Ataque al Cristo más humilde y la foto que no se puede hacer
Desde hace tiempo es famosa en Cáceres una piedra que sobresale en el lienzo de la muralla que parece el rostro de Cristo. Esa imagen ha sido víctima de un acto de vandalismo
Era el viernes por la tarde, casi a punto de terminar la jornada en la Redacción, cuando Manuel Caridad le dijo al fotógrafo Guinea:
– ... Chispacero, sé de una fotografía de la Ciudad Monumental que tú no puedes hacer.
–¿Seguro? Muy raro me parece.
–Sí. Mira, es ésta. –Caridad le mostró en el ordenador una hermosa foto en blanco y negro de la Plaza de San Jorge por la noche, con un largo enlosado en primer plano, la estatua del santo iluminada en las escalinatas, y al fondo las dos torres de la Iglesia de la Preciosa Sangre.
–Nos ha jorobado el listo. Esa foto no la puede hacer ya nadie porque está tomada desde el mirador que era público, y que los cacereños nos hemos dejado quitar. Una pena.
–La foto –señaló Caridad–, la tomó el gran fotógrafo madrileño Juan Pando Barrero cuando vino a Cáceres en 1967, hizo unas diez imágenes de la Ciudad Monumental por la noche.
Cuando salimos del trabajo fuimos a recoger al difunto Sanjosé, que andaba como siempre por la Plaza de San Mateo. Él es un gran defensor de la Ciudad Monumental, y cuando Guinea le comentó lo de la foto que ya no se puede hacer se encabronó un poco.
–No hay derecho a que se haya perdido así un lugar público –empezó–. Se puso una verja en enero de 1996 diciendo que solo se iba a cerrar por la noche, para que no se hiciera botellón, pero ya quedó cerrada para siempre. En un pleno municipal, PSOE e Izquierda Unida protestaron pidiendo que se quitará, pero no hubo manera porque el PP, que fue quien la colocó, tenía mayoría absoluta. Se organizó una manifestación con personas vestidas de preso para que se quitará, pero como si nada.
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–No obstante –afirmó Caridad–, en 2013 la Fundación Mercedes Calles alquiló al Ayuntamiento locales que hay debajo del mirador, hizo una cafetería y ya usó el mirador de forma particular para poner una terraza en la que dar comidas y organizar ágapes. Hasta que la cafetería y mirador cerraron el 14 de marzo de 2020, y ahí siguen cerrados, porque se han visto daños en el mirador, y el Ayuntamiento dice que los ocasionó la Fundación al hacer unas obras de ampliación, mientras que la Fundación, que ha rescindido el contrato de alquiler, dice que los daños eran de antes. El asunto ya está en los tribunales.
–Este es un buen tema para ver si el nuevo alcalde Rafael Mateos sirve para solucionar problemas –sentenció el difunto mientras habíamos llegado a la Plaza de San Jorge y veíamos el mirador abandonado, al lado del escenario y las gradas del Teatro Clásico de Cáceres–. Lo mejor sería que el Ayuntamiento arreglara el mirador, mientras se ve quién tiene que pagar la obra, y que los cacereños recuperen este espacio que es suyo. Mirad lo bueno que sería que se pudiera usar ese espacio para el Teatro Clásico y para el Womad, sin hablar de que la gente pudiera ver aquí los amaneceres como antes.
Llegamos paseando hasta el Arco de la Estrella y, como otras veces, fuimos a ver al Cristo del adarve, la piedra que sobresale del lienzo de la muralla camino del Palacio de Moctezuma, en la callejuela entre la Torre de Bujaco y el Palacio Episcopal.
Pegamos las caras junto a una puerta pintada de blanco, para ver mejor lo que parece la cara de Cristo crucificado, cuando Caridad empezó a maldecir.
–¡Me cago en todo lo que se menea! Nos lo han pintado. –Se fue acercando a la cara, estaba atardeciendo y para verla mejor encendió su linterna para ver un ojo pintado de verde y también unos dientes pintados del mismo color– ¡¿Quién habrá sido el malnacido?! Y tú... –se encaró con Sanjosé– ¿No eres el fantasma de la Ciudad Monumental? ¿Cómo has permitido esto?...
–Hombre, yo no puedo estar en todas partes... –se defendió el pobre, encogiendo los hombros bajo su abrigo negro.
–Es que no controlas nada, y mira que esto tampoco es Nueva York. Nos decapitan el Cristo de la Plaza de San Mateo y ahora esto...
–¡Eh, eh! Que cuando lo del Cristo de San Mateo yo era un mortal como otro cualquiera.
–¿Cuándo ocurrió lo del otro Cristo? –preguntó Guinea.
–En 1981 –le contesté yo mientras veía preocupado a Caridad que estaba verdaderamente disgustado– El crucificado de piedra se encontró dentro de un pozo en el santuario de la Virgen de la Montaña, y con buen criterio el alcalde Bustamante decidió ponerlo en el Convento de San Pablo, con un tejadillo y una luz. A principios de 1981 apareció decapitado. Nunca se supo quién fue ni dónde está la cabeza.
–La verdad es que después de 42 años bien podían restaurar al Cristo decapitado. Otro asunto para el nuevo alcalde –señaló el difunto.
Caridad no dejaba de alumbrar con su linterna al Cristo pintado de verde, mientras cabeceaba, negando una y otra vez, echado pestes.
–No puede ser. El Cristo más humilde del mundo. Un Cristo que no está hecho de plata, ni de marfil, ni de ricas maderas... un Cristo hecho de una simple piedra... y van y lo maltratan.
–Venga hombre –le dijo Sanjosé pasándole un brazo por el hombro–. Ya verás como lo arregla Rafael Mateos.
–Tú todo lo solucionas echándole la pelota al nuevo alcalde –le dijo Caridad–. Cuando eres tú el que debías de estar más atento, y haber metido un buen susto en el cuerpo al malnacido que ha hecho esto. Eres un fantasma de mierda. Así de claro te lo digo: ¡Un fantasma de mierda!
Y Caridad de fue a su casa alumbrándose con la linterna, mientras detrás le seguía el difunto intentando calmarle.
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