La Plaza Alta de Badajoz se convierte en un museo de vehículos clásicos

Como el LeFevre, un Rolls Royce descapotable y un Mercedes Coupé 208 llamaron la atención de los pacenses que se acercaron a la Plaza Alta a admirarlos o se los cruzaron en su camino hacia el parque acuático de Lusiberia, donde los 113 conductores y acompañantes han celebrado una convivencia. Hasta 87 coches antiguos han cruzado este sábado la ciudad.

En el corazón del Casco Antiguo aprovecharon para que el artista Pedro Castaño realizara una obra de arte en directo y sortearla después entre quienes hubieran realizado donaciones al Banco de Alimentos.

El presidente del club es Francisco Esteban, quien señala que estos vehículos no tienen precio. «Son un capricho, tienes que encontrar a alguien que quiera venderlo y prepararlo, calcular un valor a estas piezas es complicado».

Bien lo saben sus propietarios, entre los que se entregaron algunos premios. Al coche más lejano, que llegó desde un pueblo sevillano a más de 300 kilómetros; al conductor más longevo que llegó conduciendo con los 82 años cumplidos y a la conductora más joven de la concentración. Con 24 años, Lydia Vasconcelos se presentó con un Cadillac descapotable con su propia historia. Francisco Esteban asegura que fue un regalo de Elvis Presley, que tenía por costumbre obsequiar a sus amistades con vehículos de esa casa. El precio al coche más antiguo se lo llevó el Lefreve de 1909 que tanta atención llamó por el Casco Antiguo.

Aunque tiene sede en la ciudad, este club nace con vocación de no tener fronteras y en esta ruta ha atraído a coleccionistas de Portugal, Salamanca, Madrid, Monesterio, Zafra, Logrosán y Valencia de Alcántara. Su idea es consolidar esta cita y vincularla a la feria como un atractivo más de la ciudad.

Un Volkswagen Escarabajo verde manzana, un Porsche 928 color rojo vino tinto, Seat Seiscientos, Citroen 2 CV... Había coches de todos los estilos, lujos, y de los antiguos que aún se recuerda haber visto por las calles de Badajoz hace más de 50 años. Incluso, haberse montado en la parte de atrás sin silla infantil camino de las vacaciones en plena infancia.