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A. GILGADO
BADAJOZ.
Lunes, 14 de octubre 2019, 08:06
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El viernes 18 abre el telón el Festival de Teatro de Badajoz. Cuarenta y dos ediciones cumple el certamen. 'El silencio de Elvis' para abrir boca. A escena la vida de un joven esquizofrénico interpretado por Elías González. Ahora vive en Madrid, pero Elías echó los dientes en el López. En el reparto le acompañan Sandra Ferrús, que ha escrito el texto, Pepe Viyuela, Susana Hernández y Martxelo Rubio.
-Del López uno siempre se lleva un recuerdo especial. No todos los días viene uno de gira a su ciudad.
uAgenda 'El silencio de Elvis'. Teatro López de Ayala. Viernes 18 de octubre. Nueve de la noche. Primera obra de la 42 Edición del Festival de Teatro.
uReparto. Dirección y dramaturgia Sandra Ferrús. Intérpretes Pepe Viyuela, Sandra Ferrús, Elías González y Martxelo Rubio. Compañía El Vodevil.
uSinopsis Vicentín es un chico con esquizofrenia. Es muy alegre. Le encanta cantar y bailar. Su cruz es sufrir una enfermedad mental en un país en crisis. La duración es de 90 minutos.
-Yo he estado muchas veces. No sabría decir cuántas. Pero recuerdo que la primera fue hace dieciséis años con Arán Dramática. Tenía entonces 22 años y todos éramos más o menos de esa edad. Me gusta mucho ese teatro. Volver con este texto y estos personajes es un sueño, suena a tópico, pero es verdad.
-¿Cómo llenamos el Festival de Teatro en la época de los maratones de series?
-Manteniendo la magia que genera el teatro. En el caso de Badajoz, Eugenio Amaya está haciendo una labor encomiable. Trae gente a la que no estamos acostumbrados. Yo hace mucho tiempo vi a Daniel Veronese con 'Mujeres soñaron caballos'. Me dejó impactado.
-¿Cómo fue su paso por la escuela de teatro de Olivenza?
-Gracias a Olivenza empecé a trabajar con compañías extremeñas. Arán Dramática, La Estampa o con Taptc Teatro. Incluso formé una compañía con Pablo Bigeriego. En el año 2012 me vine a vivir a Madrid.
-¿Es más fácil ser actor en Madrid que en Badajoz?
-No, ni mucho menos. Cuando yo vivía en Badajoz trabajaba mucho y bien porque participaba en montajes de lujo y con gente muy profesional. En Madrid es más como una jungla. Tienes que buscarte más la vida y dependes de la suerte.
-¿Qué tiene 'El silencio de Elvis' para llevar tanto tiempo en cartel?
-Tiene algo que yo agradezco cuando voy al teatro. Una familia de verdad con mucha vida y una historia que hace pensar. No hay lágrima fácil ni risa fácil. José María Pou lo dice muy bien, muchas veces ha contado que le gusta salir del teatro con lucecitas en la cabeza, con pajaritos alrededor, como si te dieran un golpe. El teatro de verdad despierta preguntas al espectador.
-¿Cómo llega 'El silencio de Elvis' al López de Ayala?
-Esta obra se estrenó en febrero del 2017, luego se reestrenó en Madrid en el Teatro del Barrio y hemos estado un mes y medio el Teatro Infanta Isabel con una acogida genial. Ahora estamos de gira.
-Las críticas dicen que Vicentín te lleva de la risa al llanto en un suspiro.
-He intentado normalizar la enfermedad mental. Huir de estereotipos para ir a lo básico. Se trata de alguien que ve visiones y oye sonidos. Me he dejado llevar por la directora, hemos investigado mucho para intentar saber qué sienten los esquizofrénicos. Lo más complicado fue meterme de verdad en el mundo de la esquizofrenia. Era algo ajeno y tienes que acercarte con valor. Cuando leí el texto por primera vez me atrapó del tirón. Es muy emocionante lo que escribió Sandra Ferrús. Al resto del reparto le pasó lo mismo.
-¿Percibe desde las butacas esa naturalidad con la enfermedad mental?
-Yo he estado en muchos montajes y nunca había tenido esta reacción del público. La gente en pie aplaude porque entiende precisamente esta apuesta. Cuando estuvimos en Infanta Isabel, muchas familias nos mandaban cartas o contactaban con nosotros. Algunos padres con hijos esquizofrénicos esperaban en la puerta para felicitarnos. Por eso creo que lo hemos conseguido.
-Bajo la historia de Vicentín hay también un trasfondo económico y social muy cercano a nuestro tiempo.
-Hablamos también de muchas familias en España que se encuentran totalmente indefensas cuando tienen en su casa un caso como el de Vicente. No se intenta dar lecciones, ni dogmatizar. Simplemente expones un caso para hacer pensar al espectador. Los que menos tienen, las clases más desfavorecidas, son los que más sufren en estos casos.
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