Hijos y nietos de los mineros de Aldea Moret: «Luchamos contra el olvido»
Una nueva entrega floral y el XX festival de flamenco mantienen viva la memoria del pasado industrial de la barriada
Cuando este domingo, en medio de un día gris, comenzaron a sonar los acordes de la mítica 'Soy minero' en Aldea Moret a más ... de uno se le saltaron las lágrimas. Un año más se llevó a cabo el homenaje que promueve la asociación Amigos de las Minas de Aldea Moret (AMAM), en el que tratan de rememorar lo que significó la mina de fosfato en este barrio, que lleva el nombre de Segismundo Moret, un gaditano que consiguió llevar el ferrocarril hasta la boca de la mina para mejorar la distribución del mineral por todo el país. El pasado industrial marcó Aldea Moret y Cáceres desde que en 1864 se produjo el descubrimiento de fosfato en la zona hasta su cierre a mediados de los años 50.
La memoria de los mineros va extinguiéndose porque todos los que trabajaron en esa explotación ya han fallecido, pero los hijos y los nietos sostienen ese recuerdo muy vivo. Pilar Zancada Caballero y Mercedes Castaño son nieta e hija de Francisco Caballero y Silvestre Castaño respectivamente, dos de los mineros homenajeados ayer. «Han ido desapareciendo y ya quedamos solo los descendientes de los mineros» en cuyo recuerdo se hizo ayer el homenaje floral en la rotonda de la estatua al minero de Aldea Moret. «Yo he vivido cerca de la mina, era una profesión muy dura pero muy bonita», explicaba Mercedes. «La mina se cerró y ellos tuvieron otros puestos de trabajo en muchos casos».
«Era un barrio que tenía mucha armonía y unión, se ayudaban muchos unos a otros en las dificultades»
Pilar Zancada
Nieta de minero
«Cuando cerraron y tuvimos que irnos a vivir a Huelva fue un día tristísimo para todos»
Isabel Rodríguez
Hija de minero
A Pilar, al ser nieta, la historia le llega tamizada por el tiempo. «Me lo ha contado siempre mi madre, me contaban que vivían muy bien, era un barrio de gente trabajadora pero que tenía bienestar y mucha armonía entre los compañeros, eran una gran familia, si a algún minero le pasaba algo siempre le ponían la ayuda en la puerta para que cuando salieran los trabajadores le echaran una moneda para que esa viuda sacara a sus hijos adelante a final de mes», evoca Pilar. Ambas consideran que aunque el resto de la ciudad conoce la importancia de las minas de Aldea Moret son ellos los que luchan para que se recuerde siempre. «La ciudad no reconoce el pasado que tiene el barrio y Cáceres tiene mucho que agradecer, porque el tren vino porque la mina lo trajo aquí», señalaba. «Por Santa Bárbara les daban a los mineros la paga e iban bien vestidos a comprar a la ciudad, era más que la Navidad», explicaban con emoción mientras mientras la música seguía sonando.
Difusión
Francisco Luis López Naharro, vicepresidente y portavoz de AMAM señalaba la importancia de difundir el patrimonio histórico e industrial de Cáceres. «Está olvidado, es un bien de interés cultural que se está cayendo, lo que no queremos es que caiga en el olvido, y si nosotros que la sabemos no la contamos se pierde». La asociación cuenta con 200 personas. El centro de interpretación sigue abierto y funcionando, aunque con peros. «Lo que pasa es que está vacío, no tiene contenido, yo tengo material y queremos que eso tenga un cierto contenido, tenga algo de lo que se empleó en la mina». Explica que hace cuatro años una sobrina-nieta de Segismundo Moret donó un óleo, un retrato, el reloj que tenía en el despacho y un par de fotografías».
El Gran Teatro acogió por la tarde el XX festival de las minas de Aldea Moret, que contó con ocho artistas al cante, entre ellos Celia Romero, la bailaora Fuensanta Blanco, tres guitarristas y dos percusionistas. Los mineros homenajeados a título póstumo en esta cita fueron Antonio Rodríguez Galán, Francisco Guerra Pelaez e Hipólito Claudio Jorge Mendoza.
Isabel Rodríguez, de 94 años, es hija de uno de los homenajeados en el festival, Antonio Rodríguez. Recuerda que cuando ella era niña «le iba a llevar el desayuno a mi padre en una lecherita, y luego me iba a casa a ayudar a mi madre a cuidar de mis hermanos». Al cierre de la explotaciónmuchas familias se fueron a Huelva. «Nos fuimos en un autobús por la noche, fue un día muy tristísimo». Ella es capaz de recordar hasta los detalles más pequeños de aquel pasado que ayer volvió a revivirse en Aldea Moret en las jornadas previas a la celebración de Santa Bárbara, patrona de las profesiones que manejan explosivos.
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