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Un triste año agrario

ANÁLISIS AGRARIO ·

La crisis ruso-ucraniana ha catalizado una escalada sin precedentes de los costes de producción

JUAN QUINTANA

Lunes, 26 de diciembre 2022, 09:54

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El año 2022 toca a su fin, y poco bueno se puede decir desde una perspectiva agraria. Ni el clima político ni el meteorológico han potenciado buenos rendimientos productivos ni económicos, más bien lo contrario. Por un lado, la crisis ruso-ucraniana ha catalizado una escalada sin precedentes de los costes de producción, con una media superior al 30%, y en algunos inputs esenciales, como los fertilizantes, se ha triplicado su valor. Por otro, la sequía, las altas temperaturas y las heladas han limitado las producciones en buena parte de los subsectores agrícolas y ganaderos. Por ejemplo, el cereal ha visto reducida su producción entre un 30-40%, el ajo ve seriamente amenazado su cultivo en muchas zonas, la producción de aceite de oliva también ha descendido entre el 30-50% al igual que la aceituna de mesa. También la fruta de hueso ha sufrido caídas muy sustanciales, salvo en Extremadura; y de igual manera los frutos secos, en particular la almendra, pero también los cítricos y la uva de mesa. Son solo algunos ejemplos de los muchos que se pueden mencionar entre las producciones agrícolas. En el sector ganadero, la escasez de pastos en muchas zonas, unido al fuerte encarecimiento de los piensos y al incremento desmesurado de los costes energéticos han situado a muchas explotaciones en el límite de su rentabilidad.

En este contexto, no hay que quitar mérito al Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación (MAPA) y a las consejerías del ramo, que han puesto en marcha innumerables iniciativas para mantener la renta agraria e intentar paliar una dura crisis coyuntural, que se podría cronificar si se extiende en el tiempo. De acuerdo con datos del MAPA, las ayudas directas o fiscales otorgadas al sector en 2022 han rondado los mil millones de euros. En todo caso, una crisis que no puede ni debe ser compensada solo con recursos públicos. De hecho no lo ha conseguido, ya que la renta agraria española se ha situado en 27.861 millones de euros en 2022, lo que supone una caída del 5,5 % con respecto a la de 2021. La verdad es que podría haber sido una pérdida de renta mucho mayor, si no es por el esfuerzo y por el aguante de los profesionales del sector, por las iniciativas públicas de apoyo y, sobre todo, por la subida del valor de la producción, a pesar de la reducción del volumen. Por ejemplo, la producción vegetal ha aumentado un 4,2% en valor, alcanzando la cifra máxima de toda la serie histórica con 36.459 millones de euros. Mucho más ha crecido el valor del subsector ganadero, que ha repuntado un 24,5%, debido fundamentalmente a que el volumen de producción se ha mantenido más o menos constante.

En este contexto los fundamentos de la futura Política Agraria Común (PAC) se han puesto en cuestión. El objetivo de reconvertir la agricultura convencional y que la cuarta parte de la superficie sea ecológica a medio plazo, empieza a ser percibido cada vez más como una amenaza a la suficiencia alimentaria y, sobre todo, al acceso a los alimentos a un precio sostenido y sostenible. Pero no solo, ya que cada vez empieza a calar más la idea de que en cuestiones medioambientales se quiere que el agro mate moscas a cañonazos. Sin renunciar a un necesario reverdecimiento de la PAC, se pone en duda la eficacia de algunas medidas y los tiempos de aplicación.

Pero no todo el gobierno ha trabajado en defensa del sector, en este año el Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico ha continuado con su estrategia ambiental, en la que el sector primario ha sido recurrentemente un efecto colateral de sus iniciativas, de forma intencionada o no. Su desastroso planteamiento en la gestión del lobo o de los recursos hídricos, han mostrado un profundo desconocimiento de esta actividad económica, y creado un importante malestar en un colectivo de profesionales que son los mayores comprometidos en la gestión del medioambiente en los espacios rurales. Algo que suele pasar cuando no se pone a las personas primero.

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