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Los jóvenes Aitor González y Sergio Lasso delante de su instituto. :: jorge rey
Dos héroes sin desfibrilador

Dos héroes sin desfibrilador

Mientras se generalizan estos aparatos, solo nos queda rezar

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Lunes, 15 de enero 2018, 07:58

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Si un cacereño sufre una parada cardiorrespiratoria, su salvación depende de dos variables: una, que tenga cerca dos jóvenes «héroes» como Aitor González y Sergio Lasso; dos, que haya cerca un desfibrilador y personal que sepa usarlo. A día de hoy, es más fácil que haya cerca un «héroe» que un desfibrilador.

La semana pasada, dos estudiantes cacereños de Primero de Bachillerato, Sergio y Aitor, socorrieron en el aula a su compañero Luis, que acababa de sufrir una parada cardiorrespiratoria. Fue una reacción espontánea, generosa y eficaz. Los jóvenes habían aprendido cómo auxiliar en los scouts y reaccionaron magníficamente. ¿Pero qué sucede si en el trabajo o en la calle sufrimos un incidente de ese tipo y no hay cerca ningún Sergio ni ningún Aitor?

En Cáceres, si sufre usted una parada cardiorrespiratoria, tendrá más posibilidades de salvarse si es estudiante o profesor universitario, si es funcionario de la Junta o de la Diputación, si está comprando en el Centro Comercial Ruta de la Plata o si asiste a algún acontecimiento deportivo o social atendido por una ambulancia de DYA Extremadura. En los demás casos, dependerá de que haya cerca algún «héroe» ciudadano anónimo.

Según el servicio de datos abiertos Open Data del Ayuntamiento de Cáceres y según las aplicaciones Desfibriladores CC desarrolladas por Quercus SG y por Daniel Martín, en la ciudad de Cáceres solo hay 20 desfibriladores. Once se encuentran en facultades y dependencias universitarias; cuatro son de la Diputación y están en la sede central del organismo provincial, en el colegio mayor Francisco de Sande, en el Centro Cultural San Francisco y en las oficinas de recaudación OARGT, junto al mercado de Ronda del Carmen; tres funcionan en el edificio de servicios múltiples de la Junta de Extremadura, donde hay dos, y en la oficina fiscal de la Junta de Donoso Cortés y, finalmente, hay uno en el Centro Comercial Ruta de la Plata y otro lo utiliza DYA Extremadura en sus ambulancias (fue muy comentada su actuación salvando la vida de un médico durante una media maratón de Cáceres).

Los datos de Open Data quizás no estén actualizados porque también hay defibriladores en Carrefour, en algún gimnasio, en El Cuartillo y en el pabellón multiusos, que, sin embargo, no aparecen en la relación, lo cual es un fallo serio porque el ciudadano no sabe si en esos lugares se puede sentir seguro. Sea como fuere, si va a sufrir usted una parada cardio respiratoria, mejor que sea en Andalucía, donde está regulado que todos los negocios, a partir de un determinado número de clientes o visitantes, tengan uno.

En Cáceres, se han corregido algunas anomalías. Por ejemplo, que el desfibrilador del Múltiples, que estaba en la última planta, esté ahora en el vestíbulo de entrada (el otro está en el despacho de enfermería según open data).

La situación en Cáceres es paradigmática: se puede extender al resto de Extremadura. La encomiable y ejemplar actuación de Aitor y Sergio, los jóvenes estudiantes del IES Norba Caesarina, ha servido, además de para salvar la vida de su compañero, para hacernos reflexionar sobre las carencias de nuestra formación en primeros auxilios y sobre la necesidad de tener desfibriladores en los centros escolares, en los teatros, en las oficinas de atención al público, en los centros de mayores. Tenerlos y saber usarlos: se enciende y nos va indicando las maniobras a realizar (coja los electrodos, colóquelos en el pecho de la víctima...). El aparato valora el ritmo cardíaco y la descarga aconsejada, indica cómo aplicarla y analiza a la víctima cada dos minutos mientras se continúa con el masaje hasta conseguir que desaparezca esa arritmia maligna que se conoce como fibrilación ventricular o «ritmo de la muerte».

Un desfibrilador cuesta entre 550 y 1.500 euros y ya se plantean los institutos y las asociaciones de vecinos vender rifas y organizar veladas para comprar uno. Mientras llegan, ya saben, tengan cerca un héroe.

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