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En la versión con filtros verdes y rojos de la foto no se producen discrepancias.
De fenómeno viral a fenómeno de estudio

De fenómeno viral a fenómeno de estudio

Tres nuevos artículos científicos analizan el caso del vestido azul y negro, ¿o era blanco y dorado?

antonio villarreal

Viernes, 15 de mayo 2015, 13:02

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La tarde del 26 de febrero, la foto desgastada de un vestido colgada en la red social Tumblr originó una catarata de comentarios y reacciones que pronto se trasladaron a Facebook, a Twitter y a los medios de comunicación. Así nació el llamado #Dressgate. Algunas personas argumentaban que el vestido era azul y negro mientras que otras lo describían en blanco y oro.

Parecía un pasatiempo más de esos que circulan por nuestras pantallas para amenizarnos la jornada, pero precisamente esta semana, tres nuevos estudios sobre el vestido han aparecido en la revista Current Biology. Se trata de estudios de psicología perceptual, centrados en la cognición de los colores, es decir, cómo nuestro cerebro procesa esa información. No está nada mal para ser un meme de internet.

En uno de ellos, psicólogos de las universidades Justus Liebig, de Giessen, Alemania, y de Bradford, Reino Unido, realizaron un experimento para examinar más de cerca el asunto. "Esto no habría ocurrido con un vestido rojo", dice el doctor Karl Gegenfurtner, del departamento de psicología de la universidad alemana. Los científicos señalan la coloración global de la fotografía, azulada y amarillenta, como la razón que induce a la confusión sobre el vestido.

El equipo descubrió que todos los sujetos de su experimento percibían básicamente tonos de colores similares, que sólo variaban en cuanto a claridad. La percepción de los colores iba de un azul muy claro, casi blanco, a un azul más brillante, y del color dorado o amarillento a un marrón intenso y oscuro, casi negro. Sin embargo, las transiciones eran fluidas, ni las personas que veían el vestido en blanco y dorado, ni los que lo percibían como negro y azul constituían un grupo homogéneo.

Los colores percibidos tenían algo en común: todos ellos forman parte de los llamados "lugares de la luz del día": dependiendo de la posición del sol durante el transcurso del día, la luz tiende a ser bastante azulada, a mediodía, o más bien amarillenta, por la mañana y al atardecer. Por lo general, las personas son capaces de filtrar inconscientemente el efecto de la luz azulada o amarillenta, y por eso todo el mundo percibe los mismos colores. Pero para ello, necesitamos puntos de referencia, que son los colores, que se encuentran fuera de esos "lugares de la luz del día", por ejemplo, los verdes o los rojos.

Ninguno de esos dos colores estaba representado en la famosa foto del vestido, por lo tanto, la fotografía no proporciona información pertinente sobre los niveles de luminancia en la escena. "El tono percibido en uno de los grupos de observadores se relacionaba con el hecho de que un vestido blanco estaba expuesto a una fresca luz azulada", explica el profesor Gegenfurtner, "del mismo modo que podría ser un vestido azul que estaba sobreexpuesto a una luz cálida".

El hecho de que el vestido fuera en realidad azul y negro -algo que sabemos hoy en día- resulta una cuestión casi irrelevante, ya que incluso sabiéndolo, los 15 sujetos del estudio no fueron capaces de decidir conscientemente una versión o la otra.

Los otros estudios publicados en Current Biology tratan cuestiones parecidas. En uno de ellos, de la Universidad de Nevada, el investigador Michael Webster se centra en la ambigüedad del color azul, diciendo que nuestra vista es capaz de distinguir perfectamente un papel blanco bajo una luz roja o un papel rojo bajo una luz blanca. Sin embargo, con el azul tenemos más dificultades.

El último estudio, realizado en el Wellesley College y el MIT norteamericanos, consistía en una encuesta a más de 1.400 personas preguntando sobre el color del vestido. Finalmente, resultaron tres grupos, azul y negro, azul y marrón y blanco y dorado. El neurocientífico Bevil Conway encontró que las personas mayores tendían más a verlo blanco y dorado.

En resumen, la ausencia de colores rojos o verdes en la foto del vestido contribuyó a crear en los observadores -en todos nosotros- esa desviación. De hecho, los científicos de Giessen y Bradford crearon una imagen idéntica del vestido con esos colores, hallando que la versión verde y roja no generó ningún desacuerdo de percepción.

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