«Me preocupa que veo a pocos jóvenes en la cooperativa»

–¿Cómo nace su relación con la agricultura?

–Mi padre era agricultor y de él heredé un olivar. Con el tiempo, compré tierras aledañas y puse 14 hectáreas de olivar que ya se encuentran en plena producción. Es un olivar en ecológico y yo me encargo de realizar las labores durante todo el año, aunque para la recogida lo hacemos de forma familiar con ayuda de mis hijos, mi hermano, mi cuñado... También soy socio de la cooperativa de Zalamea de la Serena, algo que es muy necesario para que no se compliquen las cosas con los precios del aceite. Hay que defender esa función que realizan las cooperativas, en caso contrario, estás vendido y esto no sería rentable.

–¿Cómo es su día a día en el campo?

–En esta época del año vengo temprano al campo y para las doce o así me vengo a casa, por la tarde, si me apetece, voy otro rato. Tengo el campo bien atendido. En estos momentos, estamos a la espera de que llueva un poco y también dar un repaso a los olivos para que no haya muchas hierbas. Tras la recogida, solemos realizar la poda que es algo más laborioso porque son 2.700 olivos y se poda alrededor de un tercio cada año.

–Hablaba de olivar ecológico, ¿en qué consiste?

–No se puede echar ningún producto insecticida o abono que no sea ecológico, pero eso es lo que menos trabajo lleva porque se hace foliarmente y tardas poco tiempo. En cuanto a las ventajas, para mí, es que dan una serie de primas por hectáreas, aunque entre los inconvenientes está que la producción es menor que en el olivar tradicional. Otra ventaja que veo es que el aceite se vende más caro y esto repercute en el precio de la aceituna. Para mí, es positivo.

–En su caso, ¿cree que tendrá relevo generacional?

–A mis hijos es algo que le gusta, sobre todo a uno de ellos. Creo que no lo van a abandonar, pero nunca se sabe. Es algo más complicado, igual no tienen el mismo tiempo que he tenido yo para atenderlo bien.

–Es uno de los grandes problemas para el sector, ¿le preocupa?

–Me preocupa que cuando yo voy a entregar la aceituna veo a pocos jóvenes en la cooperativa, es sobre todo gente mayor y poco más joven que yo. Es un problema que hay en toda la agricultura y los jóvenes agricultores cada vez son menos. La situación del sector no anima a la gente joven, los precios muchas veces son insuficientes para incentivar la actividad. Los pueblos cada vez están más despoblados y la gente huye de aquí, los jóvenes se están buscando su vida fuera. En Quintana, además de la agricultura, tenemos el granito que también sujeta gente, pero hay muchos pueblos que viven sólo de la agricultura.