Fátima, beneficiaria de Cáritas: «Nos han pagado gran parte del alquiler para que mi familia y yo pudiéramos tener un piso»
Esta argentina de 39 años reside con su marido, sus cuatro hijos y su hermano en una vivienda de dos habitaciones de la calle Miralrío de la capital cacereña. Cáritas ya destina a la vivienda la mitad de sus ayudas en Cáceres
Fátima Magdalena Abdala, de 39 años, y su marido han dejado atrás Argentina, su país, para instalarse en Cáceres junto a sus cuatro hijos, con edades comprendidas entre los 6 y los 16 años.
Ella limpia casas por la mañana y su esposo cuida a personas mayores. Primero llegó él con el niño pequeño. Y poco tiempo después aterrizó ella con sus hijas. Cuentan en Cáceres con un familiar cercano (vive un hermano de su marido), un hecho que les animó a elegir la ciudad para trasladarse y cambiar de vida.
«Nos hemos venido a España para que nuestros hijos tengan un mejor futuro, para ganar seguridad en todos los aspectos: a nivel económico, a nivel sanitario...», enumera Fátima.
Lleva siete meses residiendo en la capital cacereña y Cáritas, cuenta la argentina, ha jugado un papel fundamental en su periodo de adaptación a una ciudad extraña. «Me han ayudado desde el primer momento», señala en referencia a la organización, que este jueves presentó su memoria de actividades del año 2024.
Una de las grandes ayudas que ha brindado Cáritas a la familia ha sido la de la vivienda. «Nos han pagado gran parte del alquiler para que mi familia y yo pudiéramos tener un piso». Durante medio año, detalla Magdalena, se instalaron en uno situado en el barrio de Moctezuma, que les costaba 550 euros mensuales. Durante este tiempo, la organización, a través de la parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, les ha facilitado casi 400 euros cada 30 días para este fin.
Ahora Fátima, su marido y sus cuatro hijos se han mudado. Se acaban de instalar en una vivienda de dos habitaciones, situada en las inmediaciones del Puente de San Francisco, en la calle Miralrío. Es más económica. Cuesta 400 euros. A los seis miembros de la unidad familiar se ha sumado recientemente el hermano de ella, Carlos Alberto, que comparte vivienda de manera temporal hasta que encuentre un piso.
Este último mes, cuenta la madre de familia, no han necesitado la ayuda del alquiler porque han podido asumir el coste del piso con los ingresos que han obtenido. «Me han llamado y hemos dicho que esta vez no necesitábamos el dinero, pero sí los alimentos que nos brindan», resume agradecida esta mujer. «La gente es muy buena, amable y solidaria», concluye.
Uno de los grandes titulares que arroja la memoria de Cáritas de 2024 es que casi la mitad de todo el dinero invertido en ayudas durante ese ejercicio (el 48 por ciento para ser exactos de una partida total que asciende a 194.570 euros) ha ido a parar a personas que necesitaban sufragar un techo bajo el que residir. Bien para buscar un alojamiento temporal, bien para formalizar un alquiler o para sufragar las facturas de suministro. Y además la organización ha detectado una nueva realidad: aumentan los hogares unipersonales y los compartidos por personas sin parentesco entre sí.
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