Cereal para pienso

El sector de los fabricantes de alimentos compuestos para animales mantuvo una situación estable en 2021, a pesar de la limitación del mercado de los cereales y las previsiones de que la trayectoria de 2020 iba continuar. Hay que recordar que 2020 fue la primera vez en las tres últimas décadas en que el sector de los piensos interrumpió su tendencia de crecimiento y se redujo el volumen de negocio en un 4%. Por tanto, no es mal dato el de 2021, y ahora habrá que ver cómo evoluciona en este complejo año. Por el momento no tiene visos de continuidad, y está prevista una reducción sustancial en este ejercicio. Según datos de la Confederación Española de Fabricantes de Alimentos Compuestos Para Animales (Cesfac), se podría producir un 4% de reducción en la producción, hasta los 24,7 millones de toneladas.

El valor del mercado de las industria de los piensos en España superó en 2021 los 26,5 millones de toneladas, una cifra solo ligeramente superior a la de 2020, de acuerdo con los datos de Cesfac. Por especies, la cabaña porcina es la principal consumidora de piensos en España, seguida de la cabaña bovina y la cabaña avícola.

Hay que recordar que España es el décimo productor mundial de piensos compuestos y el primero a nivel europeo, seguido de Alemania con 22,2 millones de toneladas y Francia con 20,6. Sin embargo, es el más débil, porque es también el que más depende de las importaciones de materias primas. En el caso de las comunidades autónomas, el mercado nacional está liderado por Cataluña (8 millones de toneladas), por delante de Castilla y León y Aragón, por encima de los 5 millones de toneladas cada una.

Este año se está viviendo la situación de más estrés en décadas, en relación con el acceso a materias primas para la producción de piensos. Pero no es solo el problema de Ucrania, a quien Rusia le impuso militarmente una paralización de sus exportaciones, sino que en el momento del año en el que se produjo, Ucrania era el principal suministrador. Por otro lado había muy poco stock de campañas anteriores, solo para dos meses. Todo ello unido al incremento de otros muchos costes que afectan a todos los sectores, como el coste de la energía, el del transporte, con huelgas como la de marzo y la amenaza de otra en el último trimestre, los costes laborales o los logísticos, entre otros. En todo caso, el lento e incierto desatasco gradual de los stocks ucranianos no soluciona del todo el problema, porque toda la cadena logística se encuentra seriamente afectada.

Ahora sería necesario aprobar medidas excepcionales y liberar las fronteras europeas para la entrada de productos provenientes de países de los que hasta ahora estábamos protegidos. Medidas que la Comisión Europea (CE) deberá medir con mucho cuidado, porque a día de hoy su prioridad es proteger la producción agraria para poder frenar la escalada de precios alimentarios. Pero se trata de un equilibrio muy inestable, porque en temas de cereales, lo que favorece al sector agrícola, suele perjudicar al ganadero, y viceversa. Abaratar el cereal, abarata también el pienso y, por tanto, la producción ganadera, pero puede trastocar la viabilidad de los cerealistas locales.

Por el momento la CE es prudente y ha optado por potenciar la producción propia. A principio del verano decidió suspender durante 2023 la obligación impuesta por la nueva Política Agrícola Común (PAC) de mantener tierras en barbecho y rotación de cultivos. El objetivo es aumentar nuestra producción de cereales, destinando a estos cultivos un total de 1,5 millones de hectáreas. El problema que este acuerdo ha ido dirigido fundamentalmente a los cereales con destino a producción de alimentos para consumo humano, quedando excluidos los de orientación ganadera.