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Los hermanos Emilia y Rafael Álvarez-Buiza Avakimyan sostienen el ábaco con el que entrenan antes de comenzar un ensayo de cálculo mental tocando el piano. :: pakopí

La sonata más difícil de Chaikovski

Dos pacenses ganan un certamen de cálculo mental en armenio mientras interpretan a Chaikovski |Los hermanos Álvarez Buiza Avakimyan se imponen ante 74 niños en un concurso internacional de ábaco combinado con otra actividad

Rocío Romero

Badajoz

Viernes, 4 de octubre 2019, 21:20

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Aún no son las seis de la tarde en casa de los Álvarez-Buiza Avakimyan cuando levantan la tapa del piano.

Emilia (10 años) y Rafael (9 años) están ya dispuestos en la banqueta. Su madre, Anahit, se ha colocado al lado, ligeramente retirada, y lleva unos papeles llenos de números en las manos. Así empieza la preparación de un certamen en el que han ganado a otros 74 niños de todo el mundo.

El concurso L'Monel se ha celebrado vía Skype, igual que las clases que los dos hermanos llevan más de un año recibiendo. La prueba es de cálculo mental y exige a los menores que hagan otra cosa a la vez. Hay niños que bailan y cuentan, otros que leen y restan, y los hay que juegan y hacen operaciones. Emilia y Rafa echan números y tocan el piano.

Su madre va recitando cifras de dos dígitos y operaciones de sumas y restas. Ellos van calculando los resultados mientras interpretan El Cascanueces de Chaikovski a cuatro manos. Al acabar la música, Emilia dice el resultado. Esa actuación le ha valido a la niña el primer premio del certamen. Rafa optó por la Sonatina de Beethoven en solitario, y se llevó el segundo premio. Así se han traído los dos primeros puestos para Badajoz.

Tocar el piano les viene de familia. Sus padres son Paco Álvarez Buiza y Anahit Avakimyan. Ambos son profesores de piano en el Conservatorio. Él, en el Juan Vázquez, y ella en el Bonifacio Gil. Ambos ofrecen conciertos regularmente. De ahí les llega a los niños el gusto por la música y los conocimientos de piano. Empezaron a estudiarlo con cinco años.

Anahit lleva en España 19 años, pero es nacida en Armenia. Ella y su hermano Nerses (tío de los pequeños) les hablan a los niños en su idioma natal. Anahit quería que los niños mejoraran el armenio, algo complicado porque no encontraba clases en la ciudad ni tampoco existe una comunidad importante como para que hablaran con más gente. Los abuelos maternos se comunican con los niños en ruso. Los pequeños entienden las tres lenguas.

Anahit Avakinmyan ensaya con sus hijos cálculo mental. Pakopí

Anahit empezó a buscar un apoyo para que practicaran su idioma de nacimiento y encontró una academia de ábaco (cálculo mental) en su país que impartía las clases a través de Skype para niños de todo el mundo. Así sus hijos reciben los cursos en armenio y aprenden matemáticas. «Yo no iba buscando las matemáticas, sino la lengua, y esto me pareció ideal porque aprendían armenio y cálculo mental», explica. Se da por satisfecha porque ella tenía que estar junto a ellos ayudándoles a seguir las clases al principio. Ya no es necesario. Las pueden seguir sin ayuda.

Los niños empezaron los cursos en septiembre de 2018. Hasta hace unos días hacían sumas y restas con cifras inferiores a 99. Ahora, que están inaugurando el cuarto nivel, empiezan a hacer lo mismo con números inferiores a mil. Una vez que superen este curso comenzarán a realizar multiplicaciones dobles, divisiones y raíces cuadradas.

Entrenarlos para que realizaran las dos cosas a la vez llegó a raíz del anuncio del concurso. Fue entonces cuando Anahit vio que podían conjugar el piano con las matemáticas.

Si se les pregunta a los dos, por separado, qué quieren ser de mayores responden sin dudar: futbolistas

El 1 de octubre

Cinco academias, entre las que se encuentra la suya, organizaron el certamen que acaban de ganar. Se ha desarrollado entre el 1 de septiembre y el 1 de octubre.

Cada alumno grabó un vídeo que se ha podido votar a través de las redes sociales. Posteriormente, un tribunal formado por cinco expertos ha visto las imágenes, valoró las actuaciones y decidió otorgarles los dos primeros premios a estos hermanos de Badajoz.

En el jurado había pianistas y comprendieron la dificultad de tocar las teclas y realizar operaciones a la vez, según explica su madre. Ella misma lo intentó. Al principio no se le daba mal, pero cuando los números se complicaron se dio cuenta de que no podía.

Ella asegura que no hay que echarle demasiadas horas, sino ser constantes en el trabajo. Los niños hacen cálculo mientras desarrollan otras actividades, como jugar. En verano han ensayado entre cuatro y cinco días a la semana porque «hay tiempo para todo», pero ahora que comienza el curso lo rebajan a un máximo de tres. También tocan el piano unos 30 minutos cada día. «Es cuestión de hábito y de desarrollarlo poco a poco», dice Anahit. Aunque reconoce que en ocasiones ha sido duro.

Ambos, alumnos de las Josefinas e integrantes del Coro Amadeus, tienen que atender otras actividades extraescolares: Inglés y pintura. Rafael también estudia Percusión en el Conservatorio.

¿Cómo es posible que hagan todo esto? Para Anahit no es tan complicado: «Lo importante es la disciplina, la organización y la constancia», señala. A partir de las seis o las siete de la tarde tienen el resto del día libre para jugar. Esa hora y media la suelen usar para divertirse en el parque o en la calle. Por las noches repasan lo aprendido. No tienen móviles ni tabletas ni consolas de juego. Siguen las clases de cálculo con el teléfono de sus padres.

Si se les pregunta, por separado, qué quieren ser de mayores, coinciden sin dudarlo: futbolistas. Aunque hayan ganado un premio de cálculo mental interpretando a Chaikovski y Beethoven.

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