Una familia que sufre desprendimientos de la muralla de Cáceres lleva al Ayuntamiento a los tribunales
Exige que el Consistorio ejecute las obras de consolidación de la Torre de Caleros, tal y como asumió en 2013, para que deje de caer material en su patio. Ha presentado la demanda por la vía contencioso administrativa
El reciente desplome de una parte de la Torremochada –construcción del siglo XII de la muralla de Cáceres– sobre una vivienda particular del casco ... viejo ha reavivado los miedos de Susana Martín y Rodrigo Albarrán, una pareja que reside en la calle Caleros. Temen que la historia se repita en su patio, que linda con otra torre del lienzo almohade, la Torre de Caleros, aunque en este caso ya tiene poco aspecto de torre al haber quedado transformada en una vivienda abandonada de tres plantas con múltiples herederos que no tienen la intención de arreglarla.
La cuestión es que hace tiempo, años, que esta construcción sufre desprendimientos y que esas piedras van a parar al patio de la vivienda de Rodrigo y Susana, en la que residen con sus dos hijos. Además, hay una palmera que no para de crecer y que también se ha metido en la casa de la pareja.
«La Torre de Caleros es otra Torremochada en potencia que el Ayuntamiento sigue ignorando. Cáceres permite que una torre del siglo XII se derrumbe sobre sus propios vecinos», lamenta Rodrigo al tiempo que recuerda que hace más de una década, en 2013, que se determinó que el Ayuntamiento debía actuar de manera subsidiaria para reparar los desperfectos ante la pasividad de los dueños, una fórmula legal que permite al Consistorio intervenir en estos casos y, después, pasar la factura a los propietarios.
«El derrumbe de Torremochada es una llamada de atención que no se puede ignorar; cada día se desprenden fragmentos, cada día vivimos con miedo»
Pero el Ayuntamiento, según relata la pareja de Caleros, no ha hecho nada. Cansados de esperar y tras realizar múltiples requerimientos por vía administrativa, han puesto el caso en manos de los tribunales y han presentado una demanda. Lo hicieron el pasado 8 de abril por la vía contencioso administrativa.
«Esta torre –señala Rodrigo– lleva 18 años abandonada, sin intervención alguna por parte del Ayuntamiento, a pesar de los avisos y denuncias formales. Y lo más grave: hay familias viviendo bajo ella. Yo soy una de esas personas. Mi casa comparte muro con la torre. Cada día que pasa es un riesgo. Y el Ayuntamiento lo sabe desde 2007», apunta.
Ese año, recuerda, los vecinos de Caleros presentaron su primera reclamación administrativa por el deterioro de la torre y la humedad que les causaba. «El peligro es real, no simbólico. El derrumbe parcial de la Torremochada, también integrada en la muralla histórica, es una llamada de atención que no se puede ignorar. Ambas torres comparten cronología, materiales y estado de abandono. Pero mientras una ya se ha caído, la Torre de Caleros sigue en pie... de milagro. Cada día se desprenden fragmentos, cada día vivimos con miedo», resuelve.
Entre las actuaciones que los vecinos reclaman al Consistorio está la consolidación estructural inmediata para evitar un derrumbe, la reapertura de un expediente de conservación con dotación presupuestaria real, la determinación de responsabilidades institucionales por negligencia, la inclusión efectiva en los planes de protección del patrimonio y, por último, una reunión pública con el Ayuntamiento, Patrimonio, vecinos y asociaciones.
La palmera y el tejado
Al patio de Rodrigo y Susana se asoma además una palmera, que ha protagonizado «un crecimiento imparable e incontrolado». Esa palmera, según especifica Albarrán, «corre riesgo de derrumbe al tiempo que puede generar un daño irreversible a los cimientos de la muralla». Alertan además del mal estado en el que se encuentra el tejado de la torre, totalmente derrumbado, «con la humedad que eso provoca a los vecinos colindantes. Se corre el riesgo de que la torre se caiga definitivamente porque su estructura es de madera y tierra», concluye Rodrigo Albarrán.
La familia de Caleros se muestra muy agradecida por el respaldo obtenido durante todo este tiempo por la asociación vecinal Ciudad Monumental. Precisamente este colectivo, tras conocer por HOY el reciente derrumbe parcial de Torremochada, comentó en redes sociales: «¿De verdad vamos a esperar a que la Torre de Caleros se derrumbe también sobre las viviendas anexas para actuar?».
Historia de una batalla que empezó hace 18 años
Rodrigo Albarrán y Susana Martín rehabilitaron la vivienda de la calle Caleros donde residen en 2006. Y su lucha, en principio administrativa, por las molestias ocasionadas por la Torre de Caleros comenzó en 2007. Hace 18 años presentaron la primera queja ante el área de Disciplina Urbanística del Ayuntamiento. Seis años después, en 2013, el Ayuntamiento ordena por resolución de alcaldía a los propietarios de la Torre de Caleros hacer las reparaciones oportunas. Siete meses más tarde, ante la inacción de los dueños, el Ayuntamiento dicta la propuesta de ejecución subsidiaria para ejecutar las obras necesarias. En 2023 los dueños de la vivienda solicitan la «inmediata» ejecución de las obras, que no se han iniciado. En febrero de 2024 se formuló un recurso de reposición por silencio administrativo, que no obtuvo respuesta. En diciembre del año pasado se presenta una nueva solicitud de recuperación de oficio del inmueble por parte de la administración. Y, finalmente, el pasado 8 de abril Rodrigo y Susana presentaron una demanda contra el Ayuntamiento por la vía contencioso administrativa.
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