CON B DE BARCELONA
MANUEL MERINO
Jueves, 18 de agosto 2011, 02:09
Ando estos días por la ciudad condal donde la maldita o bendita globalización, según se mire, me conduce a tener que explicarle a una camarera cómo se prepara el pan tumaca, nuestra "catalana" de toda la vida en los desayunos pacenses. Al fin y al cabo, nos unen más cosas de las que nos separan y lo de la aldea global también tiene sus ventajas. Esta semana han comenzado las fiestas del barrio de Gracia, una delicia que recuerda a las Festas do Povo de nuestra vecina Campomaior. Por la Plaza de la Virreina, reconozco el acento extremeño en una chica que sonríe entre la multitud. En las tascas más populosas, las conversaciones giran en torno al fichaje de Cesc y el partido del Barça contra el Madrid. Escribo esta "Plaza Alta" a veinticuatro horas del clásico y hoy ya sabremos si anoche Messi volvió a hacer de las suyas en el Camp Nou, donde no es raro encontrarse estos días con gente de nuestra tierra. Allí estaré. Uno más. Pero el ambiente zumbón culé nos conduce irremediablemente al Badajoz, al famoso partido de la selección con la plaga de langostas, a los goles de Munitis en el Viejo Vivero, a los derbis contra el Mérida y sobre todo, a la famosa caravana de Palomos, -la que la "liao" vuestro alcalde- me dicen muchos. Entre cerveza y cerveza unos cargols al estilo Muñoz Torrero. La riada de gente no cesa y en mi mente comienza a dibujarse la magia de la Noche en Blanco y Al Mossassa, coincidiendo con los últimos retazos del calor estival. Y entonces deseo que ellos, los que viajan en el metro cabizbajos, armados de auriculares y Ipods que los desconectan de la realidad, o con novelas interminables de Ken Follett en las manos, pudieran descubrir también nuestras fiestas, que se tomaran las catalanas de la Corchuela, que vieran gambetear a Ale Herrera o que palparán la unión entre dos países con las calles llenas de flores. Así es que es a modo de pretemporada y ahora que el verano tiene los días contados, es el momento de creer más que nunca en nuestra ciudad y apostar fuerte por ella. No tenemos a la pulga pero Taylor ya se ocupa de darle al casco antiguo el sabor argentino. Tampoco presumimos de Sagrada Familia pero los paseos por la Alcazaba hacen prescindible la música a través de los cascos. Lo dicho. Lo bueno y lo malo de la globalización y un avión que en poco más de una hora, nos permite disfrutar de dos mundos tan parecidos y tan distintos, tan lejanos y tan distantes.