El alto coste de la brecha de género rural
ANÁLISIS AGRARIO ·
Las áreas rurales no solo sufren un proceso de despoblamiento, también están envejeciendo y maculinizándoseJUAN QUINTANA
Lunes, 28 de febrero 2022, 08:53
Nos encontramos en un momento donde el debate sobre el futuro de nuestras áreas rurales está en el centro del escenario político y social. En paralelo, las instituciones europeas plantean un modelo agrario que puede modificar sustancialmente el entorno agro-rural. Entre otras cuestiones hay asuntos que condicionan este futuro cambiante, como es el deseado rejuvenecimiento del sector agrario y de la población rural en su conjunto, y el papel de la mujer rural en este nuevo contexto. Del relevo generacional en el sector ya nos hemos ocupado en varias ocasiones en este espacio, y seguiremos haciéndolo, pero hoy vamos a hablar del papel que juega la mujer en la economía rural, a partir de un muy interesante informe que han hecho público CaixaBank y ClosinGap. Y es de especial interés porque a pesar de haber numerosas investigaciones que han identificado y dimensionado la brecha de género existente en España, en ninguna antes se ha establecido un valor económico basado en el coste de oportunidad que supone para las personas y para la sociedad en la que viven; es decir, al valor económico al que se renuncia por una determinada decisión, gasto o inversión.
En este trabajo se constata que las personas que viven en el medio rural, y en particular las mujeres, se enfrentan a mayores dificultades laborales, de conectividad y de acceso a servicios públicos y cuidados especializados. Con carácter general, la brecha de género es mucho más alta en un entorno más masculinizado y envejecido como es el de los espacios rurales frente a los urbanos.
En definitiva, en este trabajo se han identificado cuatro brechas de género en el medio rural como son el despoblamiento y masculinización, la mayor precariedad laboral de la mujer, el menor número de mujeres en posiciones de toma de decisiones, y la doble jornada, más acentuada en zonas rurales que en urbanas. La realidad es que el medio rural no solo está sufriendo un proceso continuado de despoblamiento desde la década de los 90, también se está envejeciendo y masculinizando. Mientras que en áreas urbanas el 21,3% de las mujeres y el 16,5% de los hombres tienen más de 65 años, en zonas rurales se eleva al 22,1% y al 18,2% respectivamente.
Entrando en lo que son las tareas domésticas y de cuidados familiares, los hombres rurales en nuestro país dedican 14,7 millones de horas al día a los cuidados y tareas del hogar, frente a los 32,5 millones de horas empleadas por las mujeres, lo que supone un 121% más de tiempo. Al final, considerando las horas de más que las mujeres dedican a las labores domésticas con respecto a las del hombre, y valorando el coste hora del servicio doméstico, se establece un coste de oportunidad de la brecha de género en zonas rurales que asciende a 38.500 millones de euros. Además, si se produjera una remuneración de esta brecha, implicaría que las arcas públicas incrementarían sus ingresos en alrededor de 18.750 millones de euros.
Un problema es que esta brecha, este superávit de horas dedicadas a trabajos domésticos con respecto a las de los hombres, implica también una brecha de servicios sociales y una brecha en las pensiones de jubilación, que ven hipotecado su poder adquisitivo en su periodo de vida post laboral.
Es cierto que la diferencia ya no es tan amplia entre los hombres y mujeres de nuestros pueblos, y también es menor entre mujeres rurales y urbanas, pero todavía se mantienen muy arraigados antiguos patrones de género que todavía necesitarán de años y de un rejuvenecimiento de la población rural, para que queden minimizados o, al menos, converjan con los de nuestros espacios urbanos.