

54 migrantes subsaharianos llevan un mes en Badajoz sin un plan para ellos
Son 54, llegaron en patera a Canarias hace un año, desde hace un mes viven en un hotel pacense en las afueras y no les dejan integrarse; la oenegé que los tutela dice que mejorará su situación
A siete kilómetros de Badajoz, en la carretera de Sevilla, es habitual ver desde hace varias semanas a un nutrido grupo de personas subsaharianas ... deambulando. Algunos van en chanclas en estos días heladores, otros en sudadera y los hay con chilaba. Proceden mayoritariamente de Malí, pero también de Mauritania, Ghana o Senegal.
Llegaron a Badajoz en autobús hace un mes y por las mañanas se reúnen al sol que da en el descampado frente al hotel Oriana. Allí se alojan en habitaciones de dos o tres personas y son los únicos inquilinos. La parada la tienen a un kilómetro y de vez en cuando cogen el autobús y se dirigen a Badajoz. Otras veces caminan por el arcén hasta la ciudad.
En palabras de Moussa, un maliense de 29 años que llegó en patera desde Mauritania a la isla canaria de El Hierro hace hoy justo un año, en Badajoz son 54 en total y todos llegaron a España jugándose la vida por el mar.
El Gobierno, a través del Ministerio de Migraciones, se hace cargo de su alojamiento y comida y una oenegé gestiona su estancia, pero a estas alturas desconocen cuál será su destino.
Noticia relacionada
Extremadura supera en un 30% su capacidad para acoger a menores no acompañados
HOY habló ayer con varios de ellos que ya se manejan en español. «No sabemos qué van a hacer con nosotros», declaran. La palabra que más repiten es «integrar, integrar» y, en general, denuncian el desamparo que sufren por parte de la oenegé que los tutela y critican que nadie les aclare qué van a hacer con ellos a corto o medio plazo. Aunque tienen comida, ropa y una paga mensual de 50 euros para gastos, sienten que no se están haciendo cargo de ellos. «Hay gente que se pone enferma y no nos hacen caso. La gente que esta aquí para ayudarnos no nos ayuda», lamentaban ayer.
Desde la oenegé Provivienda que gestiona sus plazas indicaron a HOY que todos tienen tarjeta sanitaria y por tanto derecho a asistencia «y si a alguien enfermo no lo ha visto un médico habrá sido por un fallo de comunicación con los técnicos que vamos a corregir. En cualquier caso, desamparo no hay, si acaso frustración y lo entiendo porque esperan encontrar en España otra realidad y se quedan apalancados en centros de acogida, pero este es el sistema que tenemos. Nosotros trabajamos por su integración con la idea de que puedan conseguir un trabajo y sean autónomos», explican desde la directiva.
Bajo la tutela de Provivienda, desde esta oenegé aseguran que su situación va a mejorar, pero no saben cuánto tiempo deberán estar en ese hotel antes de que puedan reubicarlos en viviendas de la ciudad, que es la filosofía de esta entidad para facilitar la integración desde 2016. «Intentaremos que sea cuanto antes y evitar centros», responden desde la dirección de planificación.
Todos entre 20 y 35 años
Los que viven ahora a las afueras en este hotel son todos hombres de entre 20 y 35 años. Llegaron en patera a Canarias y, ante la presión que sufren los recursos de las islas, han sido trasladados a varias comunidades que se han ofrecido, entre ellas Extremadura. Este grupo en concreto, tras aterrizar en Madrid, tuvo como primer destino Cartagena y Murcia y después Córdoba, donde han pasado seis meses antes de recalar en Badajoz, explica Moussa y confirman desde la oenegé.
Este diario ha contactado con la Delegación del Gobierno para saber cuántos migrantes más hay asilados como ellos en la región y cuál es el plan para ellos, pero no ha obtenido respuesta.

Y los 54 subsaharianos con plaza en Badajoz piden que alguien les aclare su horizonte. Mientras, reivindican vivir en el centro de la ciudad, como han hecho en las poblaciones anteriores. «En Córdoba (allí estaban en un centro) nos dijeron que íbamos a vivir a Badajoz, pero el autobús se paró a siete kilómetros y les dijimos que aquí no podemos integrarnos ni encontrar oportunidades. Nos dijeron que solo sería un mes, pero este martes han querido que firmáramos por seis meses más y nos hemos negado», exponía Moussa ayer jueves.
La oenegé comparte sus preocupaciones. Desearía que estuvieran en la ciudad, pero no es sencillo encontrarles vivienda, reconoce una de las directivas. «Las plazas en las que estaban asilados en Córdoba caducaron porque eran de un contrato de emergencia y planteamos la apertura de nuevas plazas en sistema normalizado. De hecho nosotros promovemos el alojamiento en pisos y otros servicios como orientación al empleo, apoyo psicológico o clases de castellano. Esta semana estamos terminando de formar el equipo», aseguran desde Provivienda, una de las entre 20 y 30 entidades que en España se hace cargo de las plazas que va habilitando el Gobierno para aliviar la presión que hay en Canarias.

«Las trabajadoras sociales no nos hacen caso»
Souleymane
Maliense, 24 años
Sobre el documento para estar seis meses más que no quieren firmar, desde la oenegé hablan de otro fallo de comunicación. «Ese documento –aclaran– en realidad es una garantía de derecho a esa plaza, como una prórroga. ¿Que es una situación incómoda? Estoy de acuerdo. Pero no se obliga a nadie a ocupar esa plaza e intentaremos resolver cuanto antes su frustración».
Esperando asilo
Según dicen los subsaharianos alojados en Badajoz, no hacen nada durante el día y la situación empieza a desesperarles. «En Murcia y en Córdoba nos daban clases de castellano, pero aquí no. En Córdoba nosotros mismos buscamos formación y trabajo, pero no les gustamos», describe Moussa para dar a entender que nadie los contrata.
Él dice que ha trabajado en su país de limpiador, de camarero y de ayudante de cocina, pero terminó huyendo de la guerra. «Entre nosotros hay pintores, fontaneros, camareros y muchos trabajos diferentes, pero ninguno hemos trabajado en España desde que llegamos en enero».
Su otra demanda es entrar en contacto con un abogado que regularice su situación. No todos gozan del mismo estatus y en este punto no se aclaran sobre qué derechos tienen.
Su deseo es que el Gobierno les conceda asilo, pero para eso tienen que entrevistarse con técnicos del Ministerio de Interior de manera individual y explicar cada caso, lo cual no ocurre y por eso reclaman un abogado que los asesore. «Las trabajadoras sociales de la oenegé no nos hacen caso», dice Souleymane, otro maliense que tiene 24 años.
Según explican desde Provivienda, están en situación regular como solicitantes de asilo ('de protección internacional' es el término técnico), una concesión que depende de Interior, suele tardar entre seis meses y dos años y no siempre se resuelve a favor. «En algunos países es más complicado conseguirla, en Malí por ejemplo lo tienen más fácil por la situación allí», indican desde Pro-Vivienda.
En cualquier caso, todos podrían trabajar ya si encontraran un empleo porque la solicitud de asilo, aun no estando concedida, los habilita legalmente para ello. «Si ellos acceden a ingresos deben abandonar la plaza y esa es la situación ideal, que sean autónomos.»
Todos tienen móvil con el que están en contacto con su familia. De momento, su rutina se resume en levantarse a las siete de la mañana para rezar –son todos musulmanes–, después desayunan y la mayoría deambula por los alrededores del hotel o pasan el día por calles y parques de Badajoz sin nada que hacer.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.