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OPINIÓN

Pase lo que pase esta noche

El historial futbolístico de este país está lleno de goles cantados que no entraron y de otros que entraron, pero fueron anulados, de penaltis fallados en el último suspiro, de codazos y de injusticias arbitrales, pero esta noche, pase lo que pase, ¡de rojo y a disfrutar con la selección!

ENRIQUE FALCÓ

Domingo, 11 de julio 2010, 02:22

TRAS la euforia vivida estos días por el triunfo de España frente a Alemania en las semifinales, era evidente que no podía dejar pasar la oportunidad de referirme a la final del Mundial que esta noche nos enfrentará a Holanda. Es lo que siempre habíamos deseado todos los aficionados españoles. Pase lo que pase, esta noche será irrepetible, pues siempre permanecerá impresa en nuestra memoria. Si ganamos será fantástico, lo más parecido a un sueño. Pero la verdad es que si perdemos tampoco se acabará el mundo. Aunque puede dar mucha rabia aquello de llegar tan lejos y que se te escape un título en el último momento, no podemos dejar de estar contentos con el mundial de 'La roja'. Pase lo que pase esta noche, nos ha servido para despojarnos por fin del maldito gafe de los cuartos de final (hace dos años lo hicimos en la Eurocopa) y para acabar en una posición digna que refleja el nivel futbolístico de nuestro país. Ahora, eso sí, si ganamos me gustaría que fuera como en la pasada Eurocopa. Sin injusticias, sin malas artes, simplemente siendo mejores y punto. Que no nos den nada, pero por Dios, que tampoco nos lo quiten. Y si Holanda es mejor, se le felicita y santas pascuas, y a preparar un gran y merecido recibimiento por el gran papel de nuestra selección, la de todos.

Recuerdo que cuando comencé a tener constancia de que existía, y algo de uso de razón, enseguida me sentí atraído por el deporte del fútbol; sin darme cuenta, me encontré como quien no quiere la cosa con el Mundial de México 86, a mis 8 años de edad. Para el menda fue éste uno de los mundiales más especiales y emocionantes de su vida. Aún me duele cuando pienso en aquella tanda de penaltis tras un gran partido donde sólo pudimos empatar contra Bélgica, la patria de mi querido Tintín. Lamentablemente para nosotros, el Casillas de la época era el genial Jean Marine Paff, portero de la selección belga que lo paró casi todo. También me reconcomo por dentro al pensar cómo se nos escapó el pase a semifinales en el Mundial de EE UU de 1994, con aquella gran ocasión de Julio Salinas desperdiciada y el famoso codazo a Luis Enrique. Pero cuando más me hierve la sangre es cuando la imagen del maldito árbitro egipcio Al-Ghandour de aquellos cuartos de final en el Mundial de Corea se me viene a la cabeza. Reservo la imagen de aquella estúpida sonrisa para mis peores pesadillas. Por fin a día de hoy todo aquello forma ya parte del pasado y hemos podido enterrar definitivamente los fantasmas de antaño.

Me viene ahora a la cabeza otra imagen más tierna, tras la semifinal, de una niña pequeña, rubia, muy guapa, con la camiseta de Alemania, llorando a más no poder. Me hubiera gustado estar allí y saber alemán para consolarla, y decirle que no se preocupara, que para empezar Alemania ha ganado tres mundiales, que se dice pronto, y si no me falla la memoria creo que ha disputado cuatro finales más. Me hubiera gustado añadirle que, sin lugar a dudas, verá a su equipo ganar alguna final más, porque Alemania es y será siempre una de las más grandes y prestigiosas selecciones de fútbol. Incluso en la derrota. Ya lo demostraron anteriormente en la Eurocopa. También, para animarla, me hubiera gustado indicarle que al menos han perdido un partido siendo derrotados justamente, por una selección que ha jugado mejor. No ha habido mala suerte, ni decisiones arbitrales lamentables, ni codazos, ni injusticia ninguna, al contrario que nos viene ocurriendo a nosotros desde que tengo uso de razón. No obstante, le hubiera hablado de la necesidad de compartir, le hubiera hecho ver que en mi país algunos llevan esperando este momento toda su vida, y que no imaginamos cuándo nos veremos en otra así. Así que disfrutemos del momento, porque seguro que dentro de muchos años recordarán este partido.

Hablando de niños, y su inocencia, me acuerdo también de la hija pequeña de Reina, que salía el otro día en televisión diciendo que su papá iba a meter un gol, para jolgorio de los allí presentes. Su madre se reía y le intentaba explicar que papá no marcaba goles, que era el que los paraba. Esto demuestra, que los niños, aunque no sepan todavía muy bien por donde van los tiros, captan la importancia de este deporte, y la alegría que procura a casi todas las personas. Vale que si esta noche ganamos el mundial, no vamos a dejar de pagar la hipoteca, ni vamos a poder permitirnos dejar de trabajar; mi cuñado Pantoja seguirá siendo calvo, y yo gordo, pero ¿qué quieren que les diga? A mí me gusta ver ganar a mi selección, porque el fútbol es algo más que un deporte, y el que piense lo contrario que se pregunte por qué hoy a las 20:30 un país de cincuenta millones de personas se paraliza para quedarse embobado pendiente de que once tíos en pantalón corto metan una pelotita en una portería. Yo, aunque hoy trabajo a esa hora, no voy a dejar de mirar la televisión, y el primer grito cuando Villa, Torres o Iniesta perforen la portería alemana nacerá de mi garganta, eso se lo garantizo.

Esta noche es para sentirnos bien, alegres y dichosos, para disfrutar, para recordar. Nos lo hemos ganado. Hoy es nuestra noche y seremos felices. ¡Pase lo que pase!

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