Las farolas María Cristina se caen a los 22 años en Badajoz

Son de corte clásico y su modelo es el María Cristina. El báculo de hierro forjado con dos lámparas de vidrio esféricas colgantes no se ven en otras zonas de la ciudad. Estas son únicas.

En la plaza de España cayeron tres de las once que existen sobre las dos de la madrugada del lunes al martes. Los operarios que instalaban el alumbrado navideño agarraron uno de los cables atados a uno de los postes metálicos de la acera de enfrente a la columna de la farola, lo que provocó que esta se rompiera y provocara un efecto dominó sobre otras dos. Una de estas últimas quedó vencida y tumbada sobre el suelo y la otra quedó movida. En años anteriores sujetaban los cables a postes provisionales, pero este año los acoplaron directamente a las farolas.

Los trabajadores de Alumbrado se llevaron las tres columnas rotas a un almacén, donde las prepararán para soldarlas de nuevo a las mitades que permanecen ancladas al suelo. Además, han tenido que encargar la parte intermedia de las columnas y las dos lámparas esféricas de la que cayó en primer lugar. Estas reventaron al chocar con el pavimento y saben que las nuevas tardarán en llegar porque no suelen existir en stock.

Para que siga habiendo iluminación suficiente, han colocado cuatro focos provisionales en la acera de enfrente. Es una solución de urgencia que no tiene nada que ver con el diseño señorial de las farolas en reparación.

A pesar de que imitan un estilo antiguo, es un modelo que los ayuntamientos continúan colocando cuando quieren dar empaque a una zona. Valencia, por ejemplo, instaló este modelo María Cristina en la calle Juan de Austria, en plena zona comercial, hace solo dos años.

En Badajoz, el Ayuntamiento optó por ellas en la reforma que hizo de la plaza entre 2001 y 2002 por decisión del entonces alcalde, Miguel Celdrán y los concejales Alejandro Ramírez del Molino y Cristina Herrera, y bajo la dirección de la arquitecta municipal Begoña Galeano. La obra terminó en octubre de 2002 y desde entonces las farolas forman parte del mobiliario urbano de este entorno patrimonial, donde se quiso dar protagonismo a la Catedral y al Ayuntamiento. Las farolas fueron valoradas en su día como un símbolo de que se quería dar importancia a la plaza. Inicialmente se planteó la posibilidad de recuperar las luces previas a la reforma, más bajas y con una sola lámpara, pero se desechó.

La remodelación llevaba pendiente desde 1998. En su primer mandato, Celdrán convocó un concurso de ideas para renovar el enclave y, aunque se presentaron diez propuestas, descartó seguir adelante porque los diseños «no se identificaban con los intereses de los ciudadanos». Solo un par de años después encargó el diseño a los técnicos municipales que ya habían reformado San Francisco.

En un primer momento se planteó la posibilidad de construir un aparcamiento subterráneo, pero la idea quedó descartada para no poner en riesgo la Catedral. Finalmente, las obras salieron a concurso en julio de 2001. En septiembre de ese año adjudicaron el contrato a Ferrovial y Agromán. En octubre de 2001 comenzó la actuación, que iba a durar inicialmente ocho meses, pero que se alargó cuatro más por la aparición de un yacimiento arqueológico que finalmente se selló. En su momento se apuntó a que podría tratarse de la línea original de la plaza y de época árabe.

La zona cambió por completo. Las fotos de la época reflejan que antes se podía aparcar justo al lado de la Catedral, que había al menos un carril de circulación para cada sentido, que existían urinarios públicos y al menos un quiosco de obra. Todo eso se quitó y la plaza se plaza se transformó.

Realizaron nuevas canalizaciones, pavimentaron más de 3.000 metros cuadrados con distintos tipos de granito de Quintana y de Villar. Además, plantaron 40 naranjos e instalaron 22 jardineras móviles. Y para sentarse colocaron doce bancos macizos de granito negro. Todo esto costó 1,3 millones de euros.

Seis años después de esta reforma, en 2008, el Ayuntamiento adecentó las farolas del Casco Antiguo y pintó de color dorado la corona de hojas que estas de la Plaza de España tienen en la parte superior para darles más importancia. Fue algo que hicieron con el resto de farolas clásicas que existen en la zona histórica. Muchas de ellas tienen faroles fernandinos, que son cilíndricos, o de la Villa, que tienen cuatro caras.

Las hay con un solo farol en las avenidas de Huelva o Colón. Y de hasta cinco en San Francisco, que llevan en el mismo sitio desde 1850. El Ayuntamiento las encargó en su día a la empresa Jareño de Madrid y algunas de ellas lucen en sus peanas el año de nacimiento de la infanta María Luisa Fernanda (a la que también se atribuye el calificativo de 'la farola'), 1832, y el emblema del que por entonces era el rey de España, Fernando VII. Los primeros faroles de este tipo se instalaron en Madrid para festejar el nacimiento de la infanta y por eso se popularizaron como 'fernandinas'.

En San Andrés las coronas superiores tenían un aspecto plateado cuando las decoraron de nuevo hace 16 años. Pero esas farolas ya no están. En una reforma de esa otra plaza las cambiaron todas hace diez años, y colocaron unas farolas que son completas de color hierro. En la calle Francisco Pizarro recurrieron a estos modelos clásicos en 2009, cuando eliminaron los bordillos de la calle.

A estas junto al Ayuntamiento, las María Cristina, se les cambió el sistema y alumbran con ledes desde 2018 para que contaminaran menos y reducir el consumo de energía. Fue un toque de modernidad para las farolas más majestuosas de la ciudad.