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Se respira el ambiente de los grandes momentos. Porque Badajoz acoge pocas inauguraciones de este tipo, porque el último hotel en abrir sus puertas fue ... Las Bóvedas y lo hizo en 2009, porque la oferta hostelera de las Tres Campanas es amplia y porque cuando un pacense entra en el edificio recupera los sueños que tenía de niño.
¿Quién de los que este miércoles ha puesto un pie en su cafetería no miró el escaparate hace décadas con la ilusión de pedirle a los Reyes un Sclaextric? ¿Quién no se ha acordado de aquel día en que su padre, su madre o su abuelo lo llevaron de la mano a elegir un regalo?
Los corrillos que se han formado este miércoles en la inauguración del establecimiento hablaban de esto. Y, también, del impulso que este establecimiento dará a la plaza de la Soledad y, por extensión, a esta zona del Casco Antiguo. La hostelería sufrió un revés a raíz de la pandemia, con el incremento de los precios de la energía y la falta de profesionales cualificados que han pasado factura con cierres en la zona más clásica de la ciudad. No ha terminado de recuperarse.
En cambio, las Tres Campanas abre con una cafetería y cervecería, restaurante, zonas dedicadas a eventos y una terraza chill out en la cubierta. Ofrece varias plantas en un edificio rehabilitado, de sabor clásico pero con toques de modernidad. Este miércoles ha sido la inauguración, mañana jueves abren todas las instalaciones (hotel incluido) al público.
Se trata de una apuesta fuerte de la familia Guerrero, que comenzó el proyecto en 2007, que fue cuando adquirió el inmueble. En febrero de 2010 el alcalde Miguel Celdrán vio el anteproyecto que acababa de llegar a los servicios urbanísticos. El edificio, que tiene 125 años de antigüedad, goza de la máxima protección urbanística, lo que ha ralentizado cada paso que se ha dado tanto por fuera como por dentro. Esto provocó que hubiera que solventar innumerables permisos administrativos y que las obras comenzaran a finales de 2018. Más de cinco años han hecho falta para terminarlas, amueblar el recinto y poder atender a sus primeros clientes.
El hotel está conectado a la antigua juguetería por dentro, pero su fachada es moderna y da hacia la calle Duque de San Germán. Cuenta con piscina.
La antigua juguetería se ha sometido a una rehabilitación integral. Pero hay detalles que recuerdan a aquellos días de infancia en que estaba llena de tesoros. Permanece el reloj, la entrada, la cristalera, parte de los suelos, el vidrio de la entrada, el ascensor que fue el primero de la región y el montacargas. Los dos últimos están fuera de servicio, pero este miércoles muchos han sacado el móvil para hacerse una foto dentro. Todo para llevarse un recuerdo a casa de aquel sitio que devuelve la memoria a los días más felices.
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