Ya está aquí la PAC. En realidad, está desde el 1 de febrero, pero eso era solo oficialmente. Desde el punto de vista operativo, no se pudo empezar a trabajar con el programa hasta principios de marzo. Lo de la PAC suele ser así, primero se anuncia que se abre el plazo, pero el programa falla más que una escopeta de feria. Los gestores que preparan la documentación de la PAC acaban arreglándoselas a base de trucos y atajos para llegar a un destino que habría sido más fácil si el programa hubiera estado operativo y a pleno rendimiento desde el primer día. El caso es que, renqueando, las solicitudes únicas para conseguir las ayudas de la Política Agraria Comunitaria (PAC) se van tramitando lentamente, de susto en susto hasta el impreso final. Todos los años, el plazo acaba el 30 de abril, pero casi todos los años surge algún problema y se amplía el plazo 15 o 30 días. Y así en cada ejercicio. Este proceso es inaudito. La declaración de Hacienda, la renovación del carnet de conducir, la petición de una beca... Todo se hace con normalidad menos la PAC, que cada cierto tiempo cambia de programa operativo y provoca unos problemas que vuelven locos a los especialistas y a los agricultores. En lugar de facilitar los trámites al ciudadano, se le complican tanto que o acude a un gestor eficiente o no cobra. Con razón, los corresponsales extranjeros dicen que España es el país de las gestorías.
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