Manteo en la Catedral y vino en la plaza de toros en la 'boda' del nuevo cura extremeño
La Catedral de Badajoz celebró el sábado la ordenación de Alejandro Campos Florido, un joven llerenense de 24 años
La Catedral de Badajoz fue escenario el sábado de una «boda» muy especial. La madrina lució mantilla y el júbilo se desató con manteo ... y lanzamiento de confeti sobre el recién 'casado'. El templo catedralicio de San Juan Bautista acogió la ceremonia de ordenación de Alejandro Campos Florido, el extremeño que acaba de unir su vida a Dios. Al término de la ordenación, se sirvió limonada en el claustro y sus amigos lo lanzaron al aire repetidas veces. «No me lo esperaba, me recibieron con pancartas con mi lema sacerdotal». Fue una eucaristía presidida por el arzobispo José Rodríguez Carballo, y concelebrada por el arzobispo emérito, Celso Morga. Estuvo cargada de simbología y con una liturgia perfectamente establecida, con la oración consagratoria como momento central. Hubo «promesa de obediencia al obispo, puesta a disposición de la Iglesia, a Cristo...». Se cantaron las letanías, el obispo impuso sus manos a Alejandro y él se tiró al suelo como signo de humildad, «de arrastrarme por el Señor porque él tiene que mover mi vida».
A la cita religiosa acudieron cerca de un centenar de sacerdotes de toda la Archidiócesis Mérida-Badajoz, pero también formadores del Teologado de Ávila en Salamanca. La ceremonia duró más de dos horas y hubo que retrasar la novena. Todos los curas presentes pasaron sus manos sobre el nuevo clérigo, «signo de acogimiento en el presbiterio diocesano». Asegura Alejandro que hubieran sido muchos más los presentes de no haber sido víspera de los Cristos. Así que echó de menos a algunos amigos ausentes por sus obligaciones sacerdotales.
También acudieron muchos amigos del movimiento de jóvenes católicos Effetá, con quienes ha compartido vida social en Badajoz. «Estuve muy tranquilo y sereno, a pesar de que el día previo había fallecido un primo hermano mío. Confiaba mucho en Dios, estaba ilusionado y feliz», relata el joven llerenense de 24 años, que a partir de ahora oficiará misa en las parroquias de Fuentes de León, Calera de León y Cabeza la Vaca, en sustitución de José Rubio Domínguez, que será copárroco en Zafra.
En su homilía el arzobispo dino ante cientos de feligreses que el nuevo sacerdote es un «regalo para la Archidiócesis» y le señaló varios diversos desafíos. «El primero es el de ser hombre de fe». También le pidió ser hombre de oración, «mantener una relación íntima y constante con Dios» y unir a esa vida de oración, una vida de servicio. «Sé en tu vida Marta y María a la vez», fueron sus palabras.
Su primera misa
El sábado Alejando pudo vivir lo que «tantos años llevaba esperando» desde que con apenas doce años barruntó su vocación al presenciar la llegada de un nuevo sacerdote a la parroquia de Nuestra Señora de la Granada, en Llerena. En este mismo templo extremeño que guarda el Cristo Crucificado de Zurbarán, el joven cura ofició el sábado por la tarde su primera misa. «Fue como la vuelta a Galilea, al lugar de la primera llamada, donde recibí el bautismo, mi confirmación, el sentirme parte de mi parroquia...».
Fue una eucaristía con una iglesia abarrotada para vivir un acontecimiento que no se recordaba en Llerena desde hacía unos 40 años. A la misa le sucedió una fiesta en la plaza de toros, donde se sirvió un vino español. «Así lo elegí porque soy muy taurino. Mi vocación frustrada es torero», reconoce. La muerte de su primo obligó a cambiar los planes. «Teníamos prevista una sesión con música de Dj hasta las siete de la mañana, pero lo cancelamos por las circunstancias», cuenta Alejandro. Aún así, sus amigos pusieron la música y la alegría no pudo contenerse para agasajar a los invitados llegados de fuera.
Cuenta Alejandro que su decisión de entrar en el Seminario Diocesano San Atón de Badajoz, con tan solo 13 años, no sentó bien en su familia. «Mi madre no quería tener un hijo cura. Mis padres no querían separarse de mí tan pronto, aunque pudieran visitarme en el seminario». Una vez en Badajoz, tras esa llamada de la fe, «Dios me fue poniendo en mi camino a las personas para que fuera descubriendo esa vocación sacerdotal».
Cuenta que para su familia también ha cambiado el vínculo con Dios. «Vienen del mundo de las cofradías; yo también he pasado tiempo ahí». Señala que participaban en el triduo, la novena, la cuaresma... «Un modo de practicar un poco frívolo, un cristiano de postureo», zanja. Considera el nuevo cura que al final su camino vital ha servido también para que sus padres también se diera el encuentro con el Señor, ese que hace que tengas la necesidad de participan en la vida de su Iglesia», reflexiona.
Nueva etapa en el sur de Extremadura
Arranca esta nueva etapa de su vida como un momento para adaptarse a la nueva situación. Tomará posesión este viernes en Fuentes de León y el 10 de octubre en Calera de León y Cabeza la Vaca. Le gustan estos primeros destinos porque, como llererense, se «siente muy andaluz», algo que cree comparte con esos pueblos del sur extremeño limítrofes con Huelva que distan una hora de su casa. «Ahora tengo que conocerlos, ver qué necesitan y lo único que me propongo, y creo que no es poco, es que la gente se encuentre con Cristo. Ahí cobrará sentido la atención a los más necesitados, las celebraciones litúrgicas, la atención en el despacho, toda la vida de la iglesia evangelizadora de la Iglesia», sentencia.
En propias carnes ha sufrido Alejandro la falta de vocaciones que atraviesa la Iglesia Católica. Y Extremadura no es una excepción. Para completar su formación en el seminario mayor tuvo que marcharse de Badajoz a Salamanca junto a otros tres compañeros. Aquí los números no daban para poder recibir en su tierra las enseñanzas necesarias para llegar a sacerdote. «Si antes lo normal es que en la diócesis se ordenaran tres o cuatro sacerdotes al año, ahora somos uno o ninguno», concluye.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión