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¿Qué ha pasado este jueves, 4 de diciembre, en Extremadura?
OPINIÓN

Mocita arrempujá

ENRIQUE FALCÓ

Domingo, 2 de enero 2011, 01:07

AÚN resuenan ecos de indignación, de sonrojo y de rabia, tras lo acontecido los últimos días en Arroyo de San Serván, por el lamentable asunto de la menor secuestrada y obligada a ejercer la prostitución. Han de correr aún ríos de tinta, teñidos de indignación, de ira y de vergüenza ajena, que revelen toda la verdad sobre el bochornoso acontecimiento que hiere la sensibilidad de cualquier bien nacido que se precie.

Quizás sea esta última palabra, vergüenza, la que mejor defina este repugnante hecho. Catorce detenidos y sumando. Todavía habrá alguno que incluso justifique lo ocurrido, por aquello de que la niña es de toma pan y moja. Y no faltarán las guasas de los animales de turno, en plan «es que a las niñas ahora les crecen antes las tetas que los dientes», o chistes como aquel en la que un imputado de abusos a una menor se levanta ofendido y le recrimina al juez: «Señoría, que la menor le enseñe las tetas, a ver quien es la víctima».

Todo lo acontecido los últimos días en Arroyo de San Serván me inclina a pensar que vivimos en una sociedad que empuja consciente e insistentemente a los niños hacia la edad adulta. Y no hablo ya de estos imperdonables crímenes de trafico con menores, sino de situaciones mucho más cotidianas y más amables a priori. Ustedes ya saben que no soy precisamente un amante de los niños, para que les voy a engañar. No tengo paciencia con ellos y me molestan y me incomodan tanto que aún no me decido a tenerlos propios. Pero una cosa está clara, me gustan como son; es decir, como niños. Con su inocencia, con sus travesuras, con sus gritos y su mirada llena de alegría y despreocupación, comiéndose el mundo con los ojos, y preparados para absorber una a una todas sus sensaciones. No me gusta observar en sus rostros la inocencia perdida, la tristeza, el amargo anhelo de la desesperación. Me disgusta, por ejemplo, que a estrellas infantiles, como Justin Bieber, lo traten como a un adulto con solo 16 años, y le editen una biografía. Lo de este muchacho será en unos años otro triste caso de juguetes rotos. Véase a Macaulay Culkin, o la propia Britney Spears.

En Extremadura existe un dicho, el de la 'mocita arrempujá', que sirve para definir a una niña que viste y actúa como si contara con una edad mayor de la que realmente ostenta, y es fácil vislumbrarlas en algunas bodas o comuniones, o en las mismas plazas de los pueblos. Ahora, el listo de turno diría aquello de «la culpa es de los padres que las visten como.». Una animalada más, pero no sin cierta razón.

Mi menda es partidario de que las niñas vistan como lo que son; es decir, como niñas. Y que cuando bailen, por ejemplo, en el colegio, en una actuación de esas que se hacen por Navidad, se muevan como niñas y no como sexis bailarinas de barra americana; ustedes ya me entienden.

Existe un canal de televisión que tiene mucha culpa de todo esto, pues está idiotizando a toda una generación. El Canal Disney, para toda la familia. ¡Por las narices! He visto algunas de las series que emiten en dicho canal y solo se transmiten dudosos valores. Los 'Jonas Brothers', 'Hanna Montana', 'Selena Gómez' y compañía desempeñan papeles, clichés y profesiones de adultos, y ofrecen una imagen quizás demasiado sexy de sus protagonistas, aún siendo menores. El caso del 'Patito Feo' roza ya cotas de dudosa ilegalidad. Aunque en un principio parece transmitir la idea de que lo importante es la belleza interior, en realidad no hacen más que confirmar que el físico lo es todo, pues las niñas que ven la serie, como mi sobrina por ejemplo, a quienes quieren parecerse e imitan constantemente es a las antagonistas, 'Las Divinas', que son las más guapas, rebeldes y populares de la serie. Si a esto le añadimos picantes coreografías y extranjerismos que reemplazan a palabras ya existentes en castellano, tenemos la serie perfecta para convertir nuestras larvas en 'mocitas arrempujás'.

Cada cosa a su tiempo por Dios. Y que la naturaleza siga su curso. Los adultos no debemos frenarla ni acelerarla, sino ayudar a reconducirla. Basta con ser sensatos y aplicar el sentido común, aunque sea el menos común de los sentidos. Y a los padres, ¡mucho cuidadito con el Canal Disney! Recuerden que si educamos y enseñamos bien hoy a nuestros hijos, la Justicia no habrá de castigarles cuando se conviertan en hombres.

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