El Meiac dedica una exposición al extremeño que descubrió Persépolis
García de Silva y Figueroa llegó hace ahora 400 años a Irán y el fotógrafo Manolo Espaliú reconstruyó entre 2014 y 2016 su viaje
Manolo Espaliú (Sevilla, 1970) es un apasionado de Irán. Lo ha recorrido varias veces con su cámara de fotos y ha convivido incluso con la comunidad chií española en el Golfo. En ese afán por conocer la cultura persa tropezó con un libro que escribió García de Silva y Figueroa hace 400 años.
A Espaliú le sorprendió el personaje -se trata de un embajador extremeño de la corte de Felipe III que llegó a Persia en octubre de 1617 - y la crónica tan rica que escribió de sus dos años por allí.
«Hay un diálogo clave entre lo que escribió hace cuatrocientos años y las fotos de ahora»
Describía con detalle cada ciudad o monumento y aportó información etnográfica desconocida de aquel momento. «En cuanto leí el libro sabía que tenía que ponerme en marcha y reconstruir su aventura».
Lo hizo en dos viajes distintos entre 2014 y 2016 gracias a una beca del Ministerio de Asuntos Exteriores y el resultado se puede ver ahora en una exposición en la segunda planta del Meiac.
Sema Dacosta es el comisario de la muestra. Cuenta que desde 2014, cuando empezaron a trabajar en este proyecto, sus miras estaban puestas en montar la exposición en octubre de 2017, coincidiendo justo con los 400 años de llegada de García de Silva y Figueroa a Persia. Dacosta espera que este trabajo sirva para que la gente conozca mejor la relevancia histórica del personaje. «Fue el primer europeo en estar en Persépolis y escribir sobre la ciudad, si eso lo hubiera hecho un francés o un alemán sería mucho más popular en su país que él aquí».
García de Silva y Figueroa nació en Medina de las Torres en 1548 -aunque en alguna bibliografía ubica su nacimiento en Zafra -, fue capitán de los Tercios de Flandes y delegado del Estado en Badajoz. Prestó servicios en la Secretaría de Estado de Felipe III y el rey lo envió a Persia como embajador para frenar la expansión de los otomanos.
No lo tuvo fácil. Su edad -más de 60 años de la época- y el contexto histórico le complicaron el viaje. Tenía que partir de Lisboa y los portugueses, en contra de la anexión de España y Portugal, intentaron boicotearlo.
En su periplo rodea África, pasa por Omán y desembarca en Ormutz, la puerta a Irán por el Golfo Pérsico.
Las descripciones de la isla que hizo en su crónica viajera le han permitido cuatrocientos años después identificar esos mismos lugares a Manolo Espaliú. «Lo más gratificante era eso, identificar y fotografiar por sus explicaciones los puntos por donde él pasó».
«Si fuera un alemán o un francés sería mucho más popular en su país que Figueroa aquí»
sema Dacosta, Comisario
La esencia de la exposición radica en este diálogo que hay entre los textos que escribió el embajador y las fotos actuales.
El material que dejó el enviado del rey ha permitido al fotógrafo identificar, por ejemplo, una cisterna que hace cuatrocientos años se utilizaba para almacenar agua y ahora es una mezquita.
Junto a la isla de Ormutz y Persépolis, en el particular cuaderno de viaje también se detallan el uso de los caravasales, una fonda de la época para viajeros y comerciantes que transitaban por Oriente.
Había un caravasal cada treinta kilómetros -la distancia que se recorría durante un día caminando-, el embajador se hospedó en muchos de ellos y Espaliú ha retratado lo que queda de ellos.
Patrimonio
La exposición destaca el valor patrimonial y cultural de Irán, una potencia de Oriente Medio de la que se habla más por los vetos políticos y el conflicto nuclear que por sus ciudades Patrimonio de la Humanidad. En la colección de fotos se ve, por ejemplo, el Palacio Apadama de Persépolis, el Lago Marhalú de Shiraz o los restos de la isla de Ormuz.
Para Espaliú es un país fascinante en el que nunca ha tenido problemas para ejercer como fotógrafo. «Si tienes claro que no puedes sacar las instalaciones militarse y los edificios gubernamentales, no hay pega alguna. Yo he tenido más obstáculos en Marruecos que en Irán y me lo ponen más fácil que en España porque tienen una imagen exterior negativa que quieren cambiar». En la inauguración de ayer por la tarde en Badajoz estuvo presente el consejero cultural de la embajada de Irán en Madrid, Alireza Esmaeli. De esta experiencia, Manolo Espaliú se queda también con el personaje que la ha inspirado. «Era un hombre recto y muy culto, con fascinación por todo lo que veía. Más de una vez le ofrecieron mujeres y las rechazó. En la corte persa se burlaban de él por eso, por su seriedad y su desinterés por la diversión». Ahora se puede conocer mejor su historia.