EL AJEDREZ Y LA RELIGIÓN
ÁNGELES REDONDO
Viernes, 3 de febrero 2012, 02:07
Actualmente nadie cuestiona los aspectos pedagógicos del ajedrez, sus virtudes y valores. Como potente herramienta que es, desarrolla el razonamiento abstracto, la memoria y la imaginación creativa, fortalece la concentración, así como la organización del propio tiempo. Es, por tanto, una asignatura pendiente y deseable en la educación de nuestros hijos. En algunos países ya se aprobó su inclusión en los planes de estudio de primaria y secundaria, no así en nuestra Comunidad donde sigue relegado a un segundo plano, sin incluirse en el curriculum escolar como asignatura. Sin embargo, aceptamos, a pesar de estar inmersos en medidas de ajuste, dos horas semanales, al menos, de adoctrinamiento católico en una escuela pública basada en el pensamiento científico, la razón y el conocimiento.
Este fin de semana tendrán lugar en nuestra ciudad los JUDEX (Juegos Deportivos Extremeños) en la modalidad de ajedrez. Esta cita anual, ya consolidada después de 30 años de convocatoria, pretende fomentar la convivencia de los escolares a través del deporte. Por razones que no vienen al caso, estoy colaborando en la organización del evento y como tengo esa rara costumbre de idear nuevas situaciones, ya que no todos tenemos las mismas certezas, he querido imaginarme un Gobierno refrendando acuerdos con la Federación Nacional de Ajedrez, al estilo de los que firma con la Santa Sede. De tal forma que la enseñanza del ajedrez sea incluida como materia obligatoria para los centros escolares y de carácter voluntario para los alumnos, garantizando así el Estado el desarrollo de las capacidades a través de un juego milenario con características de ciencia y deporte.
Tal vez sea nadar a contracorriente, pero si sopesamos costes y beneficios podría ser una alternativa para los que anhelan que la escuela sea un lugar para razonar y no para creer.