Sastrería Velázquez mide a los nietos de sus primeros clientes
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Este negocio de trajes de chaqueta cumple 70 años de un oficio artesano que sobrevive a la globalizaciónUna gran tijera de metal descansa desde hace meses en el escaparate de la Sastrería Velázquez. Esta herramienta es el alma que queda de un ... trabajo artesano que Felipe Velázquez comenzó en 1954 en la plaza de Portugal, y que 70 años después continúa de la mano de su hijo Felipe Velázquez en el número 67 de la calle Santo Domingo, en el Casco Antiguo.
En el centro de Badajoz, Felipe se resiste a abandonar el metro y los hilos que un día hilvanaron las diferentes piezas de los trajes de chaqueta que su padre cortaba a sus clientes al llegar la Semana Santa, el Corpus y la Feria de San Juan.
Un trabajo artesano, que ha sobrevivido a los modas y que está en auge de nuevo debido a la tendencia de las nuevas generaciones a personalizar las prendas.
«Yo crecí en el taller de costura entre hilos y metros de tela porque antes casi todo se hacía a medida. Y lo habitual era estrenar ropa en ocasiones especiales, pero todo ha cambiado mucho», explica Felipe Velázquez, que desde hace varias décadas está al frente del negocio que abrió su padre.
Esta sastrería además de sus primeros patrones aún conserva a sus primeros clientes y ha sumado sus nietos, que guiados por la experiencia de sus abuelos buscan a los Velázquez para vestirse de cara a sus graduaciones. Ya que la moda también ha cambiado de época del año y ahora las fechas señaladas para estrenar un traje no es la feria.
Junto a la tijera del escaparate, un metro blanco aún marca el largo de los pantalones. «Aunque la mayoría de los trajes que vendemos son de serie, nosotros siempre medimos por si es necesario hacer algún ajuste», aclara Felipe, que recuerda que en los inicios de la sastrería su padre también confeccionaba trajes a medida para mujer, pero el volumen de ventas que tenía de caballero le obligó a centrarse en este sector.
Con el paso del tiempo fueron ampliando el mercado y el taller, tienen uno propio y varias costureras externas en las que se apoyan cuando están en temporada alta de ventas, porque asegura que los clientes siguen buscando en las prendas unas características determinadas.
«En los últimos años hemos implementado una línea más joven. Pero más allá de los trajes hemos creado varios módulos en la tienda, con americanas, pantalón y ceremonia», explica.
Unas líneas en las que han sustituido además los tejidos de paño, mucho más grueso, que utilizaba su padre por las lanas frías, que es lo que demandan la mayoría de los clientes en la actualidad.
«Más allá de esto ha cambiado el formato de las prendas. Ahora los patrones son otros, la tendencia es que todo se lleve más ajustado y la mayoría de los clientes buscan el 'slim fit', que nosotros hemos incorporado pero siempre manteniendo una línea clásica».
Para la confección de trajes, Velázquez confía en los diseños atemporales, en los que es muy importante la elección del color, ya que son los azules y los grises los que no pasan de moda. «No buscamos colores extraños porque el cliente que se hace un traje a medida es para que le dure en el tiempo, por eso lo ideal es que esté vigente en el tiempo».
Alquiler de chaqués
Para adaptarse a las nuevas necesidades del mercado Velázquez no solo confecciona trajes, también los alquila. Una novedad que introdujo hace ya varios años y que le ha servido para fidelizar nuevos clientes.
«Esto era algo impensable en la época de mi padre, pero este tipo de cosas nos permite meter en la tienda a un público más joven y funcional», matiza Felipe satisfecho, pues de 12 prendas que comenzaron a alquilar hace un par de décadas ahora lo hacen con más de 300 prendas de diferentes colores, cortes y chalecos.
Pero antes de introducir esta novedad en su tienda fueron pioneros en la venta de polos Lacoste, ya que fue la primera tienda de la ciudad en ofrecer al público estos productos. «Tengo facturas de mi padre donde hay constancia de que en los años 70 ya se vendían los polos del cocodrilo, que es como todo el mundo los conocía y se convirtió en uno de nuestros clásicos».
Una prende que aún tiene un espacio en la tienda a la que se le han añadido sudaderas y jerseys para incorporar al público más joven, que hoy busca esas prendas, dice convencido de que las modas son cíclicas.
Del ciclo de la moda, da buena cuenta Velázquez a través del cuaderno de su padre donde los chalecos con cuadro galés o los trajes de ojo de perdiz son los protagonistas. «Son modelos que ya se hacían en el año 75 y que ahora están en las nuevas colecciones con algunos retoques, pero todo está inventado y la moda vuelve», subraya el sastre.
A diferencia de su padre las colecciones de Felipe no están plasmadas en un cuaderno, sino que 70 años después se ven en una pantalla, porque la artesanía no está reñida con la tecnología, y la sastrería también tiene futuro en un mundo globalizado donde a través de Internet muestra la personalización que cada cliente puede hacer de su prenda. Para lo que Felipe continúa, tijera en mano, cortando patrones a los nietos de sus primeros clientes.
«Esto era impensable en la época de mi padre pero nos permite tener público más joven»
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