El detenido por la violación de Cabezarrubia ya fue condenado a 15 años por otra agresión sexual en Cáceres
Natural de la capital cacereña, de 44 años, fue sentenciado en 2007 por la Audiencia Provincial por una violación cometida en la avenida Antonio Hurtado
«Me dio puñetazos en los ojos. Cada vez me pegaba más fuerte. Creí que me mataba», declaró sollozando una joven de 25 años en ... el juicio contra su violador en el año 2007.
Ese agresor, J. D. T. M., es el mismo que ahora ha sido detenido acusado de haber violado a una menor de edad, una joven de 17 años, el pasado mes de abril en la avenida de París, en el barrio cacereño de Cabezarrubia.
Natural de Cáceres J. D. T. M., que ahora tiene 44 años, ha pasado media vida en la cárcel. Cuenta con un amplio historial delictivo en el que al menos se le ha encontrado culpable de ocho agresiones sexuales.
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Cuando tenía 16 años fue condenado por robo; a los 17 por dos hurtos, un robo y cinco delitos de agresión sexual; a los 18 años por un robo, un hurto y un allanamiento de morada; con 19 años, el mismo día que los cumplió, el Juzgado de lo Penal de Cáceres le condenó a seis años de prisión por una agresión sexual a una menor de edad.
La primera vez que atacó a una joven, según su historial delictivo, fue una noche de septiembre de 1994. Estaba en el bar 'Diseño' de la Plaza Mayor. Siguió a una joven de 17 años hasta el servicio de mujeres, entró detrás de ella y sacó una navaja que le puso en el cuello mientras le hizo tocamientos. Tuvo que parar cuando gente que se había dado cuenta empezaron a golpear la puerta. Él salió y huyó.
Al día siguiente, a las siete de la tarde, atacó a otra mujer en los servicios del bar 'Giraldilla 2', en la calle Camino Llano. La joven logró escapar. Una hora después atacó a una mujer que salía de una oficina, en el interior de un edificio de la avenida Virgen de la Montaña. Huyó cuando un vecino fue a socorrerla. Poco después intentó violar a una mujer con la que se subió en un ascensor en un edificio de la calle Salamanca. La mujer pudo escapar cuando el ascensor paró.
En la zona de los Obispos
La agresión por la que fue condenado a seis años ocurrió el 16 de abril de 1996. Era alrededor de las diez menos cuarto de la noche, cuando él y otros dos individuos que no fueron identificados abordaron a una muchacha de 16 años que caminaba sola por la calle obispo Ciriaco Benavente. Le pusieron una navaja en el cuello y a la fuerza la llevaron hasta el hueco de una cochera de la calle Obispo Segura Sáez. Le hicieron tocamientos, le bajaron los pantalones y después comenzaron a burlarse de ella, momento en el que la menor aprovechó para huir.
La víctima acudió a un centro sanitario donde el médico de guardia indicó que tenía un estrés emocional intenso, así como diversas lesiones: erosiones y arañazos en la cara y cuello, arañazos en ambos pechos, y signos de presiones digitales en el abdomen producidos por varias personas.
Por estos delitos y otros estuvo preso en la cárcel de Cáceres hasta el mes de febrero de 2006. A los cuatro meses de estar libre cometió una violación.
Ocurrió a las doce de la noche del 12 de junio de 2006. Una estudiante de 25 años entró en el portal número 5 de la avenida de Antonio Hurtado (cerca de la Cruz de los Caídos) para devolverle unos apuntes a una compañera.
Detrás de ella entró el violador, que comenzó a pegarle en la cabeza, en la cara, en el pecho, en los brazos y en las piernas, mientras ella no paraba de gritar y pedir ayuda. La tiró al suelo, le quitó la ropa y le introdujo varios dedos en la vagina.
Paro cuando escuchó la sirena de la Policía Nacional que había sido avisada por los vecinos. Cuando intentó huir, le detuvieron. Él dijo que no había atacado a nadie, que precisamente había entrado en el portal para ayudar, porque había escuchado los gritos de una mujer.
Los forenses desmontaron esa versión: su ADN estaba en la ropa interior de la joven y en el lavado vaginal que le hicieron.
En el juicio reconoció la agresión. «Me vino la idea de violarla –dijo– cuando la vi entrar sola en el portal por la noche. Me vino la idea en ese momento».
Le condenaron a 15 años de cárcel. En el juicio su familia se quejó de que nunca había estado en tratamiento médico.
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