Un pacense de 14 años logra 14 premios internacionales de piano este año

Rafael Álvarez-Buiza Avakimyan sabe, porque lo ha ensayado miles de veces, que la pieza de Liszt le va a salir bien. Acerca las manos al piano y acaricia las teclas como quien lleva toda la vida sacando música de ahí. Con cuatro años les dijo a sus padres que quería aprender y una década después, entre marzo y agosto de este 2024, ha logrado 13 premios internacionales en seis países y uno más, el 14, en Almendralejo.

Todos los diplomas, y dos medallas, le reconocen como el merecedor del primer, segundo o gran premio en certámenes de Armenia, Bulgaria, Polonia, Serbia, Inglaterra e Italia. Se ha medido con pianistas de otros muchos lugares, como China o EE UU. En muchos certámenes ha sido el único participante de España.

Este pacense, alumno de tercero de Secundaria en las Josefinas y del conservatorio Juan Vázquez, sabe qué es el esfuerzo y el sacrificio. Ha terminado segundo de Secundaria con buenas notas, cursa tercero de Enseñanzas Profesionales en el conservatorio en las especialidades de piano y percusión y dedica además cuatro horas diarias entre semana a tocar el piano. Los fines de semana llegan a duplicarse.

Durante el curso se levanta a las siete (algún día practica antes de ir a clase) y termina de hacer los deberes pasada la una de la madrugada. Lo explica con alegría. Dice que hay días que necesita tocar el piano para seguir. Si salen de vacaciones, llevan un teclado digital con un soporte en el maletero. «Lo necesito todos los días, aunque solo sea tocar una nota».

Le viene en el ADN. La relación con la música en su árbol genealógico por la vía de su abuela paterna se remonta al padre de su tatarabuelo. Se llamaba Juan Hernández (organista) y su tatarabuelo fue Tomás Hernández Arévalo. Este da nombre a una barriada de Jerez de los Caballeros, dado que fue director de la banda municipal y tuvo una extensa trayectoria como compositor, organista y profesor de música.

Los hijos de Tomás Hernández Arévalo se dedicaron a la música profesionalmente: José Hernández Carrera (compositor, pianista y violinista), Tomás Hernández Carrera (violinista), Pedro Antonio Hernández Carrera (director de banda, compositor y pianista).

De forma más directa, los padres de Rafael son Francisco Álvarez-Buiza y Anahit Avakimyan, profesores del conservatorio. Por vía materna, su tío Nerses es un conocido violinista que también imparte clases en el conservatorio.

Cuentan sus padres que el día que Rafael les dijo que quería aprender a tocar, con las manos de un niño de cuatro años, le contestaron que se fuera a jugar. Pero insistió tanto que lo pusieron en el piano. Y no se ha separado.

Dicen que fue también él quien, un día del pasado invierno, decidió que quería participar en un concurso. Comenzaron a cursar inscripciones como prueba, pero le fueron seleccionando y ha participado en todos estos. Solo se ha venido sin premio de un certamen en Estepona.

En los premios le han reconocido su versatilidad, su técnica o su forma de interpretar a Liszt. Es el estudio-concierto número 3 de este compositor una de sus piezas favoritas. Se siente cómodo con la música española, armenia, romántica y barroca. Sus compositores preferidos son Bach y Albéniz.

Para él, el premio más especial es el que ha conseguido en Armenia porque es la tierra natal de su madre. De hecho, Rafael habla en armenio con ella y en ruso con sus abuelos, así como inglés. Hace cinco años, logró el Primer Premio en la olimpiada internacional de cálculo mental y piano L'Monel en Armenia. Ha terminado los doce cursos de esa especialidad y puede impartir clases.

Al recibir el primer premio en la VII competición de Lugano (Suiza), este año, ha sido becado por la Academia Tiziano Rossetti. Esto le facilita formación on line, participar en otros certámenes y ofrecer conciertos. Cada premio le abre un camino, con becas, clases y actuaciones. Muchos los ha tenido que rechazar porque no puede atender a todo.

El maratón de concursos le ha permitido ver directamente cómo se participa en una 'olimpiada' de la música, al que muchos chavales acuden con un equipo de hasta seis personas. En muchos casos, arropados por fundaciones y acompañados de un psicólogo, un nutricionista, un especialista en técnica para mover las manos, otro en estilo y un preparador además de sus padres.

Él acudió solamente con los suyos, que le daban consejos como aislarse de la presión antes de subir al escenario. Alejarse y ensayar con sus cascos puestos, y no ver a otros concursantes hasta que él ha terminado su intervención.

Los concursos empezarán de nuevo en marzo. Quiere participar otra vez, aunque pasa de categoría. Ya no entra en la de 11 a 13, sino en la de 14 a 16. Enfrentarse a chicos con uno o dos años más que él le presentará dificultades. Pero no se arredra. Sabe que la clave está en tocar a diario.