Borrar
Cola la semana pasada en los cines Coria (13.000 habitantes) donde todavía resiste un cine comercial

El declive de la pantalla grande

Extremadura es la única comunidad autónoma que ha reducido a menos de la mitad su número de cines en los últimos diez años

J. López-Lago

Domingo, 8 de marzo 2015, 00:48

Donde antes había un cine ahora hay un bingo, un gimnasio o una tienda de ropa Zara. Estas transformaciones han ocurrido hace poco en Cáceres, Mérida o Badajoz, ciudades donde ya solo queda un cine, aunque tenga varias salas. En otras poblaciones extremeñas este tipo de oferta cultural cuelga de un hilo pues las cuentas de los empresarios salen cada vez más justas. En muchas el cine comercial con una programación periódica ha desaparecido ya.

Coria, con 13.000 habitantes, es la población extremeña más pequeña donde aún resiste su cine. Pero avisan: con menos de tres espectadores la película no se emite. «Solo encender la lámpara ya cuesta más dinero», explica Pedro Gutiérrez, el empresario que gestiona las tres salas de la capital del Alagón, abiertas hace veinte años. «Este mes he suspendido diez sesiones por este motivo y no ha sido el peor mes, aunque si el espectador viene de fuera y ha hecho el viaje a veces hacemos una excepción».

Hay que tener en cuenta los márgenes pues un empresario de este tipo no recauda toda la taquilla para él. Lo normal suele ser que la distribuidora se lleve el 60% la primera semana, la mitad la siguiente y cada vez menos en los días sucesivos.

Que Coria tenga cine tiene su explicación. Pedro Gutiérrez se dedica a la construcción de salas. Empezó hace más de veinte años con las que se construyeron en el centro comercial Ruta de la Plata de Cáceres (cerrados en 2011) y las últimas las hizo en Galicia hace un año. En este periodo, además de construir las salas de Coria, ha diseñado y levantado más de 300 por toda España. «Calculo que habrán cerrado más de cien, y encargos para hacer salas nuevas ya no hay, si acaso alguna reforma», dice.

Además de Badajoz, Cáceres y Mérida, otras poblaciones de la región donde aún queda un cine son Plasencia (40.800 habitantes), Don Benito (37.000), Almendralejo (35.000) o Zafra (16.700).

Siguiendo la tendencia nacional, en Extremadura cada vez hay menos salas de proyección y en muchos casos hay que conducir más de una hora para asistir a una película en pantalla grande.

Empresarios y aficionados apuntan a los mismos factores para explicar el declive de esta oferta de ocio. Primero fue el boom de las descargas ilegales de Internet, después llegó la subida del IVA al 21% que encareció los precios de las entradas, que oscilan entre los 4 y los 7,50 euros. Todo esto, unido a la crisis económica que ha hecho que los ciudadanos tengan menos dinero para gastar y sientan más el confort del sofá de casa para ver películas con aparatos de reproducción muy sofisticados, ha terminado acorralando al sector de la exhibición cinematográfica.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), hace once años, en 2004, Extremadura contaba con 33 cines. En la actualidad quedan 13. Igualmente, en este periodo se ha pasado de 88 salas a 51. En estos momentos son ocho las poblaciones que cuentan con cine donde se proyectan películas comerciales de manera continuada (no se incluyen ciclos puntuales, cines de verano itinerantes, festivales especializados o cine-clubs con programación alternativa, si bien hay otros municipios con salas donde la proyección se realiza en momentos puntuales del año).

Peor que en el resto del país

Examinando los datos regionalizados del INE, Extremadura es la comunidad de España donde el impacto ha sido mayor. Nunca destacó por el número de espectadores y es la única en la que el número de cines se ha reducido a menos de la mitad en los últimos diez años, una época en la que ninguna otra región ha aumentado su oferta de cines. Solo existen dos territorios que sí han conseguido mantenerse, como el País Vasco, que sigue teniendo 58 cines, o La Rioja, con 11, los mismos que en 2004.

Pese a todo, Pedro Gutiérrez, el empresario cauriense, es optimista. Se basa en los resultados del año pasado, cuando Ocho apellidos vascos rompió las previsiones. En su caso representó un tercio de la recaudación del año (aunque este rendimiento económico fue superado en Coria por Titanic o El Rey León).

Pero al margen de estos estrenos puntuales, él apunta a la digitalización como palanca para remontar. Para muchos ha sido la puntilla, pues esta adaptación tecnológica que ha obligado a abandonar las antigua latas de celuloide ha exigido inversiones que rondaban los 90.000 euros por sala hace unos años (sobre 60.000 euros en la actualidad).

Sin embargo, Gutiérrez explica que la digitalización les permite ahora tener películas de estreno al mismo tiempo que en las grandes salas del país, ya que han dejado de trabajar con una cinta con un número limitado de copia que se reservaba a los cines españoles de mayor recaudación. Ahora se trata de un disco duro portátil que llega a la sala, se copia y queda desbloqueado para el estreno. Prácticamente puede acceder a él cualquier exhibidor, por lo que una película sobre la que hay expectación se puede ver a la vez en cualquier punto de España.

Si hay competencia entre cines puede haber retrasos deliberados para beneficiar a salas concretas, pero en la región los cines están tan alejados unos de otros que no se dan estos casos, explica Matías Villegas, que gestiona los cines de Almendralejo y Don Benito.

Se reescribe la historia

En Extremadura hay una filmoteca, varios cine-clubs con precios reducidos y programación alternativa en versión original, cine de verano que va de pueblo en pueblo y diversos festivales cada año ya consolidados. Pero con más de veinte cierres en la última década y media, la historia local del séptimo arte en cada población se ha reescrito inevitablemente en el apartado correspondiente a salas de exhibición.

Existen estudios como Historia Gráfica del Cine en Mérida, de José Caballero Rodríguez, o archivos de gran valor como el del profesor Alejandro Pachón en Badajoz. La cacereña Angélica García-Manso, doctora en Historia del Arte e Historia del Cine es autora de varios libros sobre el cine y Cáceres.

Ella opina que «la desaparición de los cinematógrafos ha constituido uno de los rasgos menos tenidos en cuenta a la hora de comprender nuestro presente. Y ello a pesar de que hay cines desaparecidos cuya memoria parece formar parte del ADN de los habitantes de una población».

Pero, ¿qué sucedió con los antiguos cinematógrafos?. Según García Manso, «en Extremadura en general a la difusión de la televisión, que redujo con fuerza la asistencia a las proyecciones, se añadió la fortísima emigración sfrida, que vació los pueblos; a ello se sumó con posterioridad la especulación inmobiliaria. De esta manera, desde los municipios más pequeños se fueron abandonando los edificios, que, o fueron demolidos, o fueron transformados en viviendas, almacenes o talleres».

La experta, que en breve publicará un artículo al respecto en una revista especializada, señala como edificios singulares que albergaron cines Ideal Cinema de Ceclavín, así como del Cine España, de Torrejoncillo, el Norba en la ciudad de Cáceres, el Mendo de Coria, el Coliseum de Plasencia o el Rugall de Trujillo, entre otros.

Localidades con gran tradición, como Navalmoral de la Mata (17.200 hab.) dejaron de tener cine en enero de 2008. En esta población llegaron a coincidir el Cruz Blanca, el Xanti y los Minicines Olympo, además de la terraza del Cruz Blanca que en verano proyectaba su oferta en medio de un jardín con gran éxito de público.

A finales del siglo pasado solo quedó el Cruz Blanca, gestionado por dos socios hasta que el propietario del inmueble lo vendió para una promoción de viviendas. La crisis del ladrillo acababa de llegar y al final nunca se construyeron aquellos pisos. El cine jamás reabrió y los moralos que quieren ir al cine deben viajar ahora hasta Talavera de la Reina (Toledo). La otra opción es Plasencia, pero se ha suprimido la sesión que empieza a partir de las diez de la noche.

En Cáceres ya solo queda un cine con siete salas desde que en 2011 cerraran las cinco de los multicines La Dehesa, en el centro comercial Ruta de la Plata. En su lugar abrió un Zara.

Desde el año 2006 Ángel Briz organiza en Mérida el Festival de Cine Inédito cada mes de noviembre. Recuerda cómo en los años setenta hubo hasta once cines en esta ciudad. La empresa Navia tuvo varios y el que luego fuera Cine María Luisa fue el último de ellos. Existió hasta 1987 y terminó comprándolo la Junta de Extremadura, que lo cedió al Ayuntamiento y lo reabrió. Aunque en esta etapa hubo un parón para acometer una rehabilitación del inmueble, duró hasta 1998, siendo la película Kundun, de Bertolucci, la última en programarse, recuerda Briz.

Muchos municipios se resisten a que deje de haber cine, y esa fue la razón por la que en el Centro cultural la Alcazaba emeritense se instaló en 1999 un proyector de manera temporal. No obstante, en 1993 ya empezaron a funcionar los Multicines Mérida, que aguantaron poco tiempo hasta que un gimnasio ocupó su lugar y la capital se quedó únicamente con las salas del centro comercial El Foro, que abrió en 1998. Lo explota la multinacional Cinesa, que está llevando a cabo un proyecto piloto en Mérida, donde se ha rebajado el precio de la entrada para ver si esta medida tiene efectos en la recaudación global. De ser así, exportaría la idea al resto de España.

En el caso de Badajoz la historia reciente que aborda el cierre de cines que se recuerdan como tales (sin compaginar la sala con otra actividades), se remonta al Conquistadores, hoy un bingo; y al Menacho, cuya última película fue Titanic, en 1997, antes de convertirse en una tienda Zara, recuerda Juan Carlos Suárez, director del cine-club pacense. Los multicines Puente Real cerraron en 2007 por falta de público y en estos momentos está a punto de reabrir transformado en Centro Joven.

Donde hace ocho años había salas de cine se ha decidido hacer una sala de skate o un rocódromo para practicar escalada. Tras aquel cierre de hace ocho años, los multicines Conquistadores centro comercial con ocho salas se quedaron con la única oferta de este tipo y se plantearon ampliar el número de pantallas para absorber la demanda, o bien abrir otros cines en el centro comercial El Faro que entonces iba a construirse. Al final no hicieron ninguna de las dos cosas.

Diez personas de media

Cuando cerró el Menacho, para suplir su ausencia abrieron los multicines Avenida, donde ya antaño hubo una sala y cuyas vicisitudes hasta la actualidad merecen un capítulo aparte. Son de propiedad municipal y en su segunda etapa salió a concurso la explotación de sus tres salas. Quedó desierta y se adjudicó a un empresario procedente de Madrid, Aniceto Portas, que trató de crear una oferta diferenciada de la comercial. No se podía comer palomitas en el interior y reabrieron en marzo de 2001. Dos meses después cerraron por falta de espectadores (la media por sesión era de diez personas), aunque lo volvieron a intentar a partir de septiembre. Desde entonces el proyecto avanzó a trompicones hasta que cerró definitivamente a los pocos meses.

El propio Aniceto Portas (ya fallecido) declaraba en 2003 que la tele y el 600 se empezaron a cargar un negocio al que él se dedicó toda su vida: «La televisión le pegó un palo muy gordo. Hasta el Seat 600 perjudicó a este negocio. La gente empezó a viajar fuera, y como era el auto de la clase media, entre el piso y las letras del coche, ya había demasiadas cosas que pagar y eso afectó», decía hace doce años quien fuera uno de los impulsores de los cines de verano por centenares de pueblos de la región, pensados precisamente para que la sensación de disfrutar de una película en pantalla grande pudieran disfrutarla todos los extremeños.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

hoy El declive de la pantalla grande

El declive de la pantalla grande