arruinar, cabrito!», me quejo mientras él se balancea en la mecedora con el libro abierto en sus manos y me contesta, «Bah, ¿Para qué querrás tú el dinero?».
Ayer, después de regañarle otra vez, me eché un café y fui a ver qué era lo que estaba leyendo. Era un libro que hace poco me habían regalado, una biografía de Juan Muñoz Chaves, que acaban de publicar el historiador José Antonio Ramos Rubio, cronista oficial de Trujillo, y el abogado José Luis Pérez Mena.
–¿Qué? ¿Qué te parece el personaje?
–Juan Muñoz Chaves tuvo mucha importancia, tanto que tiene calles con su nombre no solo en Cáceres, sino en Arroyo de la Luz, Brozas, Torrequemada, Miajadas o Cilleros.
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–¿Dónde nació?
–En Bienvenida (Badajoz), en 1855, en donde su padre era un importante terrateniente. Estudió Derecho y se estableció como abogado en Cáceres en 1877.
–¿Y por qué en Cáceres?
–Aquí ejercía como abogado su tío Joaquín Muñoz Bueno, que fue alcalde y diputado a las Cortes por Cáceres. El sobrino enseguida aventajó a su maestro, brillando como orador. Tuvo pleitos en Extremadura y también en Madrid, en donde llegó a entablar amistad con Valle-Inclán. Cuando estaba en Madrid andaba con su amigo Roso de Luna y con Moret.
–Segismundo Moret, el de las minas de Aldea Moret...
–El mismo –dijo Sanjosé mientras se balanceaba–. Moret fue su padrino político. En el libro hay un interesante prólogo de Esteban Cortijo, que señala que cuando se murió Sagasta en 1903, el Partido Liberal entró en una profunda crisis de liderazgo, y en Cáceres hubo un enfrentamiento entre los partidarios de Canalejas y los de Moret, éstos liderados por Muñoz Chaves. Moret, cuando fue presidente del Consejo de Ministros, en 1909, nombró a Chaves director general de Administración Local, un cargo que hizo que durante un tiempo viviera en Madrid. Esteban cuenta una cosa curiosa, ahora que están de moda los desayunos...
–¿Cuál?
–Que el mejor desayuno extremeño es... ¡la sopa de ajo con un huevo! Se lo tengo que contar a mi nieto cocinero.
–¿Fue un buen político para Cáceres?
–Bueno. Él impulsó la llegada del ferrocarril a Cáceres en 1881, y utilizó sus influencias para que tuviera una guarnición militar permanente. Tuvo muchos cargos: senador del Reino, diputado a Cortes, diputado provincial, presidente de la Cámara Agrícola, varias veces decano del Colegio de Abogados de Cáceres... En el libro se dice –el difunto lo abrió para leer un párrafo–: «Juan siempre opinaba que todas las maravillas del mundo, todas reunidas, no valían lo que la sonrisa de un niño sencillo y humilde que no pasaba carencias».
–Lo que fue increíble fue su muerte, el patatús que le dio después de defender con vehemencia una causa civil en el viejo Palacio de Justicia.
–Eso fue el 23 de marzo de 1917. Llegó a su casa, que estaba a dos pasos del Palacio, en el número 2 de la calle Moreras, y le dio el jamacuco. Llamaron al médico, le puso una inyección de cafeína y quizás eso propicio su muerte. Tenía 61 años. Por cierto, que su casa se ha convertido en un interesante alojamiento turístico que se llama 'Casa Palacio Muñoz Chaves'.
–Se murió y en Cáceres se quedó su monumento. Se dice que es el único político que tiene estatua en esta ciudad.
–La verdad es que no debió de ser mal político, porque ese monumento se hizo por suscripción popular. De todos los puntos de Extremadura se puso dinero para hacerlo... y creó polémica, porque lo querían poner en Cáceres y en Badajoz.
–Vaya, la eterna disputa.
–Sí, como el Centro Ibérico de Investigación de Almacenamiento Energético, que el alcalde de Badajoz dice que el Gobierno de España se lo prometió a su ciudad en el año 2009 y al final se va a Cáceres. En el caso del monumento de Muñoz Chaves se llegó a hacer un sorteo... y ganó Cáceres.
–Pues aquí no le ha ido muy bien al monumento –señalé–, porque ha sido dañado varias veces, y ahora mismo lleva siete años destrozado. En 2015 un angelito de 13 años cogió una barra de metal y destrozó la figura de la Jurisprudencia.
–Sí, la que sostenía una tabla con el latinajo 'In legibus salus' (en las leyes está la salud). La verdad es que parece mentira que no se arregle, porque ese monumento es el más antiguo del Paseo de Cánovas, se inauguró en 1919, siete años antes que el de Gabriel y Galán, y su autor es, nada más y nada menos, que Mateo Inurria...
–¿Qué, era un escultor importante?
–¡Hombre, Juntaletras. Por Dios! –se levantó de la mecedora el difunto, pegando su cara a la mía–. ¡Era uno de los mejores! En la ciudad en la que nació, en Córdoba, hizo el monumento al Gran Capitán, una estatua ecuestre en la que la cabeza de mármol del jinete contrasta con el bronce, y en Madrid hizo los dedicados a Lope de Vega y al pintor Eduardo Rosales. Los expertos dicen que la Jurisprudencia destrozada en Cáceres era una de sus mejores obras. Anda toma y lee más –me dijo lanzándome el libro de Muñoz Chaves.
Volviendo al principio; es curioso pensar en un niño y un muerto unidos en el tiempo por la lectura, por los libros... por esos eternos amigos.
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