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Estudio

Pobres cómicos

El estudio más completo hasta la fecha sobre la situación del sector revela un paro galopante y la precarización de las condiciones de trabajo La imagen de glamour de los actores contrasta con la realidad del mercado laboral: el 73% no puede vivir de su oficio

OSKAR L. BELATEGUI

Lunes, 3 de febrero 2014, 10:50

«El teatro tiene veneno, un no sé qué, un misterio. Hay gente que dice: voy a probar, un año, dos, y si me va mal, me dedico a otra cosa. Y luego no lo pueden dejar. Haces reír a la gente, les haces gozar. O llorar. Tienes que aprenderte párrafos hasta de Benavente. Y, como es lógico, algo se pega. Los cómicos somos una casta privilegiada, de verdad». El extracto pertenece a 'El viaje a ninguna parte', la novela que Fernando Fernán Gómez convirtió en una película inolvidable. Los 'privilegios' de aquellos cómicos de la legua muertos de hambre y superados por la llegada del cinematógrafo parecen mantenerse en nuestros días. Un estudio de Aisge, la sociedad de gestión de derechos de los actores, revela que el 73% de los profesionales no puede vivir de su trabajo. Más de la mitad ni siquiera alcanza el salario mínimo interprofesional (645 euros mensuales).

El próximo domingo todo serán sonrisas sobre la alfombra roja de los Goya. Desfilarán los rostros más conocidos de un sector azotado por la crisis que, paradójicamente, mantiene una imagen pública de casta subvencionada y vividora. «En la noche de los Goya vemos a los actores que están en la cúspide, pero el año tiene otras 364 noches», observa Iván Arpa, coordinador del área asistencial de la Fundación Aisge. Calcula que esa cara visible y glamurosa representa al 2% del colectivo. «Son los únicos que pueden encadenar un trabajo con otro. No se me ocurre ninguna otra profesión con estas cifras de paro y precariedad. La crisis ha provocado que las condiciones laborales se hayan endurecido y los salarios hayan retrocedido a niveles de los años 90». El orgullo y la vanidad de un oficio tan competitivo provoca que las miserias no trasciendan. Solo de vez en cuando se conocen casos como el de Coral Pellicer, que a sus 75 años logró un papelito en 'Amar es para siempre' después de revelar que malvivía con una pensión de orfanda de la Guerra Civil de 391 euros. «Hay días en que no tengo para comer y apenas puedo pagar el alquiler. Con la crisis, muchos actores hemos vuelto al XIX», denunció la veterana actriz, uno de los 800 beneficiarios de Aisge el año pasado.

Trabajar en televisión alimenta a muchos actores y técnicos, aunque ya no es la panacea de hace unos años. De cobrar 1.200 por sesión en los años 90 se han tirado los precios a los 200 o 250 euros que les quedan limpios. Un actor de reparto cobrará el mínimo que estipula el convenio, 370 euros. Y a eso hay que restarle la comisión del representante, que oscila entre el 10 y el 15%, más los impuestos. El estudio de Aisge, el más pormenorizado hecho hasta la fecha con entrevistas a 1.200 intérpretes, revela que solo el 37% tiene agente. «Todos consideran que es importante, pero los representantes no cogen a todo el mundo porque ya tienen una abultada cartera de nombres», observa Iván Arpa, que trata a diario con los asociados. «Al mismo tiempo, los actores también piensan que los representantes no les facilitan los trabajos y que consiguen los papeles porque ellos se han movido o los ha conocido un director de casting».

Comida y taxis

Javier Bardem, Luis Tosar, Mario Casas, Belén Rueda, Maribel Verdú.... Estrellas de una elitista liga que también ha sufrido un recorte de cachés. Cobran entre 100.000 y 200.000 euros por película. Algunos con mucho tirón en taquilla, como Mario Casas, pueden renegociar a la baja su salario a cambio de un porcentaje de la recaudación cuando el filme empiece a dar beneficios. Una modalidad de contratación del gusto de los productores, ya que así el actor se implica más en la promoción. En contraste, el 28% de los currelas no recibe ningún tipo de prestación. El 15% de los que están en paro carece de cualquier ingreso y depende de la solidaridad . «Mi percepción es que incluso las cifras del estudio se quedan cortas», lamenta Aitor Merino, que reconoce haber pasado «rachas muy buenas y otras muy malas». El actor, actualmente en 'Goenkale', recuerda que su oficio es inseguro por naturaleza. Por algo en Francia el régimen de artistas y técnicos se denomina 'intermitentes del espectáculo'.

A semejanza del mercado laboral general, las condiciones en cine y televisión se han 'basurizado'. Aisge sostiene que el 6% de los actores jamás ha disfrutado de un contrato ni ha sido dado de alta en la Seguridad Social cuando ha trabajado. En las series se condensan las escenas en jornadas maratonianas para no pagar más de una sesión; lo que antes se tardaba cuatro días en grabar ahora se hace en uno.

El estudio de la sociedad de gestión habla de 'actores kleenex', jóvenes que se hacen ilusiones, pero cuyo paso por los platós tiende a ser cada vez más fugaz. Mientras ponen copas, dan clases y hacen bolos en pequeñas salas van perdiendo la esperanza. Por no hablar de los rodajes 'low cost', donde se trabaja por amistad o confianza en el proyecto, recibiendo a cambio la comida y el dinero de los taxis.

de los actores no logra vivir de los ingresos que le proporciona esta actividad. Entre los que se encuentran en paro, el 28% no recibe ninguna prestación.

de los profesionales del sector ganan menos del salario mínimo interprofesional (645 euros mensuales). El 15% carece de ingresos y depende para subsistir de familiares y amigos.

de los intérpretes carece de representante, que cobra entre el 10 y el 15% del caché.

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