Arranca en la Audiencia el juicio por abusos sexuales contra su sobrina
La víctima denunció en 2019 haber sufrido dos episodios que sitúa hasta 2006
El juicio contra un pacense por haber presuntamente abusado de su sobrina carnal cuando era menor de edad ha comenzado esta mañana en la Audiencia de Badajoz. Las sesiones, que se prolongarán hasta mañana martes, se celebran a puerta cerrada.
La Fiscalía pide 10 años de prisión por un supuesto delito continuado de abusos sexuales sufrido por su sobrina, que en el momento de ocurrir los hechos tenía cinco años.
En el escrito de acusación se indica que el procesado, sin antecedentes penales, se aprovechó de la superioridad que le otorgaba la relación de parentesco con la menor para realizar sobre la niña «actos atentatorios contra su indemnidad sexual».
El abogado de la acusación, Emilio Cortés, explica que la mujer (nacida en 1996) dijo a su psicólogo que había sido abusada, lo que dio origen al procedimiento penal que se juzga esta semana. Estos hechos, explica, estaban ocultos hasta que tuvo «un estallido emocional» y lo comunicó al profesional que le atendía. «Es algo que se va rumiando hasta que en un momento determinado (la víctima) lo revela», ha señalado antes del inicio de la sesión a preguntas de los periodistas.
A partir de ese momento se rompe la relación de la víctima y su familia con el tío carnal, hermano de la madre, a quien acusan de los hechos. «Se rompe por completo la relación y la familia queda hecha añicos», dice Emilio Cortés.
El abogado de la defensa, Manuel Borrego, ha rechazado todas las acusaciones y ha subrayado que la denuncia está auspiciada por el padre de la mujer denunciante. «Creemos que la denuncia viene inducida por el padre de la chica, con el que hay una mala relación». Según este, se debe a que tuvieron negocios que no salieron como esperaban y no existe posibilidad de llegar a un acuerdo entre las partes.
La defensa argumenta que el forense no dio credibilidad a la versión de la niña, mientras que la acusación ha subrayado que ese informe «es una prueba más», que «lógicamente debe entrar en contradicción con otras, como la psicóloga que le trató. Una exploración de 30 minutos y una evolución de años de una persona con una lesión psíquica».
Las dos partes tampoco se ponen de acuerdo en el momento de los hechos. Para la acusación, ocurren cuando la víctima tenía entre dos y seis años. Y para la defensa se denuncian dos hechos concretos ocurridos en un pequeño lapso de tiempo en 1998, cuando la hoy mujer tenía entre dos y cuatro años. La denuncia se interpuso en 2019, según ha desvelado la defensa del acusado.
El momento de los hechos, han indicado las dos partes, es importante por la prescripción del posible delito. Aunque, una vez llegado a juicio, se indica que los jueces entienden que aún se puede juzgar. El último año del delito es el que marca la posible prescripción. Y, de ahí, que las dos partes difieran al situar los hechos. «Hemos hecho un esfuerzo de concreción», dice Emilio Cortés, a la hora de realizar la acusación. Sitúa en 2006 la última agresión denunciada.
La defensa del hombre, que hoy ronda los 60 años, ha indicado que en primer lugar se formuló una denuncia por abuso que posteriormente se cambió a agresión.
En reuniones de una familia numerosa
El escrito del fiscal, al que ha tenido acceso HOY, considera que los hechos pueden ser constitutivos de un delito continuado de abusos sexuales en los que no concurren circunstancias modificativas. Por ello pide que le sea impuesta una pena de 10 años de prisión e indemnice a la víctima con 10.000 euros en concepto de daños morales
La Fiscalía indica que el acusado buscaba la cercanía de la niña en los momentos en los que se reunía la familia, que era muy numerosa. Esos encuentros tenían lugar en la casa de los abuelos y en distintas casas de campo.
Indica la acusación que los actos sexuales se prolongaron durante seis años, consistiendo en besos en la boca y en el cuello, tocamientos e incluso actos de mayor entidad.
Entre los hechos que se relatan figura un episodio en el que el acusado aprovechó que estaban jugando al escondite para introducirse con la niña en una especie de armario, aprovechando ese momento para consumar este tipo de actos «pese a que la niña pugnaba por marcharse».