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En casa de Conchi Honorato y Juan Antonio Monroy los ingresos son limitados. Ella trabaja algunas horas cuando la buscan y su marido cobra el ... subsidio para mayores de 52 años, unos ingresos que apenas les llegaban para pagar los 300 euros de alquiler de la vivienda que han estado ocupando hasta ahora en los «pisos rojos» de Suerte de Saavedra.
La rehabilitación de los antiguos pabellones de la Guardia Civil en la calle Ventura Reyes Prosper ha permitido poner en uso 40 viviendas sociales: la mitad serán gestionadas por Cáritas y la otra mitad han sido adjudicadas directamente en régimen de alquiler social, como en el caso de Conchi y Juan Antonio. Familias que presentan una especial situación de vulnerabilidad habitarán los pisos rehabilitados por la Junta de Extremadura. El consejero de Infraestructuras, Transporte y Vivienda de la Junta, Manuel Martín Castizo, anunció durante el acto de entrega de llaves que se celebró en las Casas Consistoriales que la adjudicación había sido realizada de forma directa a familias vulnerables con víctimas de violencia de género o presentan una especial problemática.
–¿Cómo se sienten en un día como el de hoy?
–Tenemos una alegría grandísima, no se puede ni explicar de los nervios que tenemos. Antes de estar aquí hemos vivido de alquiler, en realidad teníamos suerte porque un vecino de Suerte de Saavedra nos había alquilado un piso por 300 euros. Pero ahora vamos a pagar 75, la diferencia es mucha.
–¿Es complicado encontrar vivienda en Badajoz?
–Complicadísimo. Nosotros hemos vivido en Antonio Domínguez, en Pardaleras y el Cerro de Reyes. Es difícil que te alquilen cuando no tienes nómina y eso sin contar con el precio, porque los pisos en Badajoz no bajan de 400 y pico euros o de los 500.
–¿Cómo es su nueva vivienda?
Tiene tres dormitorios, un baño y una cocina estrechita. Acabamos de ver que en el salón tiene un aparato de aire acondicionado y la caldera es eléctrica. Nos han dicho que consume muy poco, que es AAA.
–¿Quiénes van a vivir en este piso?
–Nos instalaremos nosotros y una de nuestras hijas, que tiene 22 años. Ella tampoco tiene trabajo. Todavía no nos creemos que vayamos a tener una vivienda como esta, llevamos toda la vida luchando y nunca habíamos conseguido que nos dieran un piso como el que vamos a disfrutar a partir de hoy.
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