El orfebre de la Semana Santa pacense espera su calle once años después

El Ayuntamiento le otorgó una calle en 2014, tras recibir mil firmas en una iniciativa respaldada por nueve asociaciones. La petición partió de la Hermandad de la Soledad y la firmaron otros ocho colectivos: la agrupación de Hermandades y Cofradías, la Escuela de Artes y Oficios Adelardo Covarsí, la Real Sociedad Económica de Amigos del País, los vecinos del Casco Antiguo, los Amigos de Badajoz, el Instituto Castelar, los Coros y Danzas, el colegio la Sagrada Familia y los Escritores Extremeños.

Pero, desde entonces, no se le ha colocado el rótulo. Porque se aprobó sin localización en el pleno en que se concedió una calle a Rui Nabeiro. Pero mientras que el empresario portugués estrenó su calle y tuvo un acto de homenaje antes de morir, con el orfebre no se dieron más pasos. Este es uno de los casos que se dan en Badajoz, de nombres aprobados sin calles asignadas cuya adjudicación se alarga años y desespera a los familiares. De hecho, la hija del artista, Carmen Soto, ha contactado con el Ayuntamiento en varias ocasiones.

Hace unos años le indicaron que iban a dedicarle una de las nuevas calles que se van a urbanizar en el Campillo (entre la torre de Espantaperros y la ronda del Pilar), pero que no ha sido posible porque las obras no han terminado. En los últimos meses las conversaciones se han intensificado sin que, hasta el momento, se hayan comprometido a más.

Además de la calle, Carmen Soto espera que se cumpla el otro compromiso que adquirió el Ayuntamiento con ella hace años. En el año 2002 depositó una decena de piezas de su padre en el Museo de la Ciudad, que las tiene inventariadas y guardadas en el almacén, pero que nunca se han expuesto como se comprometieron. De seguir así, no descarta recuperar esas piezas para que puedan formar parte de la exposición que su padre merece. Podría ser en Toledo, donde el artista estudió tras completar la formación básica en Badajoz. Es allí donde valoran una rodela repujada elaborada en chapa de hierro y con aro exterior de forja y cincelado con el que obtuvo la primera medalla de la Exposición Nacional de Artesanía hace décadas. La hizo con una chapa que encontró en el Alcázar de Toledo.

Jerónimo Soto ejerció de profesor en la escuela Adelardo Covarsí y en la antigua Escuela de Maestría Industrial Castelar de la ciudad. Allí enseñó cerrajería artística. La Junta editó un libro sobre su carrera en 2001. Sus objetos también estuvieron presentes en exposiciones de Nueva York y Bruselas en los años 60.

Aunque nunca aceptó la oferta que le hicieron para trabajar en Alemania porque obtuvo plaza de maestro en la Escuela de Maestría Industrial (que después fue el Instituto Politécnico Nacional) y en la Escuela Sindical San José.

En una entrevista publicada en HOY el 20 de julio de 1976, Jerónimo Soto explicaba que su taller de Badajoz le había valido «mucho prestigio». En aquella información se decía que el artista seguía «en Badajoz, donde su gran oportunidad se perdió cuando no quiso ir a Alemania, prefiriendo dedicarse a la enseñanza de los alumnos de las escuelas de Maestría Industrial y en la Sindical San José. A Jerónimo Soto, Badajoz no le ha pagado este sacrificio».